MARÍTIMO
Así nació Isacol, la agencia marítima más importante de Colombia
Fue fundada en 1976, en Cartagena de Indias, por el capitán César Rojas. Nació como un pequeño sueño familiar y hoy es la firma colombiana más relevante en el negocio de los buques tanqueros.
En 1972, después de 21 años de servicio, el capitán César Rojas se retiró con honores de la Armada Nacional. Tenía un arsenal de conocimientos sobre economía, electrónica y termodinámica, que había recibido como recompensa por haberle entregado gran parte de su vida al océano. Sin embargo, a pesar de su experiencia afrontaba una difícil situación: ya superaba los 40 años y debía hallar un nuevo trabajo.
Para hacerlo, volvió a su natal Bogotá, de donde había salido a los 15 años para entrar a la Escuela Naval, en Cartagena. En Bogotá ocupó diversos cargos directivos que le daban el sustento pero no le generaban mayor gratificación. En las grises tardes capitalinas el capitán siempre pensaba en volver al mar. “Mi trabajo tenía que ser en Cartagena porque yo sabía de buques y lo demás era ‘carreta’”, confiesa.
Con esta idea en mente decidió empezar de nuevo en la bahía que tanto extrañaba. Y encontró la gran oportunidad de su vida en una agencia marítima en quiebra, que tenía como oficinas un par de contenedores en la playa. Allí, en 1976, fundó International Shipping Association (Isacol S.A.), la principal compañía de agenciamiento marítimo de buques tanqueros del país, que hasta hoy ha atendido a más de 10.800 naves de todo el mundo.
“Al principio trabajé para algunos yates y barcos pesqueros. Pero en 1977, cuando Ecopetrol empezó a exportar ‘fuel oil’, me asignaron el primer barco tanquero y 12 meses después ocho barcos más. Fue un gran descubrimiento: ¡Ese era el mercado!”, dice el capitán César Rojas.
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Usted se preguntará cómo es posible que casi de la nada surja una empresa con las dimensiones actuales de Isacol. La respuesta: a diferencia de otros negocios como las líneas navieras y los puertos, que requieren de inmensas fortunas para operar, las agencias marítimas tienen como principal materia prima el conocimiento, la coordinación y la credibilidad de sus miembros.
Este tipo de negocios, que surgieron hace más de una década, se dedican a atender todas las necesidades de los buques extranjeros que navegan hacia los puertos nacionales, desde el relacionamiento con los clientes y la coordinación del desembarco, hasta la asesoría legal y la tramitación de documentación aduanera. En palabras de David Sierra, gerente administrativo de Isacol: “El agente marítimo es el representante de un buque en tierra. Vela por los barcos y por el cumplimiento de las reglas del territorio nacional”.
Es un negocio complejo. “Para que las empresas internacionales confíen en una agencia marítima se requiere que esta les demuestre su profesionalismo; esa ha sido una de nuestras principales virtudes –explica Sierra–. En Isacol hemos hecho grandes esfuerzos para contar con el personal calificado. Generamos confianza. Nos la hemos ganado”.
No obstante, cuando nació la compañía eran pocas las empresas en el país que se dedicaban al agenciamiento de buques quimiqueros y petroleros. Y eran escasos los profesionales locales que conocieran a fondo dicho negocio. De hecho, la situación aún persiste. Ante tal panorama, la agencia asumió la formación de los más de 30 colaboradores con los que hoy cuenta: se dictan cursos internos de agenciamiento marítimo y se financian estudios superiores (desde carreras profesionales y cursos de inglés, hasta maestrías). Todo se costea con un fondo de educación para empleados creado con recursos propios de la empresa. Esto ha desencadenado que, como lo señala orgulloso su fundador, “casi todas las agencias que hoy manejan buques de petróleo en Colombia tengan agentes formados por nosotros”.
El propósito de estos esfuerzos no apunta solo al fortalecimiento del sector. “Queremos despertar en nuestros trabajadores la necesidad de pensar en el futuro”, agrega Sierra. Por eso, además, Isacol ha apoyado económicamente la construcción de vivienda de siete de sus empleados.
Lo conseguido por esta firma, que aún es una compañía de propiedad familiar, es ejemplar; aquella pequeña agencia marítima que nació en 1976, se ha convertido en la segunda principal transportadora de carga del país –según las cifras de la Andi–. ¡El sueño del capitán valió la pena!