Confidenciales
Más de 50 mujeres se reunieron para discutir sobre el futuro del movimiento feminista en el mundo

Han pasado tres décadas desde que cerca de 30 mil mujeres de todo el mundo, incluyendo una nutrida delegación latinoamericana, se congregaron en Beijing para acordar una hoja de ruta histórica en favor de la igualdad. Hoy, en Colombia, ese legado sigue vivo y vibrante. Así lo evidenció este espacio de encuentro y conversación entre feministas diversas. Desde lideresas históricas que participaron en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995 hasta jóvenes activistas que hoy luchan en sus territorios, el diálogo permitió reconocer los logros alcanzados, los retrocesos y las luchas que siguen vigentes.
El encuentro fue organizado por ONU Mujeres, con el apoyo de la Embajada de Suecia en Colombia, en el marco de las actividades que a lo largo del año conmemoran los 30 años de adopción de la Plataforma de Acción de Beijing.
Beijing, coincidieron muchas, fue una cristalización de la fuerza colectiva de las mujeres en América Latina y el Caribe, y sentó las bases para avanzar en temas como los derechos sexuales y reproductivos, la participación política, la erradicación de las violencias y la economía del cuidado. “Después de Beijing, logramos que la igualdad dejara de ser solo un asunto de mujeres y pasara a ser una cuestión de política pública”, señaló Beatriz Quintero, una de las participantes del proceso hace tres décadas. Ana Cristina González, otra de las feministas que vivió la cumbre de 1995, destacó que allí comenzó un feminismo que creyó por primera vez que era posible transformar el Estado desde adentro.
Las participantes coincidieron en que Beijing fue una herramienta política clave, pero que el impulso transformador viene de la fuerza organizada de las mujeres en cada rincón del país. “La plataforma nos dio el marco, pero ahora somos nosotras quienes ponemos el pulso y la urgencia para seguir avanzando sobre lo que allí se pactó”, expresó Camila Moreno Gil, joven lideresa que recalcó la importancia de conectar los compromisos internacionales con las luchas territoriales y comunitarias.