DECÁLOGO ARCADIA
10 libros prohibidos por su contenido erótico
Las representaciones narrativas del erotismo y la sexualidad han sido, históricamente, un dolor de cabeza para las autoridades de las "buenas costumbres" y la moral establecida. ARCADIA comparte diez obras literarias que fueron censuradas por su contenido sexual y/o erótico.
Los cuentos de Canterbury (circa. 1387 - 1400), Geoffrey Chaucer
A pesar de ser considerado uno de los textos más importantes la lengua inglesa en la Edad Media, los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer han sido censurados y prohibidos en diferentes instancias y lugares a lo largo de siglos. Su lenguaje obsceno, las anécdotas de corte sexual y la gran cantidad de lecturas en “doble sentido” que tiene su obra, han incomodado a todo tipo de autoridades. Por eso, aún hoy es posible encontrar ediciones que recortan sus extractos más polémicos. Sin embargo, el valor literario de la obra no se ha visto comprometido por los revuelos que ha llegado a causar. Después de todo, en diferentes registros y estilos que van desde lo cómico, lo erudito y lo honestamente vulgar, esta obra se convierte en un coro de voces, que en sus relatos —se cree que Chaucer alcanzó a concebir 100 en total de los que sobreviven 24— retrata el siglo XIV en Inglaterra como ningún otro. Todo esto a través de los personajes que cuentan cada una de sus historias durante el peregrinaje desde el Tabard Inn en Southwark, Londres, hasta la Catedral de Canterbury.
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Justine o los infortunios de la virtud (1791), Marqués de Sade
El parisino Donatien Alphonse François de Sade, conocido como el Marqués de Sade, fue igual de polémico en su vida como en sus escritos. Es difícil escoger una de sus obras que no haya sido censurada o que no le haya valido una estancia en la cárcel. Su obra más conocida, Justine o los infortunios de la virtud, fue escrita, precisamente, en la Bastilla de París en 1789 y publicada dos años después. Los manuscritos de esta historia de dos hermanas con caracteres y destinos radicalmente diferentes que atraviesan todo tipo de situaciones de talante sexual, solo empeoraron la imagen del escritor francés a los ojos de quienes se escandalizaban por su trabajo. Como tantas otras obras de Sade, los cientos de copias del manuscrito fueron quemadas por su familia y los censores de la época. Durante años, esta novela tuvo que circular de manera clandestina.
El despertar (1899), Kate Chopin
A pocos meses del final del siglo XIX, la estadounidense Kate Chopin publicó El despertar, una novela que fue condenada de tal manera que no circuló durante medio siglo y puso en entredicho su vida financiera y su carrera literaria. La obra causó molestia por afrontar de manera directa gran parte de los prejuicios morales de la época. Tan solo décadas después, su obra —que pone de manifiesto la visión y experiencias de Edna Pontellier, una mujer burguesa que cuestiona el matrimonio y la maternidad, mientras manifiesta abiertamente su deseo sexual—, empezaría a ser valorada como un importante referente de la construcción del deseo femenino en el sur de los Estados Unidos, así como por su sensibilidad literaria.
Ulises (1922), James Joyce
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La primera publicación de la ya canónica obra de James Joyce, fue a través de fragmentos serializados en diferentes revistas literarias. Para su publicación en los Estados Unidos, la encargada fue la revista The Little Review. En 1920, la escena de masturbacuión que describió Joyce en esta publicación periódica llamó la atención de las autoridades estadounidenses que, después de la deliberación de una corte, fue calificada como “pornográfica” y retirada de circulación. Fue de esta manera como, durante toda una década, la que para muchos es la máxima expresión de la literatura del siglo pasado en inglés fue considerada como material de contrabando si llegaba a entrar en terreno estadounidense. Apenas en 1933, con una apelación de la decisión inicial, se permitió la circulación del libro en los EE. UU. De la misma manera, el Reino Unido mantuvo una prohibición similar hasta la mitad de los años treinta.
El amante de Lady Chatterley (1928), D. H. Lawrence
El amante de Lady Chatterley fue una de las obras menos conocida durante la vida del escritor británico D. H. Lawrence. Su circulación se limitó, principalmente, a círculos privados porque Lawrence era consciente de los problemas que podía acarrear publicar abiertamente la historia de Constance Chatterley, una mujer que busca liberarse de las ataduras de un matrimonio que no la satisface. Esa liberación sucede a través de sus amantes y su disfrute sexual en una sociedad donde este tipo de manifestaciones siempre fueron reprimidas. Fue tan solo 32 años después, en 1960, cuando Penguin quiso volver a publicarla en Londres y Nueva York, que se abrió un debate público que enfrentó a la editorial contra detractores que buscaban censurarla por su contenido "inmoral". Además, uno de los elementos que causó mayor escozor entre los detractores de la novela fue el hecho de que también transgredía elementos de clase. Después de todo, Lady Chatterley, una mujer aristócrata, cometía adulterio con el guardabosques de las tierras de su esposo. El fallo de la corte fue a favor de la editorial y el impulso que le dio el cubrimiento mediático, así como la ola de liberación sexual que vivieron los Estados Unidos y Gran Bretaña durante los años sesenta, terminaron por convertirla en una de las novelas más famosas del siglo XX.
