ASISTENCIA
Así son los ‘ángeles’ de la FAC que rescatan heridos y enfermos en todo el país
Bajan, literalmente, del cielo, para ayudar a los civiles o a los miembros de la fuerza pública que estén en peligro. Los llaman así, pero en realidad son helicópteros Black Hawk, con atención médica prioritaria.
En medio de un intenso dolor, de la desesperación de sus compañeros y el trabajo de los enfermeros de combate que luchaban por estabilizar sus signos vitales, el cabo primero Dayner Cuervo Triana, adscrito al Batallón de Ingenieros No. 15 del Ejército, vio cómo desde el aire llegaba su esperanza de vida: el ángel de la Fuerza Aérea Colombiana.
Se vivieron momentos de incertidumbre después de que el soldado Cuervo activara una mina antipersona en la zona rural del municipio de Bagadó, Chocó. Ahí estaba, junto a sus compañeros, cumpliendo una misión de control territorial en una región en la que aún persisten las amenazas de los grupos armados ilegales. Tan pronto llegó el UH-60 Black Hawk, la tripulación de la Fuerza Aérea lo estabilizó y movilizó a un centro asistencial en Medellín. Todo sucedió el pasado lunes 18 de junio y aunque el cabo perdió su pie izquierdo, su vida está a salvo.
La FAC afronta este tipo de misiones casi todas las semanas, y está dispuesta a llegar a los rincones más alejados donde los integrantes de la fuerza pública cumplen sus misiones, o donde los civiles requieren de las evacuaciones aeromédicas y las tripulaciones de los helicópteros Black Hawk, denominados ‘ángeles’.
El coronel José Luis Avendaño Hurtado, subdirector del Centro Nacional de Recuperación de Personal de la Fuerza Aérea, explica la evolución que ha tenido este tipo de evacuaciones en Colombia. Recuerda que tiempo atrás, por causa del conflicto armado, los pilotos y tripulantes debían tener conocimientos adicionales en muchos frentes, y esto los convirtió en referentes mundiales. “Las evacuaciones aeromédicas nacen de la necesidad de sacar a nuestros hombres del campo de batalla. Como resultado de los combates hay muchos heridos, también por efecto de las minas antipersona. La Fuerza Aérea identificó la necesidad de rescatar de una manera rápida a los soldados para lograr su supervivencia. Así que desde hace unos 12 años se decidió profesionalizar la misión de evacuación y el traslado aeromédico”, cuenta el oficial.
Al comienzo, estas evacuaciones de los heridos en las aeronaves de la Fuerza Aérea no iban más allá de un simple traslado. La víctima recibía primeros auxilios y era llevada a un hospital o una clínica. Hoy todo es diferente gracias a los enfermeros de combate que se encuentran en las zonas de operaciones y a los ángeles que están dotados de equipos especializados para una atención médica prioritaria. Además, en su tripulación viajan por lo menos dos pararrescatistas.
Estas evacuaciones también favorecen a la población civil, especialmente a quienes no tienen un centro asistencial cercano y tampoco cuentan con los medios para costear un traslado especializado en caso de emergencia. En esta etapa de posconflicto “movilizamos más civiles que integrantes de la fuerza pública y la mayoría de militares que transportamos necesitan atención por enfermedades o accidentes”, agrega el coronel.
Avendaño recuerda una de las operaciones más difíciles y satisfactorias que lideró. La víctima era un niño que por accidente se disparó en la cara con una escopeta que su padre usaba para cazar. “Recibimos una llamada desde Carurú, en el Vaupés. Era la noche del 27 de octubre de 2016. Nos dijeron que un menor estaba grave con un disparo en la cabeza. Evaluamos el plan de vuelo, la meteorología y salimos con un ángel desde La Macarena, Meta. Durante el vuelo tuvimos que aterrizar varias veces a reponer combustible, pero finalmente llegamos por el niño, lo estabilizamos mientras volábamos a Villavicencio, donde pudo recibir atención especializada. Fue una misión nocturna que duró unas cinco horas”.
Para salvar vidas, la Fuerza Aérea tiene siempre dispuestos (sin importar la hora o el día) los helicópteros con sus tripulaciones en las bases de Atlántico, Antioquia, Casanare, Vichada, Meta, Guaviare, Nariño y Valle del Cauca. “Nuestro principal impedimento es el mal tiempo, de resto nada nos detiene para llegar hasta donde se encuentre la persona que nos necesita”, concluye el coronel.