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¡Por fin! Se inauguró el Hospital Regional de Zipaquirá
Después de nueve años de construcción empezó a funcionar el Hospital Regional de Zipaquirá. Allí se prestarán 72 servicios de mediana y alta complejidad a más de un millón de cundinamarqueses.
Tomar uno, dos, incluso tres buses y terminar dedicándole todo un día a una cita médica entre tiempos de espera y desplazamientos es la realidad de los pacientes que viven en las cinco provincias del norte de Cundinamarca y requieren servicios médicos de mediana y alta complejidad. La razón: hasta hace poco solo se podía acceder a dichos niveles de atención en el centro del departamento (Bogotá) y en el sur (Soacha y Girardot). Pero pronto la situación será otra. El pasado 26 de noviembre se inauguró el Hospital Regional de Zipaquirá, una institución donde se prestarán 72 servicios de mediana y alta complejidad, que beneficiarán a más de un millón de habitantes de 50 municipios de Cundinamarca.
Entre sus servicios se encuentran los quirúrgicos de nueve especialidades, laboratorio clínico, unidad transfusional, radiología e imágenes diagnósticas y laboratorio de patología. La edificación, de 15.100 metros cuadrados, tiene siete pisos (con sótano), un área externa de terapias y cafetería.
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Concluir este proyecto no fue fácil. Aunque la primera piedra de la construcción se puso el 21 de diciembre de 2010, tuvieron que pasar nueve años, varias fases y tres periodos de gobierno para terminarlo. Entre 2010 y 2015 se consiguió el predio. Pero no fue hasta después de 2016, en el gobierno de Jorge Emilio Rey, que se reunieron los recursos para terminar el proyecto arquitectónico y dotarlo de equipos biomédicos, mobiliario, tecnología e instalaciones de hotelería. Y, por supuesto, apalancarlo financieramente porque la inversión total para el hospital superó los 142.000 millones de pesos. “Fue un ejercicio maratónico, parecido a un viacrucis con 15 estaciones, cada una con una dificultad mayor que la anterior”, explica Rey.
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Ahora que el Hospital Regional de Zipaquirá cobró vida continúan los retos. El mayor de ellos será corresponder la paciencia con que los usuarios debieron adecuarse a los servicios de la Unidad Funcional, que suplió durante varios años la ausencia del Hospital San Juan de Dios de Zipaquirá, tras su liquidación en 2009. Otro desafío es demostrar que la inversión valió la pena.
Finalmente, para Javier Fernando Mancera, gerente del Hospital La Samaritana, institución que se encargó de la ejecución del presupuesto para equipamiento biomédico y que operará el nuevo hospital, si bien es evidente que se trata de una tarea titánica, también lo es que la institución a su cargo está plenamente capacitada para asumir el reto. “No solo por contar con el saber de los 85 años de existencia del hospital sino, particularmente, por su experiencia en la contratación de equipos acordes con las necesidades de una institución de tercer nivel”.