Por los caminos de Sodoma: confesiones íntimas de un homosexual (1932), Bernardo Arias Trujillo
Para el momento en que Bernardo Arias Trujillo publicó Por los caminos de Sodoma: confesiones íntimas de un homosexual, ya era una reconocida figura de la intelectualidad de Caldas. Había sido director de El Universal, periódico de corte progresista, desde donde arremetió contra figuras de la política local. Aun así, optó por publicar su novela bajo el sinónimo Edgar Dixon y desde Buenos Aires, un lugar donde se había asentado como diplomático y desde donde había podido escapar a gran cantidad de las presiones que le implicaba vivir en una ciudad marcada por una moralidad patriarcal y monacal como la de Manizales a principios del siglo pasado. Esta distancia le permitió publicar esta novela que detalla, con un corte modernista y semiautobiográfico, las experiencias de vida de un joven llamado David que descubre su homosexualidad en un ambiente cargado de la tradición patriarcal y que retrata el machismo y marginación. La obra fue rechazada con vehemencia por la Iglesia católica y por diferentes círculos conservadores que terminaron por opacar la obra del escritor manizalita.
Trópico de Cáncer (1934), Henry Miller
Pasaron 27 años, desde 1934, para que la novela semiautobiográfica de Henry Miller fuera publicada. Aunque recibió críticas positivas de parte de figuras como Ezra Pound y de T. S. Eliot, la obra fue sometida a un juicio por obscenidad ya que no solo era el recuento de las experiencias de un estadounidense expatriado y pobre en Francia con una vida que rayaba en la indigencia, sino que también incluía escenas de sexo sadomasoquista y prostitución. Aunque las presiones de los sectores más conservadores se encargaron de limitar las posibilidades de su circulación en los Estados Unidos e Inglaterra, la polémica desatada terminó por aumentar su popularidad para una generación que se desencantaba con los valores predominantes de la época. Por eso, a pesar de que se ha acusado a Miller de antisemitismo y sexismo, la libertad con la que se permitió escribir una obra que transgredía los valores americanos en Trópico de Cáncer se convirtió en un importante precedente para la generación beat.
Lolita (1955), Vladimir Nabokov
Publicada por primera vez en Francia en 1955, Lolita, del ruso Vladimir Nabokov, es una de las novelas más emblemáticas del siglo XX. Sin embargo, no es de extrañar que la historia de un intelectual que se ve seducido por una niña de 12 años fuera prohibida durante décadas en Francia, Inglaterra, Argentina, Nueva Zelanda y Suráfrica.
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El grupo (1962), de Mary Mccarthy
Para toda una generación de escritoras de la década de los sesenta, la figura de Mary McCarthy fue de gran importancia. Fue la vocera de muchas opiniones que incomodaron a la intelectualidad de la época y que puso ante la sociedad un importante número de debates que en otrora fueron dejados en alto. A pesar de que nunca se alineó con las corrientes del feminismo que se gestaban en su época, su libro más popular, El grupo, tuvo una importante repercusión en el ámbito cultural que se vivía durante la contracultura. El relato de McCarthy, con ciertos matices autobiográficos, da cuenta de la vida de un grupo de mujeres recién egresadas del Vassar College, una prestigiosa universidad privada, mientras viven en Nueva York la búsqueda de la independencia económica y personal y abordan temas como el orgasmo femenino, la impotencia, el lesbianismo y los métodos anticonceptivos. El acercarse a estos temas implicó que la obra fuera prohibida en Italia, Australia e Irlanda. Sin embargo, El grupo fue un éxito de ventas en los Estados Unidos y aunque significó importantes dividendos para McCarthy, eclipsó gran parte de su carrera.
Auletris (2016), Anaïs Nin
La vida de Anaïs Nin estuvo ligada a la vida de los autores de las dos entradas anteriores. En primera instancia, de D. H. Lawrence, porque su lectura la llevó a optar por una vocación como escritora. Por otro lado, está su relación con Henry Miller, a quien conoció en 1931 y con quien sostuvo un amorío. Sus obras, siempre marcadas por el erotismo y una apertura a las experiencias sexuales, llegaron a ser prohibidas en 2016, treinta y nueve años después de su muerte, cuando la plataforma de ventas en línea Amazon decidió bloquear la venta del Auletris que recopila algunos de sus relatos.
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