Cada día llegan al CRI alrededor de 400 usuarios quienes en su mayoría han sido víctimas de minas antipersona o de impactos por arma de fuego. | Foto: Guillermo Torres

BIENESTAR

El lugar donde los soldados y policías discapacitados recobran la fe

El Centro de Rehabilitación Inclusiva (CRI) reconstruye los proyectos de vida de los miembros de las Fuerzas Militares heridos en combate y los convierte en grandes deportistas.

Daniela Abella*
14 de julio de 2018

John Fernando Sánchez tarda 30 minutos en subir el Alto del Vino desde el puente de Guadua. No pedalea con sus piernas, no las tiene –se las arrebató en 2012 la explosión de una bomba mientras cumplía con su deber–, lo hace con sus manos en una handbike. Desde hace cinco meses este soldado profesional del Ejército colombiano asiste al Centro de Rehabilitación Inclusiva (CRI), donde ha recobrado sus fuerzas y la fe en la vida.

Cada día llegan al CRI alrededor de 400 usuarios quienes en su mayoría, al igual que John, han sido víctimas de minas antipersona o de impactos por arma de fuego; 150 de ellos, miembros de las Fuerzas Militares se recuperan y hospedan en las instalaciones para llevar a cabo un programa integral de rehabilitación.

El objetivo del centro es fortalecer a sus miembros en nuevas competencias, en la búsqueda de empleo, en el deporte y el emprendimiento. Es un espacio único en su tipo y el más importante en América Latina. Cuenta con 17.000 metros cuadrados de espacios innovadores como simuladores de transporte público, vivienda, piscina, gimnasio, equipos de ejercitación mental, muro de escalar y aulas para formación.

El programa de actividad física es una de sus iniciativas más destacadas y se ha consolidado como un semillero de formación de deportistas. Muchos de ellos compiten en torneos locales o representan al país en el exterior. Aquí se forjó la pionera de la esgrima paralímpica en Colombia, campeona nacional en pistola de aire y subcampeona de rifle, Rosa María Sánchez, suboficial retirada de la Policía Nacional. Dos impactos de bala que alcanzaron su médula ósea la dejaron cuadrapléjica en 1994. “Desde hace 13 años me dedico al deporte de alto rendimiento. Durante diez practiqué tiro paralímpico y hace tres empecé con esgrima. Esta ha sido la mejor opción para recuperarme mental y físicamente, porque la mente se distrae y no tiene tiempo de deprimirse o echarse a la pena. Este mes de julio representaré al país en Polonia en esta disciplina”, dice Rosa.

Al igual que la suboficial Sánchez, Tony Manuel Álvarez, soldado profesional retirado del Ejército, eligió el deporte como parte de su recuperación. En 2011 patrullaba en los límites de Antioquia con Córdoba cuando pisó una mina antipersona. Perdió la pierna derecha y tuvo que someterse a varias intervenciones para reconstruir su pie izquierdo. Ocho meses en silla de ruedas lo impulsaron a entrenar y hoy representa a Colombia en la disciplina de power lifting.

Diana Gutiérrez de Piñeres, directora del CRI, explica que uno de sus grandes retos es lograr que la mayoría de uniformados en condición de discapacidad puedan entrenar y recuperar su ilusión aquí. “Hemos identificado a 4.000 miembros de la fuerza pública que viven fuera de Bogotá y que son potenciales usuarios”.

Este centro es el espacio ideal para reconstruir los proyectos de vida de los miembros de la fuerza pública. “El proyecto de vida de un soldado que quería servir al país cambia de un momento a otro. De repente se encuentra en una situación muy difícil, no podrá seguir prestando servicio y tiene que insertarse en la vida civil. El CRI lo acompaña en ese tránsito y lo impulsa a buscar sus intereses”, asegura Piñeres.

No es fácil, pero finalmente estos hombres y mujeres consiguen poco a poco reconstruir su futuro y perseguir nuevos sueños, como el soldado Sánchez, quien además de participar en los Juegos Nacionales, representará a Colombia en la disciplina de handbike en los Paralímpicos de Tokio 2020.

*Periodista.