Documental
‘Alis’ derriba prejuicios al sostenerle la mirada a jóvenes en condiciones difíciles y reflejarlas tan únicas como son
El nuevo largometraje de Clare Weiskopf y Nicolás van Hemelryck, la película colombiana más premiada en festivales internacionales en 2022, llega al país el jueves. ‘Alis’ demuestra su inmenso valor fijándose en las voces y las miradas de mujeres jóvenes que con sus relatos desgarran, inspiran y ponen al espectador en zapatos incómodos pero urgentes. Hablamos con mitad de su dupla creativa.
El poderoso documental de Clare Weiskopf y Nicolás van Hemelryck que llega a salas de cine este jueves, es el resultado de más de cinco años de hilvanar con cuidado un trabajo social sensible con uno cinematográfico responsable. Luego de darles talleres en documental a estas jóvenes en situación vulnerable, en hogares para evitar vivir en la calle, los documentalistas decidieron hacerlas protagonistas de un largometraje como ninguno.
La producción ha girado por el planeta y nunca ha pasado desapercibida. Entre muchos reconocimientos internacionales, ganó el prestigioso Oso de Cristal en el Festival de Berlín, pero más allá de los premios, Alis se hace única en su manera de conmover y confrontar a quien lo ve: mira a los ojos a un grupo de mujeres únicas, parte de una población invisibilizada, que arrollan prejuicios cuando, como lo hacen con la cámara, abren el espejo a sus almas, sus dolores, sueños y aspiraciones. Al respecto, hablamos con la mitad de la dupla creativa que le dio vida, Nicolás van Hemelryck.
SEMANA: ¿Cómo les ha cambiado la vida hacer cine a usted y a Clare?
Nicolás Van Hemelryck: Nos ha cambiado la forma de vida. Antes yo era arquitecto y ella era periodista. Ahora, el cine es nuestra forma de vida ciento por ciento y es algo que nos ha permitido también cierta libertad, aunque es una profesión muy dura e inestable. En ese proceso también nos hicimos padres, un cambio grande. Tenemos dos hijas chiquitas. Nuestro trabajo gira mucho en torno a la mujer, a qué significa ser mujer en un país como Colombia, al rol de la mujer. Hacer documentales nos ha permitido explorar nuestra visión del mundo y expresarla.
SEMANA: Trabajar con la pareja es complicado, ¿cuál es la clave?
N.H.: Desde el inicio, nos unió hacer documental. Nuestra relación nació haciendo unos programas en Bosnia para la televisión colombiana. Ahí sentí que podía viajar por el mundo con mi pareja haciendo documentales, y me pareció el mejor plan. Lo que hacemos es intenso y es difícil enmarcarlo en un horario de trabajo. Ser pareja, para bien y para mal, nos permite que el trabajo se desborde de la oficina.
SEMANA: Les dedican esta película a sus hijas, ¿por qué?
N.H.: Porque hacer las películas, como familia, significa sacrificio. Y en eso ellas nos han apoyado, a su manera y desde su entendimiento. Y vuelvo a lo que decía, que crecer como mujer en un país como Colombia es muy complejo, de lo que no se habla lo suficiente. Para alguien como mi mamá, el movimiento feminista es ridículo, porque creció así y así ve la vida. Entonces, se la dedicamos a nuestras hijas porque es una exploración sobre qué significa ser mujer y sobre la circunstancia que pasamos como sociedad.
SEMANA: ¿Cuándo se hizo imposible no hacer el documental?
N.H.: Cuando nos invitaron a dar el primer taller y nos contaron a quién se lo íbamos vamos a dar, nos vino un sentimiento de lástima. Y cuando las conocimos nos dimos cuenta de que esa lástima era un prejuicio nuestro. En ellas encontramos mucha fortaleza, resiliencia, humor, inocencia incluso. Nos sorprendimos mucho de nosotros mismos. Ellas nos hicieron evidente algo nuestro de lo que no éramos conscientes. Y eso queríamos explorarlo en la película. Y fueron muchos años de entender cómo hacerlo. Para nosotros, en una película, en el cine, la única verdad es la mirada de quien lo cuenta. Y queríamos expresar cómo vemos a estas jóvenes, y que la persona que las viera sintiera un poco de nuestro proceso.
