Las vías del progreso
Cafetales con brisa de mar
Las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta se han consolidado como una importante zona cafetera del país. Una tradición que se remonta a finales del siglo XIX, cuando empresarios extranjeros le apostaron al cultivo de este grano.
La dulce fragancia a nueces aparece una vez el agua caliente penetra los granos tostados y molidos del café orgánico que crece en las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Con el primer sorbo es posible descifrar sus sutiles notas de chocolate y su delicada acidez. En el paladar queda una reconfortante sensación. Se trata de una bebida suave, llena de matices, que devela una tradición cafetera con sello caribe.
Cada taza cuenta una historia. La de una cultura de campesinos dedicados a sembrar uno de los cafés más especiales de Colombia, de edición limitada, que debido a las características climatológicas de esta zona solo se produce una vez al año, entre septiembre y febrero, y cuyos cafetales crecen a la sombra de otros árboles para resguardarse del inclemente sol costero.
Una tradición cafetera de la que dependen 4.881 familias del departamento del Magdalena que respetan los valores milenarios de la tierra de sus ancestros. Por su íntima relación con la Sierra Nevada, se les reconoce como pioneros en la producción de cafés orgánicos, acreditados con el sello Fairtrade.
“El departamento cuenta con más de 3.000 hectáreas certificadas para la producción de café orgánico y más de 300 certificadas para la producción de café amigable con el medioambiente”, asegura la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.
Por las características de estas tierras, sus condiciones climatológicas y la variedad de café que allí se cultiva, este producto cuenta con su propia Protección de Denominación de Origen, conferida el 30 de enero de 2017 por la Superintendencia de Industria y Comercio, mediante la resolución 2484.
Cafetales ecológicos
En el Magdalena, el cultivo de café mediante técnicas amigables con el medioambiente es una de las líneas estratégicas para la preservación del macizo montañoso de la Sierra Nevada. Así quedó consignado en el Plan de Desarrollo Sostenible para la Conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta, elaborado por la Fundación ProSierra Nevada de Santa Marta en 1997.
“De ahí nace la Red de Productores Ecológicos de la Sierra Nevada de Santa Marta (Ecolsierra), de la que hoy son parte 23 organizaciones de base que se traducen en 450 fincas, de las cuales 380 están certificadas como orgánicas”, cuenta Víctor Cordero, gerente de la Red Ecolsierra.
Ellos sembraron la semilla
Fueron empresarios belgas, norteamericanos e ingleses, entre otros, quienes originaron la cultura cafetera en las estribaciones de la sierra, más específicamente en el municipio de Minca, a 14 kilómetros de Santa Marta. Apellidos como Flye, Bowden y Weber son bien conocidos entre los campesinos de la zona. Estos emprendedores se dejaron encantar por la selva tropical colombiana y cubrieron el terreno con cafetales de la especie coffea arábica.
De esa primera época dorada, que tuvo lugar a finales del siglo XIX y comienzos del XX, sobresalen haciendas como La Victoria, Cincinnati, Vista Nieve, El Recuerdo, Minca y María Teresa, la mayoría aún en funcionamiento. El cultivo se expandiría luego hacia el municipio de Bonda, donde se establecieron las haciendas Jirocasaca, Onaca, Manzanares y Las Nubes, entre otras.
Hoy la actividad se concentra en Ciénaga, con el 57 por ciento del área cultivada. Allí, entre las montañas y con un clima más templado, está el corregimiento de Palmor, cafetero, con campesinos de sombrero, machete y poncho que andan a caballo o en ‘yipao’, descendientes de aquellos recolectores de café de Antioquia y Santander que iban de correría por el país tras las cosechas. “Un pueblo de cachacos”, dicen de manera informal los cienagueros.
Según la Federación Nacional de Cafeteros, el Magdalena produce alrededor de 12 millones de kilos de café y tiene 20.297 hectáreas dedicas a esta siembra, lo que representa el 4,5 por ciento del PIB agrícola del departamento.
Los principales compradores en el exterior son Estados Unidos y Japón. En el puerto de Santa Marta se acopian los sacos de granos de café de la Sierra Nevada, recolectados a mano y transportados a lomo de mula, ‘yipao’ y camión. Sobre los costales se lee la inscripción ‘Excelse coffee of Colombia. 70 kg NET’. Una larga travesía le espera a este selecto producto, hasta llegar a su destino final y convertirse en una humeante bebida con aroma y sabor caribe.