La Carpa del Mañana
“Entre nosotros hay una ruptura muy honda”: Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad
En la Carpa del Mañana de ARCADIA en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el presidente de la Comisión de la Verdad se sentó en la Mesa de Centro de Carlos Cortés para hablar sobre su trabajo de búsqueda de la verdad y la reconciliación en tiempos de posverdad y pérdida de empatía.
El padre Francisco de Roux ha sido conocido y respetado en Colombia por su larga trayectoria en temas de paz. Fundó el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, fue director del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), ha sido jurado del Premio Nacional de Paz, y ahora preside la Comisión de la Verdad, que empezó su mandato desde el 29 de noviembre de 2018. En la Carpa del Mañana de ARCADIA en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el padre se sentó a hablar con Carlos Cortés, periodista y creador de la Mesa de Centro de La Silla Vacía, sobre la Comisión, la posverdad y la pérdida de empatía.
“Esta ilusión de la paz, basada en la verdad y basada en cambios estructurales profundos del país, sigue convocándonos con determinación a personas de todas las edades”, dijo De Roux con ánimo, a pesar de haber manejado su discurso alrededor de la paz y la reconciliación desde hace décadas. Y a pesar, también, de inicialmente no estar interesado en hacer parte de la Comisión de la Verdad, hoy es el centro de un grupo de once personas que la conforman.
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Francisco de Roux, en principio, dijo que ni siquiera pensó en presentarse a la convocatoria para hacer parte de esta entidad por la dificultad que representaba el desafío. No obstante, como “al que no quiere caldo se le dan dos tazas”, contó, no solo lo nombraron como parte de la Comisión, sino que terminó siendo su presidente.
¿Pero cómo hablar de una Comisión de la Verdad si, como afirmó Cortés, “estamos repasando si la tierra es plana, si las vacunas son buenas o malas, si hay calentamiento global o no”? ¿Cómo buscar esta verdad del conflicto cuando incluso las verdades que ya dábamos por sentadas están siendo puestas en tela de juicio en tiempos de posverdad? En esa búsqueda de la verdad, dijo De Roux, es importante intentar aproximarse a la realidad. “El problema con este mundo de las fake news o de la posverdad es que trata de alejarse por completo de la realidad”, resaltó. Según él, esto —que logró victorias como las de Trump, el No en el plebiscito o el Brexit— funciona a corto plazo, pero a un largo plazo lo único que deja es una gran desconfianza, porque la ciudadanía deja de tomarse en serio la realidad.
En esa misma línea, Cortés cuestionó si los intereses alrededor de la Comisión de la Verdad son los mismos que existían inmediatamente después de la firma de los acuerdos de paz. Bajo el nuevo gobierno, que ha intentado reescribir incluso la idea de un conflicto armado interno, los intereses podrían no ser los mismos. Y, sin duda, el momento tampoco es el mismo. Las discusiones en torno al referendo por la paz ahora han sido reemplazadas por los debates en torno a la Jurisdicción Especial para la Paz, o por el asesinato continuo de líderes sociales. “Por eso nosotros vamos directamente a las víctimas”, señaló de Roux. Las preguntas que los investigadores de la Comisión hacen a estas personas no son preguntas del pasado: tienen que ver con plantearse reflexiones frente a contextos actuales, como el reciente atentado contra Francia Márquez y, a partir de ahí, “recomponer las preguntas sobre la historia”.
En la Carpa del Mañana de ARCADIA en la FILBo, Francisco de Roux se sentó en la Mesa de Centro de Carlos Cortés. Foto: ARCADIA.
Sin embargo, es difícil saber qué tanto espacio para maniobrar podrá tener la Comisión en el nuevo gobierno. Más aún, cuando todo su mandato ocurrirá precisamente bajo el gobierno de Iván Duque. Según el padre De Roux, hay “circunstancias de disminución serias de lo que se espera de la paz”. El presidente de la Comisión también aclaró que este no es un gobierno que, como el anterior, está convencido de que este sea el camino y esto, por supuesto, abre la posibilidad para cambios. “Queremos una paz grande, una paz con cambios estructurales profundos”, añade.
Para De Roux, no se trata de conseguir algunos empleos y hacer unas pequeñas obras para los excombatientes de las Farc. Se trata de poder tener una confrontación de fondo con la verdad y, para su sorpresa, a pesar de las complicaciones, se ha encontrado cada vez con más personas interesadas en contribuir a la verdad; excombatientes y víctimas, sí, pero también empresarios, paramilitares, exguerrilleros de todos los grupos, y personas en cárceles.
Y la confrontación de la Comisión no es solamente una confrontación con la verdad. Por el contexto en el que vivimos, De Roux y sus compañeros se enfrentan también a una pérdida de empatía casi sistemática. “Yo creo que entre nosotros hay una ruptura muy honda”, confiesa el padre. Él cuestiona la falta de empatía con la que los ciudadanos tratamos los asesinatos y las masacres que rigieron (y aún rigen) a Colombia. “Eso solo es posible en un país absolutamente quebrado, que no se entiende como una comunidad nacional”. Francisco de Roux, como muchos otros en la carpa en días anteriores, dio ejemplos de movilizaciones en otros países —Ecuador, con la muerte de los tres periodistas; Francia, con el caso de Charlie Hebdo—, y los comparó con la estasis colombiana.
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Mecanismos como la Comisión de la Verdad, la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, o la JEP pueden ayudar a revitalizar esas discusiones y, más que discusiones, pueden visibilizar los escenarios y situaciones del conflicto para que desde las ciudades salgamos de ese sopor y ese entumecimiento emocional. Para que nos movilicemos en apoyo a las víctimas y nos solidaricemos.
Lo que la Comisión pretende entregar al final de sus tres años de mandato es un relato comprensivo que ayude a entender qué fue lo que pasó en más de medio siglo de guerra. Hay una intención por despejar las mentiras, pero también se debe ir más allá, se debe entender por qué se dieron como se dieron las cosas para lograr la paz. Por eso el relato —que no solo será texto, sino que también será cine, arte, cultura— debe tener vías a la no repetición. “Pero no será una verdad oficial. Eso no existe”, aclara de Roux. “Será una reflexión seria, rigurosa, lo más veraz posible, pero abierta, para que siga la discusión”.
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