Entrevista
Cómo cambiar tu mente según Michael Pollan
El escritor y periodista presentó en Cartagena su más reciente libro, 'Cómo cambiar tu mente,' uno de los diez mejores de 2018 según The New York Times Book Review, que investiga el uso de sustancias psicoactivas como terapia para enfermedades como la ansiedad y la depresión.
Ahora el mundo vive una crisis de salud mental. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la depresión afecta a más de trescientos millones de personas en el planeta, es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. Por eso, en las facultades de medicina de la Universidad de Nueva York y la Universidad Johns Hopkins se adelantan investigaciones sobre el uso de sustancias que, a pesar de haber sido satanizadas por la cultura y los gobiernos en Occidente, han probado su efectividad en pacientes enfermos. Esas investigaciones contemplan el uso de alucinógenos como la psilocibina para el tratamiento de enfermedades como la ansiedad, la depresión e incluso el cáncer.
El autor, periodista y activista Michael Pollan ha dedicado varios años a seguir con atención esas investigaciones. De ahí surgió el libro Cómo cambiar tu mente (Debate, 2018), uno de los diez mejores libros de 2018 según The New York Times Book Review, que recoge los hallazgos de lo que podría ser una revolución en la medicina. ARCADIA habló con Pollan sobre ese libro, que puede encontrar en la Biblioteca Arcadia en formato de audiolibro en inglés.
¿Cómo fue el proceso de investigación para este libro?
Comenzó cuando leí en The New York Times un artículo sobre las enseñanzas que dejaban las pruebas de medicamentos en personas que sufrían de cáncer. Esas enseñanzas tenían que ver con cómo lidiar con su ansiedad y depresión. Me causó mucha curiosidad, era una idea muy extraña. Entonces me dediqué a buscar artículos en esa revista y entrevisté a una docena de pacientes con cáncer que tuvieron una experiencia muy poderosa que les “reseteó” los pensamientos que tenían sobre su propia muerte. Que una molécula pueda hacer eso es muy notable. Hay historias que terminas de leer y hasta ahí llegan, no quieres volver a leer del tema, a veces quedas hastiado. Pero hay otras, como esa, con las que sientes que solo estás tocando la superficie y quieres saber más. La historia era interesante, la neurociencia era interesante, los testimonios de la gente eran interesantes y me quedó además la curiosidad de vivir esa experiencia yo mismo: tener mi propia experiencia psicodélica, cosa que nunca había hecho.
¿Cómo la psilocibina ayuda a los pacientes con depresión y ansiedad?
La psilocibina es un químico que está en los hongos psicodélicos y que impacta los mismos receptores cerebrales que los hongos. La reacción es similar al consumo de LSD, aunque el efecto no es tan fuerte ni dura tanto tiempo. La manera en la que parece ayudar a los pacientes es a través de una experiencia que ellos describen como mística, muy poderosa, en la que su sentido del yo desaparece, sienten que emergen en algo más grande ellos mismos. Y esta experiencia, que puede ser muy extática, puede ser aterradora también. Por eso deben estar preparados. Esas personas no se toman una pastilla y se van a casa, tienen un guía que les dice lo que va a pasar y siempre hay alguien con ellos para ayudarles a darles sentido a la experiencia.
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¿Y si lo toman solos o en otro contexto el resultado es diferente?
Es muy importante distinguir entre una experiencia psicodélica guiada y alguien tomando LSD en un concierto. Además, los pacientes tienen una intención clara: no lo hacen por diversión, lo hacen para lidiar con un problema, y casi siempre confrontan ese problema. La mayoría de las veces les pasan muchas cosas. Recuerdo el caso de un mujer que entrevisté y sufría de cáncer de ovarios. Estaba en remisión, su tratamiento estaba siendo exitoso, pero aun así estaba asustada, muy ansiosa, pensando que el cáncer volvería en cualquier momento. En la experiencia psicodélica viajó al centro de su cuerpo y vio una masa negra debajo de sus costillas. No podía ser su cáncer, pues estaba en otro lugar de su cuerpo. Era su miedo, así que le habló a su miedo. Le gritó “¡Sal de mi cuerpo!”, y una vez lo hizo, la masa se desvaneció y nunca volvió. Cuando intentó explicármelo me dijo que no podía controlar su cáncer pero sí podía controlar su miedo. Lo que sucede casi siempre con este tratamiento es que la gente se siente parte de algo más grande y su ego desvanece. Eso hace mucho más fácil el proceso. El rango de experiencias es muy amplio, pero lo importante es que esta es una droga que funciona no cambiando la química necesariamente, sino dándoles a las personas un poder que cambia sus vidas.
¿Cree que en el futuro cercano se usará la psilocibina como hoy se usan la paroxetina, el clonazepam y otros antidepresivos?
Ese es el plan. Los investigadores y doctores están haciendo la investigación y las pruebas de la misma manera en que una vez se hicieron con el clonazepam y otros antidepresivos. Lo están haciendo en Estados Unidos con la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos por sus siglas en inglés) supervisando el proceso, y también en Europa con la EMA (Agencia Europea de Medicamentos por sus siglas en inglés). Han avanzado por dos fases en que probaron que se trata de un tratamiento efectivo y seguro, y ahora mismo están en las pruebas de la tercera fase. Eso quiere decir que si la droga actúa tan bien –como lo hizo en las pruebas piloto– en muestras más grandes, el medicamento será aprobado, cosa que podría pasar en cinco años.
¿Qué podría detener el camino en que avanza el uso de psicodélicos como medicamento?
Un fallo en esas pruebas de la tercera fase. Es decir, si la sustancia no funciona en pruebas que deben hacer en centenares de personas. No creo que eso pase, creo que va a salir muy bien. Los resultados fueron dramáticamente buenos en la segunda fase en pacientes con ansiedad, depresión y cáncer. Ayudó a cerca del 80% de ellos.
