AGRICULTURA
La panela representa un cambio dulce para las comunidades indígenas en Antioquia
En el resguardo Karmatarúa-Cristianía, Antioquia, los chamí han diversificado sus cultivos para no depender del café y alcanzar una mayor seguridad económica y nutricional.
La Troncal del Café discurre por el suroeste antioqueño y lo conecta con el departamento del Chocó. Por esta vía fluye todo este grano, que llega de municipios aledaños como Ciudad Bolívar, Andes y Jardín. A pocos kilómetros de este último, los indígenas del resguardo Karmatarúa contribuyen con 80 toneladas de café al año. A pesar de ser su principal fuente de sustento, la gran dependencia al cultivo también ha generado una inestabilidad económica y nutricional. Y es que los bajos precios de la carga, los altos costos de los insumos y fertilizantes, las afectaciones por plagas y enfermedades que acechan a las plantaciones e influyen en la calidad del grano, hacen difícil cumplir las exigencias del mercado.
Para aliviar esta situación, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de Antioquia –junto con la Gerencia Indígena y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc)– ha intervenido en la región durante los últimos cuatro años con el objetivo de impulsar la diversificación. En Karmatarúa, el organismo encontró la solución en la panela, una de las agroindustrias rurales más tradicionales en América Latina y el Caribe, y cuya producción aumentó 5,4 por ciento en 2018, según el Ministerio de Agricultura.
Sumado a los 30 años de experiencia con los que cuenta la comunidad embera chamí en el cultivo de caña panelera, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural participó en todos los niveles del proceso para fortalecer su capacidad de producción y comercialización. ¿Cómo lo hicieron? Reemplazaron las cepas viejas por variedades nuevas tecnificadas, ampliaron el área de cultivo a 20 hectáreas y realizaron adecuaciones en la infraestructura con el fin de que cumpliesen con las condiciones exigidas por la autoridad sanitaria. Por otro lado, los agricultores que participaron en el proyecto recibieron capacitación sobre el funcionamiento del sector y el manejo administrativo del cultivo.
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Tras este esfuerzo la comunidad alcanzó una producción de seis toneladas de panela al año, una cifra importante que, además, contribuye a la alimentación familiar, ya que el producto es base primordial para la nutrición de la comunidad. El objetivo de la secretaría es profundizar el proceso de diversificación para mejorar la fuente de ingresos de los 1.746 habitantes y satisfacer sus necesidades básicas, reduciendo los niveles de pobreza.
Un campo joven
La diversificación en Karmatarúa forma parte de las 337.700 hectáreas intervenidas por la secretaría a lo largo de este cuatrienio. Los productores indígenas y sus familias de 32 municipios de Antioquia han recibido directamente los beneficios de estos programas, que incluyen cultivos de plátano, cacao y arroz, granjas avícolas, porcícolas y piscicultura. Para el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural de Antioquia, Jairo Alexánder Osorio, estos proyectos de producción y pedagogía cumplen un doble propósito: además de fortalecer estas comunidades garantizan un relevo generacional en el campo.
“Cada vez se está envejeciendo más el sector rural. Los jóvenes van a estudiar a las ciudades, pero no vuelven porque no ven oportunidades allí. Con la Política de Jóvenes Rurales buscamos la profesionalización del sector: que estos muchachos puedan tener unos estudios técnicos a través de becas y que vuelvan a sus lugares de origen a aplicar sus conocimientos”, explica Osorio. La propuesta, además de dinamizar y rejuvenecer el campo, es pionera: “Es la primera política pública en Colombia dirigida a incentivar a los jóvenes rurales”, concluye el secretario.