Televisión
‘A friend of the family’: la dolorosa historia de un secuestro que su protagonista de la vida real quiso llevar a la televisión
SEMANA conversó con Jan Broberg, quien contó detalles de su polémico caso, en esta serie aclamada por la crítica, que se puede ver en Universal+.
La historia de A friend of the family es tan inimaginable que cuesta creer que haya ocurrido en la vida real. Pero, así fue: Jan Broberg, una bella niña de 12 años, que crecía en una comunidad mormona en los Estados Unidos de los años 70, se vio envuelta en la obsesión de un amigo cercano a la familia.
Una obsesión que culminó con el secuestro de la menor de esa familia y en un largo y doloroso periodo de abuso y manipulación en el que el hombre la convenció, entre otras cosas, de que la supervivencia de una civilización alienígena en peligro dependía de que ella accediera a sus deseos sexuales.
Muchos años más tarde, la propia Broberg recreó los hechos en una serie de televisión que ha conmocionado a los televidentes de Universal+, quienes han viajado con su protagonista en el tiempo al dolor de esos años, pero también a la superación de un episodio para siempre. Así lo contó Broberg en SEMANA.
SEMANA: ¿Cómo fue el proceso de curación y reflexión para contar esta historia?
Jan Broberg: Definitivamente, fue un gran beneficio contar mi historia de esta manera pública. Siento que A friend of the family realmente lleva a la persona a un viaje en el que podría decir: “Dios mío, esto podría pasarme a mí, a mi hijo”. Cuando ves una historia que está tan bien actuada y escrita y es tan convincente, entiendes cómo podría estarle pasando a alguien de tu familia. Y preguntarse: “¿por qué esta persona quiere pasar tanto tiempo con mi hijo? ¿Esta persona realmente quiere salir conmigo o está detrás de mi hijo de 6 años?”. Hay gente que es demasiado buena para ser verdad; casi siempre es un hecho que están escondiendo algo más.
SEMANA: Fue su manera de generar conciencia del tema en la opinión pública...
J.B.: Sí, la opinión pública es muy importante porque ahora mismo hay demasiada gente que sigue culpando a la víctima de alguna manera. Piensan: “¿por qué no hablaste?”. Los niños no tienen el cerebro lo suficientemente desarrollado para saber lo que es verdad o no sobre una persona. Y se llenan de miedo de que si se lo cuentan a alguien no les creerán. Porque esa persona es alguien de su familia, el tío favorito, el abuelo, el entrenador favorito de su equipo deportivo o el profesor de la escuela. Tienen miedo porque ellos tienen una posición de autoridad y la persona joven no lo sabe. Hablar de abusos debería ser como hablar de cáncer. Cuando abusan de ti y nunca hablas de ello, te hace enfermar más porque hay un estigma.
SEMANA: La serie muestra una gran historia sobre la prevención, pero también de la gente que puede ser muy vulnerable...
J.B.: Creemos que cuando la gente es amable con nosotros, nos ayudan, o que cuando los conocemos en la iglesia o en un evento deportivo son dignos de confianza. Quieres creer lo mejor de la gente, y no estoy tratando de asustar a todo el mundo, solo estoy tratando de hacerles conscientes de que las personas que se aprovechan de niños y jóvenes, saben que sus cerebros no están completamente desarrollados. Quiero que abran los ojos para creer en las víctimas y de esta manera evitar que el ciclo de abuso continúe.
SEMANA: ¿Cuál fue el reto más grande de compartir esta historia en la pantalla?
J.B.: Saber si seríamos capaces de contar lo suficiente para que la gente entienda cómo sucede. La mía es una historia muy grande. Los nueve episodios solo cuentan la historia de cuando tenía 9 años, cuando él, su esposa y su familia se mudaron a mi barrio y vinieron a mi iglesia, que es donde los conocimos. Luego tuvimos tres años donde fueron nuestros mejores amigos, hicimos todo tipo de cosas juntos y luego él me secuestró a los 12 años, por lo que hubo dos secuestros que tienen toda esta historia de lavado de cerebro, de control de la mente.
SEMANA: ¿Qué vino después de eso?
J.B.: Mi historia tiene aún más que contar después de los 16 años, cómo me curé, cómo les dije a mis padres, lo que sucedió después, cómo me encontró cuando yo estaba trabajando en Disney World y cómo me encontró cuando yo estaba en la universidad, él no paró de encontrarme a lo largo de mi vida. Hay mucho más que contar sobre la historia y las secuelas. Todo es verdad, y eso para mí fue lo más importante y la parte más difícil, cómo vamos a contar esto para que la gente pueda verlo en su propia vida. Siento que mis padres eran tan vulnerables, para ser honesta, sentí que yo misma, mis hermanas, mis amigos, las personas más cercanas a mí, me han apoyado para contar esta historia, que espero que pueda ayudar a otro padre, a otro adolescente, a contar su historia o a ser capaz de entender que no fue culpa suya, que sólo el abusador es la persona a la que hay que culpa. Una víctima es una persona inocente, que no tiene idea de que hay gente tan malvada en el mundo.