El liderazgo social también se aprende en las ‘aulas’

Los liderazgos sociales en América Latina responden a las características y a las necesidades propias de cada país; estos enfrentan problemáticas que, aunque parecidas, tienen matices diferentes. Ahora, sea como sea, todos requieren de líderes que ayuden al desarrollo y al cambio social en la región. Y en ese sentido, en el continente existen diferentes iniciativas, institutos o centros de formación que se dedican a la capacitación de hombres, mujeres, niños y jóvenes, con diversos enfoques, para que asuman ese papel e impacten de esta forma a sus comunidades, regiones o países.

El Instituto de Liderazgo Simone Beavouir (ILSB), organización feminista de la sociedad civil, con 19 años de trayectoria, es un buen ejemplo. Uno de sus principales aportes es la apertura de nuevos espacios para las mujeres candidatas y la correspondiente ocupación de cargos de toma de decisiones dentro del gobierno. El instituto comenzó con la formación de muchas de ellas en sus liderazgos, apoyándolas en el desempeño de sus funciones, y en la creación de una agenda con enfoque de género. Con el paso de los años, sus programas de formación, enfocados en poblaciones afromexicanas, indígenas y jóvenes, entre otras, han construido una sociedad más justa.

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Hoy el ILSB trabaja en tres estados de México y ha conformado varios procesos formativos, entre ellos la Escuela Regional de Liderazgo, en alianza con otras iniciativas de la sociedad civil o movimientos en otros países. A la fecha, esta iniciativa ha tenido un impacto en la formación de más de 20.000 personas. “Muchas de las mujeres que hemos acompañado en estas redes, específicamente en procesos formativos, hemos visto que luego ocupan puestos de representación popular. Por ejemplo, nueve de ellas, de grupos indígenas, llegaron el año pasado a ocupar cargos en el poder Ejecutivo”, dice, desde Ciudad de México, María Eugenia Likar, coordinadora del ILSB.

Al extremo sur del continente, en Chile, la Fundación Casa de la Paz nació en medio de la dictadura de Augusto Pinochet. Surgió como un proyecto ecologista en el marco de la iniciativa de la ONU, de 1982, que invitaba a trabajar para superar el riesgo de la guerra nuclear y la destrucción ambiental. Luego se convirtió en punto de encuentro de organizaciones ambientalistas y pacifistas en Santiago. Hoy se enfoca en la formación de líderes para la participación ciudadana y el desarrollo sostenible.

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En el caso de Colombia, en los últimos años se han fortalecido programas de educación de líderes sociales enfocados en la coyuntura que vive el país. La organización Acción Popular Cultural (ACPO), pionera en proyectos como Radio Sutatenza, ha desarrollado, a través de las Escuelas Digitales Campesinas, la formación de personas de La Guajira y Antioquia en liderazgo para la paz, específicamente en el fortalecimiento de sus habilidades blandas. “Queríamos reforzar las capacidades comunicativas de los campesinos para que pudieran ser escuchados”, cuenta Santiago Serrano, técnico de proyectos de la ACPO.

Con objetivos tan diversos y enfoques que van desde el feminismo hasta la defensa del medioambiente y el rol de los campesinos, estas iniciativas son meritorias. Formar personas que velen por la protección de los derechos y el bienestar de sus comunidades, sin que necesariamente ocurra de forma reactiva ante situaciones adversas, es muy valioso para los distintos países. Podría decirse que la presencia de los líderes es inherente a la sociedad misma y no sobra contar con esfuerzos que ayuden a transmitir los conocimientos asociados a esta actividad como un aprendizaje más.

*Periodista.