Quisimos mirarlas a los ojos, durante toda la película, escucharlas, darle la oportunidad a la gente de conocerlas a cada una, como individuos. Porque además es una población que tendemos a meter en una sola cosa: “los niños y las niñas de la calle” como si fueran todos iguales
Ellas son una población totalmente invisibilizada, una población que nos hace sentir incómodos, que no queremos ver, que preferimos no saber que existe, porque es tan dura su realidad que es difícil vivir sabiendo que eso ocurre. Y, precisamente, con la película quisimos mirarlas a los ojos, durante toda la película, escucharlas, darle la oportunidad a la gente de conocerlas a cada una, como individuos. Porque además es una población que tendemos a meter en una sola cosa: “los niños y las niñas de la calle” como si fueran todos iguales. Y había mostrar que cada una es totalmente distinta, y cada una tiene sus talentos, sus defectos, sus sueños, sus traumas. Y era importante un solo lente, mirándolas frente a frente, sostenerles esa mirada como una manera de conocerlas.
SEMANA: Ustedes les proponen narrar el personaje de Alis, y así aflora información profunda. Cuéntenos sobre el ejercicio.
N.H.: En los talleres de cine que hacíamos con ellas, cuando hablábamos de narrativa, de arco dramático, les planteábamos el ejercicio de inventarse una historia, con inicio, desarrollo y desenlace, totalmente libre. Y esas historias nos impactaron muchísimo porque, primero, eran individuales. Muchos de los ejercicios en grupo no dan pie a eso; aquí, cada una escribía lo que quisiera. Y aunque esas historias empezaban llenas de fantasías, en otros mundos, en otros países, en otras realidades, muy rápidamente revelaban sus experiencias, sus historias, el universo que las rodeaba. Lo que ellas mencionan en Alis no necesariamente les pasó a ellas, pero forma parte de eso con lo que han crecido. Ellas nos enseñaron que la imaginación puede llegar a verdades mucho más profundas que una biografía, y pueden realmente reflejar quién soy yo de la manera más profunda.
Lo que ellas mencionan en Alis no necesariamente les pasó a ellas, pero forma parte de eso con lo que han crecido.
Con la película también queríamos explorar el tema de qué es el cine documental. Porque esa palabra se usa para todo: un reportaje en el noticiero y muchas cosas más. Y hay una visión de que el documental es la verdad, es objetivo. Nosotros con Amazona, nuestra primera película, entendimos que no existen ni la verdad ni la objetividad, como tal. Existe la verdad en la mirada, pero el cine es absolutamente subjetivo. Y en esta película nunca sabemos qué es verdad y qué es mentira. Intuimos que muchas de las historia que inventan en Alis están conectadas con la realidad. Mucha gente asume que están hablando de ellas mismas. Nunca sabremos qué es verdad y qué es mentira. Ssí exploramos esos límites del cine documental mismo y, por otro lado, es una manera de protegerlas. No sabemos en el futuro que terminan haciendo, y la película podría condenarlas de alguna manera. Así se mantienen a salvo.
SEMANA: Cuéntenos del trabajo en La Arcadia. Allá van a dar talleres y encuentran a estas protagonistas...
N.H.: La Arcadia forma parte del Idipron (Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud) y trabaja, sobre todo, temas de habitabilidad en la calle. La población a la que se dirige la labor del instituto, y tienen varias sedes en Bogotá, La Arcadia es una. Inicialmente, empezamos a trabajar en la 27, en el Restrepo, un contexto más urbano, una edificación mucho más dura. Parece más un colegio-cárcel, sin espacios verdes, sin árboles.
