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Nunca le diga que ‘no se puede’ a un emprendedor bellanita
Le presentamos cuatro ejemplos de invenciones ‘made in’ Bello, que demuestran el talento de su gente.
Juan Carlos López tiene 54 años y en 2015 sufrió de cáncer de páncreas. Aunque los médicos le dijeron que no podría volver a trabajar, debido a las secuelas de la enfermedad, él se negaba: “¿Cómo que no puedo? Yo siempre he sido muy echado pa’ lante”. Mientras pensaba junto a su esposa qué podría hacer, uno de los tubos de agua de su casa se reventó. No encontraron un plomero.
Se dieron cuenta de que en su barrio no existía un directorio donde la gente pudiera encontrar fácilmente los servicios que necesitaba. En ese momento López y su mujer decidieron crear comproenelbarrio.com, una base de datos que le permite a la gente visibilizar su negocio y encontrar rápidamente la asistencia que se requiera.
Todos pueden registrarse, desde el trabajador más humilde hasta una empresa ya establecida. Lo único que deben hacer es pagar 100 pesos diarios, es decir 36.500 al año para promocionar su actividad. Esta iniciativa, premiada por el programa Emprende Hoy y cuya premisa es ‘encuéntralo todo cerca de casa’, es un ‘gana-gana’ que beneficia tanto a quien presta el servicio como a quien lo requiere.
Juan Carlos López es un bellanita de 54 años que creó comproenelbarrio.com Foto: Diego Zuluaga
¿Sin formol?
Un día cualquiera, Blanca Rocío Vanegas, de 44 años, hablaba con un amigo suyo que ha trabajado durante mucho tiempo en el sector cosmético capilar. En medio de su conversación se preguntaron si sería una buena idea crear un producto alisador para el pelo libre de formol. Así nació, en 2015, I Woman Liss.
Esta es “una empresa que de verdad cuida la salud capilar de la persona y del medioambiente”, asegura Blanca. Por esto, ella y su amigo decidieron crear productos con queratina y carbocisteína, dos proteínas que están en el pelo de manera natural y que no liberan moléculas tóxicas.
Para impulsar su negocio, los emprendedores tocaron la puerta del Área Metropolitana y se presentaron a una convocatoria de esta entidad en la que salieron ganadores. Gracias a esto, I Woman Liss está recorriendo los diez municipios del Valle de Aburrá y en lo que va del año ha vendido más de 400 unidades.
Blanca Rocío Vanegas se inventó un producto que alisa el pelo sin formol. Foto: Diego Zuluaga
Bello reciclado
“Mi sueño es darles trabajo a madres cabeza de familia”, asegura Vanessa Puerta Velásquez, una bellanita de 32 años que emprende desde sus 22, y cada vez está más cerca de cumplir su objetivo. Hace diez años tuvo la idea de fabricar billeteras, carteras y cosmetiqueras a partir de envases de Tetra Pak, un material que para la época no se reutilizaba en el país.
Fue así como nació Eywa, una marca que recolecta entre 50 y 70 kilos de reciclaje al mes para elaborar sus artículos. “Con el negocio hemos logrado distribuir a nivel nacional e internacional. En el exterior han gustado mucho nuestros productos porque los hacemos con material recuperado y, de paso, evocan nuestra identidad colombiana”, asegura su fundadora. Es común, por ejemplo, encontrar billeteras diseñadas a partir de envolturas de chocolatinas Jet y Chocorramo.
Eywa ha ganado concursos reconocidos como Antójate de Antioquia y Emprender para la Vida. Además, ha participado en eventos importantes como Colombiamoda y Exporesiduos, en Medellín; así como en Expoartesanos, en Bogotá. A este ritmo, pronto podrá cumplir su sueño de dar empleo a madres cabeza de hogar.
Vanessa Puerta Velásquez, hace billeteras y cosmetiqueras con Tetra Pak. Foto: Zuluaga
Cuidar el planeta
Nunca es demasiado temprano para comenzar un emprendimiento. Eso no es necesario decírselo a los ingenieros Sara Catalina Cure (23 años) y a su novio Hugo Gómez (25). Hace dos años decidieron fundar MundoSos, un negocio que consiste en la instalación de paneles solares que permitan captar agua lluvia para utilizarla en actividades de riego y aseo.
Pero salir al mercado no ha sido fácil. Su producto requiere una inversión que oscila entre los 9 y 10 millones de pesos y sus ventajas se sentirán cuatro o cinco años después de la instalación. Por eso, ahora les están apostando a pequeñas y medianas empresas que incluyen este tipo de proyectos sostenibles dentro de su programa de responsabilidad social. Queda mucho camino por recorrer, pero eso no les impide intentarlo. “Queremos aportar desde nuestro conocimiento técnico al cuidado del medioambiente”, afirman.
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Sara Catalina Cure y su novio, Hugo Gómez, construyen páneles para reutilizar el agua lluvia. Foto:Diego Zuluaga