Cortesía Museo de Bogotá.

CIUDAD

‘De la tierra al cielo’, otra mirada sobre Bogotá

El Museo de Bogotá presenta una muestra que invita a ver y reconocer la ciudad desde las alturas. La exposición estará abierta al público hasta junio.

Revistaarcadia.com
15 de marzo de 2018

¿Cómo se ve Bogotá desde arriba? Esa fue la pregunta que le surgió al equipo curatorial del Museo de Bogotá luego de ver una imagen religiosa, que encontraron dentro de una capilla católica, que presenta unas manos que salen del cielo y señalan la capital de Colombia. ¿Desde cuál arriba? fue lo que, por cuatro meses, Maria Camila Gracia intentó resolver. Gracia, una arquitecta, es la curadora de la exposición De la tierra al cielo, Bogotá desde arriba. La muestra, que se inauguró el 14 de marzo en la sede Casa Sámano del Museo de Bogotá, explora diferentes miradas al territorio bogotano y las múltiples formas de contemplación de esta, una de las 30 ciudades con más altura sobre el nivel del mar en el mundo. La exhibición está abierta al público durante tres meses y contiene fotografías, cartografías antiguas, maquetas, instalaciones, video, caricaturas y publicaciones, las cuales la convierten en un espacio didáctico.

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“Indagar fue lo más complejo. Primero excavar la información y luego encontrarle un hilo conductor a tanta información sobre temáticas también tan diversas. La investigación partió de la frase ‘Bogotá desde arriba’, y a partir de ahí tuve que escoger qué cabía dentro de ese título y descartar lo que no”, dice Gracia. Así, tras seleccionar la información, resultó una exposición que ocupa los dos pisos del edificio para poder mostrar cómo se han observado y registrado tanto los terrenos naturales de Bogotá como las construcciones y destrucciones humanas que se han dado en la ciudad. Aquí, un abrebocas del contenido de la exposición.

Describir a Bogotá

La exposición propone varios puntos de vista para representar la ciudad. Antes de ver a Bogotá desde las alturas, es necesario entender qué se está mirando, es decir, el desarrollo urbanístico. Para ello, los curadores proponen mirar el crecimiento de Bogotá a partir de los archivos cartográficos. Los planos de 1791 son los más antiguos y muestran la necesidad de proteger la naciente ciudad con un plan de defensa militar y de continuar con el aumento de la infraestructura.

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“Además de su carácter explicativo, los planos también son obras de arte porque había todo un proceso artesanal para hacerlo. Antes de que la municipalidad se encargara de encomendar los planos, todo se hacía a título personal y cada plano, desde la forma en que se realizaba la Rosa de los Vientos hasta la manera para rellenar los espacios vacíos, representaba el estilo de su autor” dice Mauricio Uribe, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, quien estuvo a la cabeza de esta exposición. Por su parte, los planos de 1852 reflejan una nueva transformación: aparece la nomenclatura como herramienta para ubicarse y comprender mejor el espacio. Por ello, en 1870, el ordenamiento territorial se entendió como algo suficientemente importante que la municipalidad empezó a hacerse cargo de su elaboración.

Rascar el cielo

En 1950, Bogotá se unió a las ciudades con rascacielos. Puso su nombre junto al resto de urbes que “crecen hacia arriba” y que muestran el progreso en términos de sus edificios más altos. Antes de ese momento, fuera de las iglesias, el edificio más alto era el Observatorio Astronómico Nacional que contaba con 4 pisos en 28 metros. En 2018 le pertenece a las torres Atrio que cuentan con 59 pisos en 268 metros.

Con esto, la exposición se pregunta desde dónde ven Bogotá los bogotanos: puede ser desde los pisos más altos de sus construcciones más costosas o desde los barrios asentados en los cerros de la ciudad. Balcones de Vistahermosa, Nuevo Horizonte, Mirador del Norte, Buenavista, Bellavista, El Satélite, El Paraíso Mirador, y La Belleza son algunos nombres que reflejan cómo sus pobladores miran la ciudad. Cientos de los casi nueve millones de habitantes observan a la ciudad desde lo más alto. “Con esto mostramos cómo la capital ha tenido una fuente de vistas impresionantes, ya que muchas de edificaciones se han formado en los cerros. Y es como el contraste: una vista muy hermosa pero rodeada de la miseria” dice Gracia.

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El registro urbano desde el aire

Entre las muchas formas de entender la inmensidad de Bogotá, la exposición reúne una serie de fotografías aéreas que ponen a servicio la imagen para dimensionar la naturaleza propia de los cerros y las construcciones. “Siempre que se mira desde arriba hay una nostalgia por lo verde” recuerda la curadora mientras habla de las fotografías de la sabana en los años 50. Además de fotografías antiguas que mostraban la planicie casi al desnudo, a lo largo de los años se han hecho registros de la ciudad desde el cielo: fotografías tomadas desde aviones hicieron posible ver a Bogotá entre 1930 y 1950. Y aunque hechos históricos como la destrucción que se vivió durante El Bogotazo quedaron retratados gracias a esta técnica, en el siglo XXI los drones realizan esa función. “De alguna manera, con la tecnología se ha democratizado la mirada, y se ha expandido la mirada de la ciudad” dice Gracia.