33.000 toneladas de acero se utilizaron en la obra. Esto equivale al peso de 4,5 torres Eiffel. | Foto: Jhon Estrada.

INFRAESTRUCTURA

El Pumarejo es es el segundo puente más ancho del mundo

Sí, supera al Golden Gate, y es además el atirantado más grande de Colombia. Esta compleja obra de ingeniería, llevada a cabo por la compañía Sacyr, se ha convertido en un símbolo caribeño y nacional.

9 de octubre de 2019

El 6 de abril de 1974 el presidente Misael Pastrana Borrero inauguró el Puente Laureano Gómez, ubicado a 20 kilómetros de la desembocadura del río Magdalena. La obra, diseñada por el italiano Riccardo Morandi, era motivo de celebración, pues conectaría a Barranquilla con la isla de Salamanca, en el departamento del Magdalena.

La construcción del puente había pasado por una intensa etapa de proyección y estudios. Los análisis establecieron que el gálibo –la distancia entre el agua y la estructura– debía tener 40 metros, pero al final tuvo solo 17; una decisión que frenó la expansión del puerto de Barranquilla.

Con el paso de los años quedó claro que el país debía impulsar el desarrollo de sus puertos, que se vio afectado por la decisión tomada en aquella época, y mejorar la conectividad hacia el norte de la costa Atlántica. Fue así como en 2015 el Instituto Nacional de Vías adjudicó el contrato para la construcción del Puente Pumarejo a la empresa española Sacyr.

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El puente ya está completamente terminado, pero será el 31 diciembre de este año el día en que el gobierno nacional lo ponga en servicio. Como explica el director del Instituto Nacional de Vías, Juan Esteban Gil, “es la obra más compleja e importante que se está desarrollando en Colombia. ¿Por qué? Por el alto nivel de su ingeniería estructural, por su componente arquitectónico, urbanístico y de integración a la movilidad”.

El Pumarejo inicia su recorrido en Barranquilla y concluye en el municipio de Palermo, Magdalena. Contó con una inversión de 735.000 millones de pesos, tendrá un gálibo de 45 metros que permitirá el paso de grandes buques como los tipo Handyside de 10.000 toneladas de carga. Y será el segundo puente más ancho del mundo gracias a su tablero de 38,10 metros, al superar al del Golden Gate, en San Francisco (que tiene 28 metros); y al de Brooklyn, en Nueva York (26 metros).

Requirió 33.000 toneladas de acero de refuerzo, lo que equivale al peso de 4,5 torres Eiffel, y tuvo que superar complejos procesos de construcción, algunos de ellos se ejecutaron sobre barcazas y con remolcadores en mitad del río Magdalena. Es el puente atirantado más grande de Colombia, el único del Caribe y ayudará a conectar al Atlántico con Magdalena y también a los proyectos de cuarta generación (4G) que se construyen entre Cartagena y Barranquilla.

Juan Pablo Durán, director del proyecto, quien inició la obra y la dirigió hasta finales de 2017, cuenta que “el puente es tan espectacular y monumental que no podía realizarse con sistemas que se encuentran habitualmente en el mercado. Todo ha sido pensado, fabricado y diseñado especialmente para esta obra”. Un ejemplo de ello es la autocimbra utilizada durante el proceso constructivo: tenía 140 metros de largo y pesaba 1.500 toneladas, tres veces más que una convencional. En España, por ejemplo, muchos viaductos para el tren de alta velocidad son ejecutados con autocimbras de 500 toneladas. La que se utilizó en el puente supera todos los estándares.

El Pumarejo, tal y como lo asegura el ingeniero y actual director del proyecto, David Gutiérrez, “es un símbolo de la arquitectura e ingeniería en Colombia, no solo en Barranquilla. Fue un reto materializarlo por su complejidad técnica (que pocas veces ha sido abordada) y porque posee dificultades a nivel de geometría. No fue sencillo de hacer, pero aquí está”.

Por su parte, el alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, celebra que “tendremos una nueva infraestructura. Imponente y a la altura de la ciudad, que es reconocida por su romance con el río Magdalena, y por ser un puerto de la mayor importancia. Nos merecemos una obra de esta magnitud. El nuevo puente recoge el sentir y el clamor de los colombianos, pero especialmente de los barranquilleros”.