Allá fuimos los primeros años. Había mucha apatía. Ellas están acostumbradas a que va gente a dar talleres y no vuelve nunca. Y son muy saboteadoras también. Entonces el trabajo de ganárnoslas fue fuerte. Se nos olvida porque fue hace muchos años. Y no lo mencionamos mucho, y parece que todo hubiera sido más fácil, pero fue muy duro. Y una vez conectaron con la cosa y nos vieron volver, cambiaron las circunstancias. Ellas cambian mucho, son una población súper inestable, pero siempre había alguna que nos recordaba. Entonces cuando “llegaban los de CasaTarántula” (su productora) hablaban bien de nuestro trabajo. Las niñas y la institución.
La gente dice que la historia que cuenta la película es muy dura, pero comparada con las historias de verdad que han vivido, es muy ligera. Cuando se conoce lo que ha vivido cada una, es mucho más oscuro y mucho más duro de lo que le pasa a Ali
Porque un taller de documental también es una excusa para hablar de la vida. Obvio, ellas usaban cámaras y aprendían de planos, de sonido, de luz, de narrativa, pero cuando uno plantea hacer un proyecto documental la gente empieza a pensar inmediatamente en su vida y en su alrededor. Y ellas escogían personajes entre ellas. Y esto las obligaba e invitaba a tener una mirada crítica sobre la vida, que tal vez no tendrían de otra manera. Y eso era muy valioso para las chicas y para la institución. Nos invitaban y nos siguen invitando. Después a las jóvenes las pasaron de la 26 a La Arcadia, esta otra sede. Trabajamos en otras sedes con otra poblaciones. En Normandía trabajamos con menores que han sido víctimas de explotación sexual. Eso impide que hagan parte de una película, entonces hicimos talleres, pero allá no se podía grabar.
La verdad, la gente dice que la historia que cuenta la película es muy dura, pero comparada con las historias de verdad que han vivido, es muy ligera. Cuando se conoce lo que ha vivido cada una, es mucho más oscuro y mucho más duro de lo que le pasa a Alis.
SEMANA: ¿Cómo fue la reacción de ellas al verse en pantalla?
N.H.: Cuando supieron que íbamos a hacer la película nunca se lo tomaron tan en serio, hasta que la vieron. Las primeras en ver la película fueron ellas. La proyectamos para ellas en la Cinemateca y la gente Idipron y la gente de Tiempo de Juego, la fundación con la que nos aliamos para hacer la campaña de impacto, que ha sido superimportante (en alis-exists.com), y ahí estábamos muy nerviosos con Clare. Pero ellas se rieron, gritaron, lloraron. Y al final, cuando cogieron el micrófono, fue muy poderoso para nosotros porque, por un lado, le dieron gracias a Alis, que les permitió expresar cosas que jamás habían dicho, y, por otro lado, estaban todas muy contentas de que Alis sí existe. Viendo la película, les era clarísimo que existía.
Y otra cosa muy bonita es que ellas en general nunca han sido valoradas. Nunca nadie ha estado orgulloso de ellas. No se les ha dicho que son valiosas, sino todo lo contrario, y ellas dijeron: “Si la película es tan buena es gracias a nosotras”. Y fue muy empoderador el darse cuenta de que son increíbles, que despiertan admiración.
A medida que la película ha tenido vida, y que más gente la ha visto, y que ellas la han visto con público, esto se constata, la gente las adora. Al final de la película la gente siente una emoción muy fuerte por ellas, que es algo complejo también, obviamente, porque es una fama que va a durar muy poco, que no es real a largo plazo.
A medida que la película ha tenido vida, y que más gente la ha visto, y que ellas la han visto con público, esto se constata, la gente las adora. Al final de la película la gente siente una emoción muy fuerte por ellas, que es algo complejo también, obviamente, porque es una fama que va a durar muy poco, que no es real a largo plazo.
