TURISMO
En Girardota las gallinas vuelan
Bueno, no son propiamente gallinas, son guacharacas, unas ´primas´que habitaban la Tierra desde la época de los dinosaurios y hoy tienen en Girardota su hogar.
Pesa apenas ocho gramos, es del tamaño de un canario o un gorrión, pero es capaz de realizar uno de los viajes más asombrosos del reino animal: desde el este de Canadá y Estados Unidos hasta países tropicales como Colombia. Recorre más de 6.000 kilómetros en menos de tres días y solo descansa en Cuba. La setophaga fusca o reinita naranja, como se conoce comúnmente a esta pequeña ave migratoria por el color de su garganta, llega en busca de bosques húmedos donde pueda recargar energías, y en nuestro país los encuentra en lugares como el Cerro de Juancojo, en la microcuenca El Salado, en el municipio de Girardota.
Hasta ese lugar llegamos con Andrea Díaz, ingeniera forestal; Andrés Chinome, biólogo experto en ornitología, y Diana Moreno, subsecretaria de Medioambiente, luego de caminar una hora y media por carretera destapada. Iniciamos el recorrido a las 5:30 de la mañana, cuando el sol aún no se asomaba en el pueblo y una capa de niebla descendía lentamente por las montañas que rodean al municipio antioqueño.
Chinome y Díaz son investigadores de la Universidad de Antioquia. El propósito de su visita es identificar y describir la avifauna presente en este territorio, considerado uno de los pocos refugios de vida silvestre que quedan en el Valle de Aburrá. Ellos, junto con otras duplas de investigadores, recorren varias veces por semana los distintos ecosistemas estratégicos de Girardota con el propósito de elaborar un inventario de toda la flora y fauna de la zona.
Gallinas silvestres
El mal clima parecía ser presagio de una mala jornada. Estos bosques albergan alrededor de 110 especies de aves, entre endémicas y migratorias, pero el frío hace que permanezcan quietas y esperen la tarde soleada para alzar el vuelo. Por suerte, cuando nos acercábamos a la cima de la montaña, de lejos logramos percibir a un par de aves que se paseaban de tronco en tronco buscando un buen trozo de fruta. “Son dos guacharacas”, anunció Andrés, quien las identificó sin necesidad de usar binoculares. Solo le bastó escucharlas cantar durante unos segundos.
Se cree que las guacharacas convivieron con los dinosaurios al final del periodo cretácico, hace más de 60 millones de años. Son las aves más parecidas físicamente a las gallinas. De hecho, hacen parte del mismo orden de los galliformes, lo que las convierte en algo así como primas cercanas. Inlcuso el canto es similar. En su plumaje armonizan los tonos tierra, desde el café más oscuro hasta el anaranjado. Sin embargo, tal vez su diferencia más notoria con las aves de corral es que las guacharacas sí pueden volar.
Durante el recorrido también vimos y escuchamos especies como la cardelina canadiense, el pibí boreal, la reinita trepadora, el búho currucutú —el más pequeño del territorio colombiano—, la tángara multicolor, la piranga rubra y el tororoí compadre, al que en Colombia se conoce comúnmente como ‘comprapán’. Y no es porque esta pequeña ave tenga a las panaderías entre sus lugares predilectos para visitar: basta con escuchar sus silbidos para distinguir las tres sonoras ‘sílabas’ a las que les debe su nombre popular: com-pra-pan.
Refugio de aves
Girardota alberga, en sus prominentes montañas de la vertiente oriental y occidental, cinco ecosistemas estratégicos para la conservación de la vida silvestre en la región: los altos de la Soledad, El Umbí, Juancojo, El Palmar y La Sepultura. Cientos de especies, como la reinita naranja o las guacharacas, se detienen o habitan en las copas de los árboles de esos bosques, que les proveen los recursos suficientes para su sustento.
Aunque la diversidad del municipio es catalogada como media, según el último estudio del registro de diversidad biológica publicado en 2009, “hay ejemplares muy especiales e importantes que aún se conservan en medio de un contexto de área metropolitana”, explica Chinome.
Con sus travesías semanales, los investigadores recolectan los argumentos necesarios para que estos ecosistemas estratégicos sean declarados áreas protegidas y así poder desarrollar iniciativas que aseguren la conservación de las especies que los habitan. Como señala Moreno, “necesitamos conocer el majestuoso paraíso vivo que se esconde en nuestro municipio para cuidarlo”. Este es el primer gran paso para posicionar al municipio antioqueño de Girardota como un atractivo para el avistamiento de aves en el país.