MINERÍA
Sin mercurio y ética: así se regulariza la minería de subsistencia indígena en Antioquia
El departamento líder en extracción de oro en Colombia apoya la asociatividad de comunidades indígenas que velan por un comercio justo y el fortalecimiento de la protección territorial.
"Somos mineros indígenas desde tiempos ancestrales”. Esa frase es común escucharla en el resguardo indígena Murrí-Pantanos. Retumba por su sabana con escaso ganado, por las montañas sin cultivos y pobladas de árboles nativos. Todos la repiten –hombres y mujeres– porque nadie recuerda cómo era la vida sin bateas, sin barequear. “Mis abuelos lo hacían, mi papá nos mantuvo barequeando y yo, a orillas del río, conseguí comida, estudié y mantuve a mi familia”, dice Misael Bailarín, gobernador de la comunidad.
Aunque son difusos los recuerdos del primer gramo de oro que estos embera eyábida extrajeron de los ríos y quebradas de Frontino, hay dos huellas indelebles de esta práctica ancestral. Primero, la certeza de que nunca han usado mercurio: “ni siquiera sabemos cómo se ve”, afirma un barequero, batea en mano. Y segundo, durante muchos años no recibieron un pago digno por su labor. De hecho, era habitual cambiar el oro por arroz.
Pero eso está cambiando. Desde 2016, los barequeros indígenas de Frontino empezaron un proceso de regularización de su actividad como mineros de sustento, es decir, que no obtienen más de 35 gramos al mes. Y en 2018 conformaron la Asociación de Mineros Indígenas de Occidente (Asomino), una organización que, además de estandarizar el precio al que les compran el metal, constituye el primer piloto de un proyecto minero propio de pueblos ancestrales en Antioquia.
"Cuando les vendíamos a intermediarios, ellos se quedaban con las ganancias. Antes podían pagar máximo 87.000 pesos por gramo, el cual ahora se paga a más de 100.000. Además, con la organización hemos empezado a pensar en proyectos productivos que mejoren las condiciones de vida de las comunidades barequeras y garanticen nuestro sustento, porque el oro no es eterno”, explica Edwin Sinigui, uno de los fundadores y representante legal de Asomino.
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Esta iniciativa nació de las inquietudes, el esfuerzo y la organización de la comunidad de Murrí Pantanos. Pero para convertirse en realidad contó con el apoyo de la Secretaría de Minas, la Gerencia Indígena de Antioquia, el Ministerio de Minas y Energía y la Alcaldía de Frontino. Estas entidades facilitaron y contribuyeron a gestionar la documentación que se requería tanto para formalizar los 800 mineros de subsistencia de Asomino, como para constituir la organización. La certificación del Sistema de Información del Ministerio de Minas y Energía (Siminero), el Registro Único Tributario (RUT) y el Registro Único de Comercializadores de Minerales, eran algunos de los requisitos.
“Por ejemplo, para abrir la cuenta de ahorros, anduve por todos los bancos sin éxito, hasta que la gente del ministerio me respaldó y el 31 de enero de 2018 pudimos abrir nuestra cuenta de ahorros. Creo que es la primera que le dan en el país a un grupo de mineros como nosotros”, recuerda Sinigui.
La muestra de un botón
A partir del caso de Asomino, en 2018 la Gerencia Indígena, la Secretaría de Minas y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, establecieron un convenio para replicar esta experiencia en otras comunidades indígenas de Antioquia que también practican la minería de subsistencia. Las elegidas fueron el resguardo de Sohibadó, en el municipio de El Bagre, con 18 mineros; el resguardo Vegas de Segovia, en Zaragoza, donde participaron 25 mineros; y el resguardo embera chamí Tagual La Pó, en Segovia, con 32 mineros.
Allí se realizaron acompañamientos para regularizar la actividad, fortalecer el desarrollo y la economía de las comunidades indígenas, mejorar las prácticas extractivas y enriquecer sus habilidades sociales y empresariales. Esto con el objetivo de crear un escenario de legalidad para la minería y dinamizar la economía, sin dejar de lado el desarrollo sostenible del territorio.
Así mismo, 1.117 mineros del municipio de Urrao, en el suroeste antioqueño, recibieron apoyo para la obtención del RUT, el primer requisito para su formalización. Los resguardos beneficiados fueron: Andau, Cristo Rey, Valle, Guavina, La Cristalina, Arenales, Majore, Sireno, Playón y Cruces.
Ser legal vale oro
Pero la regularización no es solo una formalidad. “A los líderes de las comunidades se les abren las puertas para recibir apoyo de la institucionalidad con capacitación en temas de asociatividad y prácticas ambientales, así como con transferencia de tecnologías como los canelones, unas herramientas que aumentan la extracción de oro y garantizan que no se emplee mercurio. Hemos donado varios de ellos”, explica Dora Balvín, secretaria de Minas de Antioquia.
En julio de 2019, Asomino empezó a exportar su oro ancestral y libre de mercurio a Italia, a través de la comercializadora Italpreziosi. Esta compañía ha visitado el resguardo para verificar las técnicas de extracción y ha expresado su apoyo a varios proyectos de desarrollo que planean los asociados. Si experiencias asociativas como estas continúan propagándose en la región, llegará el día en que los indígenas antioqueños dejen de cambiar oro por arroz.