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¿Cada cuánto se recomienda cambiar la esponja de cocina? Esto dicen los expertos
Seguir esta recomendación es clave para evitar la proliferación de bacterias y, por ende, problemas de salud.

Uno de los elementos indispensables en la cocina parar mantener una rutina de limpieza adecuada, sin duda alguna, es la esponja que se usa para lavar los platos, ollas y demás utensilios de esta área del hogar.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que su uso prolongado puede convertirse en un problema de salud, principalmente cuando no se tiene en cuenta el tiempo máximo de su vida útil y, entonces, está expuesta a la proliferación de bacterias.
Esto se debe a la acumulación de residuos de alimentos y la humedad, aspectos que, según los expertos en salud y limpieza, juegan un papel fundamental a la hora de lograr mantener un entorno higiénico.
Por eso, muchos se preguntan cada cuánto deberían reemplazar una esponja para evitar riesgos. En este contexto, los expertos recomiendan cambiarla al menos cada dos semanas, es decir, cada 15 días como máximo.
No obstante, también aclaran que es una recomendación general, ya que el tiempo puede variar dependiendo de la intensidad del uso y el cuidado que se le dé, señala el portal español Neder News.

Si una esponja muestra signos visibles de desgaste, como manchas, es señal de que ya es hora de reemplazarla porque probablemente no está cumpliendo su función de manera efectiva.
Trucos prácticos para el cuidado de la esponja
La vida útil de la esponja se puede prolongar empleando varias técnicas. Una de las más efectivas, según el portal Foman, es su buena limpieza para asegurarse de retirar residuos de alimentos con frecuencia durante procesos de lavado. De esta manera se evita acumulación de materia orgánica que pueda descomponerse fácilmente.
Además del lavado, es esencial su proceso de secado después de cada uso, ya que así también es posible eliminar parte de los residuos que podrían alimentar a las bacterias. Este método puede incluir enjuagarla con agua caliente y, en algunas ocasiones, usar un poco de detergente.
Otro truco clave es desinfectar la esponja. Este proceso se puede hacer al sumergirla en una mezcla de agua y vinagre o agua y peróxido de hidrógeno, productos que ayudan a eliminar gérmenes y bacterias.

Así mismo, es importante considerar el lugar donde se almacena, ya que requiere un lugar ventilado y seco para evitar la acumulación de humedad. Cada uno de estos trucos puede marcar una gran diferencia en cuanto a su durabilidad.
Para evitar la contaminación cruzada, se aconseja tener una clasificación de esponjas dependiendo el uso, contribuyendo también a una duración más prolongada. Para hacerlo sin fallar en el intento, se puede establecer un código de colores, por ejemplo: una de color verde para los platos y azul para las ollas y estufa, etc.
Recuerde que una limpieza adecuada de las esponjas de cocina es esencial en el hogar para prevenir enfermedades e incluso, malos olores.