Luego hicimos una función en La Arcadia, y ahí ya la vieron los compañeros que no la habían visto. Queríamos que ellas no se sintieran incómodas, y si eso hubiera pasado, probablemente hubiéramos modificado la película. Y después se lanzó en Bogotá en el BIFF, y fueron como veinte de ellas, a Miradas Medellín fueron dos. Y ellas le agradecieron al público por ir a verlas. No podían creer que tanta gente quisiera ir a verlas a ellas, que las aplaudiera tanto.
SEMANA: Cómo mira ese tema de la fama efímera que menciona y esa condena a los directores en Colombia por no acompañar de por vida a sus personajes...
N.H.: Hay una diferencia fundamental entre Alis y otras películas, en el sentido en el que en esta producción no están actuando, no están interpretando a nadie, ni les estamos diciendo qué hacer. Por otro lado, es algo que ocurre en el lugar donde ellas viven, entonces en ese rodaje somos máximo cinco personas externas. No las metemos en el mundo de una superproducción con tanta gente, con tantos equipos o viajes. Y decidimos que no íbamos a viajar con ellas internacionalmente. Nos pareció que era una responsabilidad muy grande. Obviamente iba a ser increíble para ellas, y también para el público, porque al final de la película la gente se vuelve loca cuando las ve. Con la campaña de impacto, ellas sí han viajado a presentar la película y la iniciativa a distintas organizaciones, fundaciones, institutos, empresas, buscando apoyo.
La relación con ellas es algo a largo plazo. Estamos conectados, y por eso nos aliamos con Tiempo de Juego, porque no podemos ser tan ingenuos de pretender que tenemos alguna solución
Sin duda, la relación con ellas es algo a largo plazo. Estamos conectados, y por eso nos aliamos con Tiempo de Juego, porque no podemos ser tan ingenuos de pretender que tenemos alguna solución. Ellos llevan casi dos décadas trabajando con jóvenes como ellas, tienen mucha experiencia, y sin embargo ellos mismos se preguntan, y esa es la pregunta en el centro de la película, si es posible cambiar. Ellas viven en un círculo de violencia y de abandono que se hereda de generación en generación. Sus padres vivieron algo muy similar a ellas. Es muy difícil tildarlos de malos padres, porque pasaron por lo mismo, y se sigue repitiendo. Y la pregunta es si es posible salir de eso y si sí, en qué consiste esa posibilidad. A Tiempo de Juego, incluso con su largo trabajo, le cuesta encontrar casos de éxito porque ese maltrato y ese abandono y en la adolescencia es algo que queda muy adentro y que es muy difícil deconstruir para cambiar. Por eso es importante la campaña (sobre la cual se puede informar de nuevo, en alis-exists.com/es/).
Sobre ese juicio que se arroja sobre los cineastas, sobre integrar a actores naturales que quizá acaban mal, también habría que hacer un estudio para entender en esa población cuántos casos de éxito hay, cuánta gente ha logrado salir y, hasta qué punto, con película o sin película, hubiera sido muy distinta la cosa. Es un tema que hay que tener en cuenta, y como cineasta se debe asumir la responsabilidad que todo esto implica.
Nosotros tuvimos en todo el proceso acompañamiento terapéutico, no solo para ellas sino también para nosotros, para entender qué estábamos haciendo, qué estábamos generando, para sentirnos tranquilos en el proceso que estábamos viviendo. En la película se ve el resultado y no se ve ese camino.
SEMANA: Háblenos sobre detalles como la música, como el peluche que vemos dar vueltas y vueltas.
N.H.: La música que usamos son las canciones que ellas oían, y cuando están bailando, es la música que estaban bailando. Es su universo. La canción del tráiler y de los créditos era la de moda en ese momento y nos encantó, nos parece que expresa muy bien el centro de la película. Y ese peluche es un conejo, que da vueltas ahí en la lavadora, y vino de la investigación. Sabíamos que la lavandería era un lugar especial, un lugar escondido al que tenían acceso y donde iban a estar solas, o tristes. Allá la señora las recibía.
