EXPORTACIONES
En Japón se come banano colombiano
La compañía nacional Daabon, fundada por la familia Dávila, exporta desde finales del siglo pasado este fruto caribeño a tierras asiáticas. Con sake y karaoke conquistaron ese mercado.
Esta historia comienza en 1914 con un hombre amante de la agricultura, una planta de banano y el Caribe colombiano de escenario. El protagonista es Alberto Pío Dávila, un costeño que con su trabajo y persistencia logró que de ese primer ‘palo’ resultara una exitosa empresa exportadora de este fruto a Estados Unidos.
En 1980 se fundó el Grupo Daabon y la familia del abuelo agricultor empezó a recorrer sus primeros pasos para convertirse hoy en el mayor exportador colombiano de productos orgánicos a todos los continentes. En esa carrera, uno de los retos más apasionantes, sin lugar a dudas, fue la llegada del banano samario ciento por ciento orgánico al Japón.
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“Tuvimos la idea de hacer negocios con Japón durante varios años. Logramos cerrar el acuerdo después de haber bebido muchos ‘sakes’ y asistir a una buena cantidad de ‘karaokes’ en los que, por supuesto, nos tocaba participar y cantar. Es una tarea que lleva tiempo porque, además, te visitan no menos de tres o cuatro veces para entender muy bien cada propuesta”, explica Manuel Julián Dávila, presidente de la compañía.
Si bien es un mercado altamente exigente, Daabon tiene una ventaja en términos de calidad y eficiencia: no tiene ningún intermediario. Para la empresa ha sido fundamental trazar sus propios caminos de formalización y hasta hoy no ha acudido a multinacionales extranjeras para exportar. El mismo grupo se encarga de hacer todo el proceso, de ahí la razón de su filosofía corporativa: ‘From de soil, to the market’ (desde el suelo hasta el mercado).
Durante los últimos 18 años, no ha habido una semana sin que el banano del Grupo Daabon emprenda un viaje desde el puerto de Santa Marta con destino a Japón. Una vez en la sede japonesa, un equipo de ocho personas lo revisa por última vez y lo distribuye a todo el país por medio de cooperativas de consumidores.
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Allá el banano samario es una fruta exótica muy apetecida y se vende en las más de 150 tiendas de Ito Yokado, una de las cadenas de supermercados más grandes y prestigiosas del país, que se encuentra por todo el archipiélago.
“El mercado japonés se caracteriza por sus altos estándares de calidad, pagan muy bien, pero exigen mucho. Eso implica un cultivo de banano con unos cuidados diferentes y un control de plagas e insectos muy riguroso para evitar que la fruta sea atacada durante el tiempo en que está siendo transportada. Es un negocio complejo, pero que obliga a hacer las cosas mejor. Además, como este banano tiene un sabor y una dulzura diferentes al banano filipino (el más común) hemos logrado posicionarlo muy bien allá”, dice Manuel Julián.
Junto con el banano, también comercializan aceite de palma de cera y café liofilizado. Actualmente, cuentan con marcas como Fresh Press, de aceite de palma orgánico, y Organic Mountain, un café saludable y soluble. En palabras del presidente, “el café de la Sierra Nevada de Santa Marta es muy apetecido en ese país porque tiene las características que ellos buscan: una acidez baja y poca cafeína. Este es un mercado bastante bueno que se viene atendiendo desde el año 2000”.
Recientemente, la empresa ha incursionado en la industria cosmética con jabones y glicerinas de grado farmacéutico a base de palma. También, junto al gobierno japonés, se encuentran desarrollando un protocolo de exportación que les permita abrir el mercado del aguacate hass y seguir ampliando sus redes en el país asiático.
“De esta experiencia la compañía ha aprendido mucho. De alguna forma hemos replicado estas enseñanzas para nuestros mercados de Estados Unidos, Italia y Europa, y nos hemos convertido en una empresa reconocida por su buena calidad. Nuestra relación comercial con el Japón ha sido muy exitosa, les hemos aprendido mucho y hoy, por encima de todo, somos grandes amigos”, concluye Manuel Julián Dávila.