Luis Pérez, Gobernador de Antioquia. | Foto: David Estrada

ENTREVISTA

"Necesitamos que el mundo pase por Antioquia"

Ese es el anhelo de Luis Pérez Gutiérrez, gobernador del departamento, quien lideró la construcción del Túnel de Oriente y la pavimentación de 1.500 vías campesinas. SEMANA habló con él sobre los proyectos que deja marchando y los que deberá retomar su sucesor.

20 de octubre de 2019

SEMANA: ¿Qué significa para Antioquia hacer realidad el proyecto del Túnel de Oriente?

Luis Pérez Gutiérrez: El proyecto del Túnel de Oriente se firmó como un modelo teórico en la época de Álvaro Uribe Vélez. Primero se hicieron algunos estudios, pero no se sabía ni siquiera por dónde se debía ir. Todos tenían una opinión distinta, sin embargo, con el paso del tiempo se fue avanzando en diseños y permisos ambientales. Cuando nosotros llegamos, estimamos que el túnel iba más o menos en un 12 o 13 por ciento. El siguiente paso fue su construcción y para eso se necesitaban recursos

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Al principio la propuesta de financiación fracasó porque habíamos solicitado una tasa aeroportuaria de 5.000 pesos por cada viajero que saliera de Medellín y, con una visión muy corta, las compañías aéreas demandaron ese proyecto y el Consejo de Estado lo suspendió. No obstante, eso no nos paralizó. Lo que le compete al departamento se entregó en su totalidad. No debemos ni un solo centavo y pudimos acelerar esta obra. El Túnel de Oriente es un ejemplo para la ingeniería, la política, los gobiernos y una satisfacción para la ciudadanía. En Colombia se volvió a levantar el ánimo porque veníamos de unos fracasos muy grandes de la ingeniería: tumbando edificios de 35 pisos, dos o tres puentes importantísimos hechos por constructores de altísima calidad y que se cayeron, el derrumbe del Meta, el de aquí del suroeste. Así que este túnel ha revivido la esperanza de que puede haber buena ingeniería.

SEMANA: ¿Cuánto aportó la Gobernación para construir este proyecto?

L.P.G.: El túnel está más o menos 50 y 50. Entre sector público y sector privado colocamos cerca de 500.000 millones de pesos. El resto lo sacamos a crédito y ambos respondemos con los peajes. Aquí vale la pena hacer una observación importante: se nos están abriendo hoy nuevas puertas. Las carreteras, que antes eran una carga para el Estado, se están volviendo un gran negocio para los inversionistas. De hecho, algunos privados ya compraron participación en el Túnel de Oriente.

SEMANA: La relación de confianza entre los sectores público y privado es clave para sacar adelante este tipo de iniciativas...

L.P.G.: Sí, de hecho tenemos en proceso varias Asociaciones Público-Privadas, como la del proyecto de la autopista del Alto de Las Palmas, que tendrá 13 kilómetros. Este costará 990.000 millones de pesos, no tendrá inversión pública y será tan importante como el Túnel de Oriente. Además, hemos hecho una propuesta de Asociación Público-Privada para un proyecto que iría desde Puerto Berrío hasta Remedios, en Antioquia, para acortar el viaje de Medellín a la costa. Esto evidencia que el departamento es un buen producto para invertir en carreteras y que además hay muy buena relación entre el sector de gerencia pública y el privado.

SEMANA: La salida hacia el Pacífico es otra de las tareas pendientes. ¿Cómo avanzan estos planes?

L.P.G.: Llevábamos más de 50 años en los que el suroeste estaba esperando una vía decente para comunicarse con Manizales, Risaralda, el Valle del Cauca y, finalmente, con el Puerto de Buenaventura. Los proyectos para lograrlo ya avanzan en la etapa constructiva. Esto es una revolución para Antioquia porque la región no pensaba ni estaba interesada en salir hacia el mundo. Y aunque somos fuertes en lo local, debemos aprender a competir en lo global.

SEMANA: ¿Por eso quiso que uno de sus programas bandera fuera la pavimentación de vías campesinas?

L.P.G.: Cuando me posesioné teníamos 12.000 kilómetros de vías campesinas y solamente 90 con pavimento. Ese paisaje se refleja en todo el país: los campesinos y el campo son los más abandonados de Colombia. Por eso, allí, en lugar de producir legalidad y riqueza, se produce ilegalidad, dolor y tristeza. Debido a ello decidí que mi tarea era poner de moda al campo, buscar que el Gobierno y los empresarios hablen de él. Entonces me propuse pavimentar 1.000 kilómetros de vías campesinas. Todos se reían de mí, pero hemos pavimentado más de 1.500. En ese proceso nos hemos encontrado las experiencias más espectaculares: los campesinos lloran de la alegría, barren las calles y ya no se tienen que quitar los zapatos para bajar al pueblo y volvérselos a poner en el atrio de la iglesia. Además, sus propiedades han aumentado de precio dos o tres veces.

SEMANA: En resumen, ¿qué le deja esta administración en términos de infraestructura a Antioquia?

L.P.G.: Primero, una nueva mentalidad: dejar de ser un departamento encerrado en sus montañas y abrirse al mundo para llevar su riqueza y traer cosas de afuera. Lo segundo es que estamos haciendo la tarea por el campo colombiano, no solo con el tema de movilidad, sino con desarrollo integral. Lo tercero es que buscamos ser la región con más kilómetros de ciclovía y de espacios públicos en América Latina. Por ejemplo, están las ciclovías en Oriente, en Medellín, en todo el Valle de Aburrá y en Urabá. Y no solo les estamos apostando a las vías terrestres, también trabajamos en una red de aeropuertos. Estamos haciendo el Aeropuerto en Necoclí, recuperando el Aeropuerto de Turbo y comprando una tierra para ampliar el de Urrao, que es una tierra donde se siembran aguacates para exportar. Ya recuperamos el Aeropuerto de Ituango y estamos trabajando en el de Amalfi.

SEMANA: ¿Qué proyectos estratégicos debe continuar su sucesor?

L.P.G.: Con la misma alegría que me posesioné, me voy el primero de enero de 2020. He trabajado día y noche tratando de hacer todos los proyectos para dejar trabajar al que sigue. Sin embargo, le diría al mandatario que me suceda que las necesidades nunca se acaban y le haría unas recomendaciones de política general en tres aspectos: espacio público, medioambiente y conservación de aguas. Eso es absolutamente fundamental para el futuro y no se debe dejar de lado el proceso de desarrollo vial del departamento.

SEMANA: ¿Cómo se imagina la conectividad de Antioquia en 2030?

L.P.G.: Estamos haciendo un trabajo que vamos a publicar en diciembre que se va a llamar Antioquia 2050. Este es un proyecto para orientar el departamento a las metas esenciales que creo detonarán un camino nuevo. Sueño que en Urabá habrá una nueva ciudad tan grande como Barranquilla, pero ambientalmente sostenible, planeada y segura. Quiero que el Pacífico y el Caribe se unan pasando por Antioquia, con el ferrocarril. De hecho, espero dejar la primera fase de 100 kilómetros de ese proyecto financiada. En resumen, sueño que todos estos proyectos se ejecuten porque necesitamos que el mundo pase por Antioquia.