Y David, era como el consentido, no solo de la lavandería, pero en general en todas partes. Y sabíamos que teníamos que ir a grabar allá, y queríamos hacer algo interesante, sin saber muy bien qué. Y cuando llegamos estaba David, que había lavado su toalla y su conejo, y lo tenía en la secadora. Y fue algo que no hubiera sido tan perfecto si nos lo hubiéramos imaginado. Es muy difícil decir qué significa ese peluche, pero sin duda es un reflejo de la vida de ellas, de ese lugar donde no escogieron estar y de donde es muy difícil salir. Los golpes se suceden uno tras otro, en una inercia destructiva, no sé cómo decirlo. Y es diciente que sea David el que va y apague la secadora y lo consienta. Así pasó, y quizá muestra la única manera de salir de ahí, a través del afecto.
Es muy difícil decir qué significa ese peluche, pero es un reflejo de la vida de ellas, de ese lugar donde no escogieron estar y de donde es muy difícil salir. Los golpes se suceden uno tras otro, en una inercia destructiva... no sé cómo decirlo. Y es diciente que sea David el que va y apaga la secadora y lo consiente. Así pasó, y quizá muestra la única manera de salir de ahí, a través del afecto.
Es un momento de clímax en la película, a alguna gente le encanta ese momento, otra gente lo odia, otra lo sufre. Hay gente que lo disfruta. La película se convierte en un espejo del espectador. No solo esa escena, también los personajes. Al final de la película, la gente siempre habla de personajes distintos. Uno ve la película desde donde está uno y uno se conecta con los personajes también por lo que uno ha vivido. O por el momento, o por la personalidad, y eso ha sido muy valioso.
SEMANA: Dentro de tantas historias y personajes, se imagina uno un trabajo arduo de edición...
N.H.: Al desarrollar la película, trabajamos no solo con los editores, sino con una guionista y todo el equipo (productores, fotografía, sonido, etc.). Y cuando llegamos al rodaje ya teníamos claro que historia queríamos contar (y reflejara esa visión de cómo nos enseñaron sobre nuestros propios prejuicios). Entonces ya habíamos hecho mucho desarrollo, mucho rodaje de exploración, muchos experimentos viendo si esto de inventar un personaje podía funcionar para sostener un largometraje. Y ahí aprendimos mucho de qué hacer y qué no hacer en el rodaje para tener una historia más integral, más profunda y completa.
Cuando organizamos el rodaje, las mismas preguntas que escribimos para ellas sigue la misma estructura que tiene la película, los encuentros con ellas también. Y no era una camisa de fuerza, a veces ellas se iban por otro camino y tratar de traerlas al guion también las hubiera sacado de su propio ejercicio.
Pero el montaje, de todas formas, fue un trabajo magistral. Aunque la estructura estaba definida, algo que no suele ocurrir antes del rodaje de un documental, el montaje vino de encontrar los momentos donde ocurriera algo mágico en un mar de conversaciones, un momento donde hubiera una conexión especial entre ellas y la historia que están contando, una reacción. No solo encontrarlo, sino saber como tejerlo para generar interés, suspenso, contraste; pasar de la risa al llanto, generar algo complejo.
Si se ve el material en grupo, es algo aburrido. Entra una niña y es un poco igual que en la película. Le proponemos un ejercicio. Es algo improvisado, espontáneo, pero no había tanta tensión. Y en la película se siente que fueron una cosa muy densa. En el material hay momenticos de esos, en general es todo muy ligero. Y el trabajo de montaje es también construir esa tensión e ir añadiendo capas y capas. Y algo que empieza como una cosa muy ligera pues se va volviendo muy fuerte. Tanto racional como emocionalmente.
‘Alis’ llega a cines colombianos el jueves 9 de febrero.