¿En qué universidades se están haciendo estos estudios?
NYU y Johns Hopkins University. Esta última es la principal escuela de medicina del país y ha estado trabajando en diferentes tipos de personas: adictos, pacientes con cáncer y con depresión. Las pruebas con pacientes que sufren cáncer se hicieron con ochenta personas.
¿Y qué resultó? ¿Qué hacen los pacientes?
Tomaron psilocibina dos veces, una vez placebo y otra la sustancia real. Los pacientes fueron preparados previamente por los guías, quienes les dieron lo que llaman “instrucciones de vuelo”. Allí los guías les piden que, si ven algo que les da miedo, no huyan; que lo confronten y le pregunten “¿qué haces en mi mente? ¿Qué quieres enseñarme?”, porque si luchas contra lo que pasa en tu mente, tienes un mal viaje. Confiar y rendirse son las palabras clave. Siempre hay dos terapeutas que no dicen mucho, simplemente están con los pacientes para ayudarlos en caso de que quieran ir al baño o comer algo. Todo toma seis horas y luego los pacientes escriben lo que vieron y sintieron. Al día siguiente regresan a lo que llaman “sesión de integración”, en la que los guías les ayudan a descifrar la historia del viaje; los ayudan a tomar lo que pueda ayudarles a cambiar su mentalidad. Por eso mi libro se titula así, porque hay un cambio de mentalidad. Luego hacen pruebas de personalidad y se dan cuenta de que ahora los pacientes son más abiertos, están más conectados con la naturaleza y son menos autoritarios. Es curioso porque una vez alcanzas la adultez, tu personalidad cambia muy poco. Esta clase de experiencia cambia radicalmente la personalidad de los pacientes. Los traumas también hacen eso, pero de manera negativa. Las experiencias psicodélicas son todo lo contrario a los traumas.
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¿Cree que habrá algún tipo de cabildeo contra el uso de psicodélicos como medicamento?
No lo ha habido hasta hoy. La gente no parece estarle prestando mucha atención al tema. No creo que lo consideren una amenaza seria, aunque es posible que estén observando cuidadosamente. Hay una compañía intentando llevar esos medicamentos al mercado, y si eso funciona, lo más probable es que una empresa más grande la compre. Sin embargo, es un medicamento con el que es difícil hacer dinero, y la razón es que la patente del LSD ya expiró, así que no hay propiedad intelectual sobre él. Además, no es algo que debas tomar todos los días, es algo que tomas una o dos veces en toda tu vida, entonces es difícil hacer dinero con un medicamento de ese tipo. Por otra parte, también necesitas mucha ayuda terapéutica, no puedes simplemente tomarla solo.
El LSD y las drogas psicodélicas gozan de muy mala reputación en el mundo. ¿Cómo hacer que los pacientes las consuman?
Sí, las drogas psicodélicas tienen mala reputación, pero es importante recordar que antes de 1965 eran consideradas drogas psiquiátricas de gran valor y se usaban para tratar la ansiedad, la depresión, las obsesiones, las adicciones y especialmente al alcohol. Tenía mucho éxito y una buena reputación hasta que comenzó la contracultura y se le asoció con el movimiento antiguerra. También había una brecha generacional grande: teníamos a unos jóvenes que se habían abstraído de los adultos, una generación que se rehusaba a pelear una guerra, cosa que no había pasado antes, y el presidente Nixon creía que el LSD era una de las razones. Comenzó entonces la guerra contra las drogas. Ahora sabemos que Nixon vio que esa guerra era una herramienta para perseguir a la comunidad negra y hippi. Desde entonces, todas las drogas tienen mala reputación, por eso es muy importante hacer distinciones entre ellas. El diazepam y las drogas para la quimioterapia son diferentes porque tienen diferentes propósitos. Además debemos tener claro que las drogas psicodélicas son muy diferentes de otras drogas como la cocaína y los opioides, porque no son adictivas, no son tóxicas, no hay una dosis letal, no te matarán si tomas mucha. Sí tienen riesgos, pero mucho menores que otras drogas.
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Aun así, muchos medicamentos psiquiátricos legales tienen efectos secundarios mucho peores…
Sí, hay incluso posibilidad de morir por algunos efectos secundarios. Cuando se aprueba un medicamento se comparan riesgos y beneficios. Las autoridades, por ejemplo, decidieron que el Lorazepam tiene más beneficios que riesgos. Pero pensemos en opioides como la morfina, por ejemplo. Entendemos que es una droga muy peligrosa. Las personas pueden morir si abusan de ella, pueden convertirse en adictos, pero también sabemos que tienen un gran valor para aliviar el dolor. Esos valores siempre se sopesan, y lo mismo debemos hacer con los medicamentos psicodélicos, que presentan ciertos riesgos pero también grandes promesas de ayudar, especialmente a quienes carecen de varias opciones de tratamiento médico. El sistema de salud mental está quebrado. Los antidepresivos funcionan en algunas personas y no por mucho tiempo, tienen muchos efectos secundarios que no les gustan a los pacientes y generan adicción. Necesitamos mejores herramientas. Si comparas la salud mental con cualquier otra rama de la medicina, puedes ver que no ha logrado mucho. Es decir, no ha logrado incrementar la longevidad, no ha reducido mucho el sufrimiento en comparación con la cardiología, tratamientos contra el cáncer o enfermedades infecciosas. Estas ramas han logrado cosas increíbles en los últimos 50 años. No creo que haya un psiquiatra que pueda decir lo mismo sobre las enfermedades mentales
*Siga al autor de esta entrevista: @JhonnyRquintero