Música electrónica
Baum Festival 10: balances sensoriales y postales visuales de un festival que rayó con la excelencia
Apropiado de Corferias, ofreciendo escenarios y espectáculos que enaltecieron la experiencia, con artistas de primer nivel y el tipo de sonido que retumbó en el pecho, el evento cerró su décimo aniversario por lo alto.
Fue una edición memorable la que cerró la madrugada de lunes 2 de mayo de 2025 en Corferias, Bogotá. Asistentes y artistas participantes coinciden en que, en su mayoría, la del Baum Festival 10 fue una experiencia fluida y muy gratificante.
En ese espacio, donde en una edición del Festival Sonar 2015, The Chemical Brothers hizo historia con un show imponente y hermoso, se siguen creando hitos impresionantes. A diferencia del Sónar Bogotá, que no logró consolidarse pero seguramente dejó lecciones, el Baum Festival ha logrado extender raíces fuertes en diez ediciones, cultivando un público que asistió y se lo gozó en paz. Y cómo no, con ese nivel...
Al frente de todo, claro, hubo un arsenal de DJs y productores que llegaron a Bogotá congregados por Páramo Presenta desde decenas de rincones del planeta: Japón, Argentina, Turquía, Países Bajos, Estados Unidos, Alemania, Ucrania, y más, con sus sonidos distintos, con su entrega devota a los beats y a la gente, la que se comporta, la que baila, la que se permite vivir una armonía y se cuida. Esa gente es la otra mitad de este sol. Aplauso para esa persona ocurrente que llevó un alienígena inflable y bailador que no falló nunca en mejorar la onda de los grandes toques.
Cada festival propone muchas rutas, y este, con seis escenarios de tamaños que variaban entre el hangar gigante y el club íntimo e intenso, daba muchas opciones. Además, en cuestión de minutos se pasaba de uno a otro, entrando en poco tiempo en una apuesta visual, estructural y atmosférica distinta.
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Desde ese lado, el festival dejó un gran balance. Obviamente, con el paso de la noche, hay escenarios que atraen más masa, y con eso hay que lidiar. Pero muchas veces se sintió como estar en medio de una verdadera película, un rave a lo Blade Runner 2049.
A veces, además, se agradecen sonidos distintos para darle respiro a lo electrónico. En ese sentido, el festival propuso en esta edición un espacio extra, un lounge de jazz, para, si se quiere, desintoxicarse un rato de la cariñosa metralleta electrónica. Un tremendo acierto.
Nuevos hitos
Comprendiendo que hay muchas rutas posibles en estos eventos, la que emprendimos nos llevó ese domingo 1ero de junio a buscar nuevos espacios no visitados el sábado. Por eso vimos algo del show de la argentina Six Sex en el escenario Live From Earth (nos recordó la reciente y potente presentación de Baby Volcano en el BIME).
Luego, en el escenario Baum, grande, amplio hacia los lados, de grandes estructuras e intensos sets, alcanzamos a escuchar el notable cierre del japonés DJ Nobu y le dimos unos minutos a los sonidos de DJ Gigola. Esto antes de ir a buscar el set del argentino Pablo Bozzi, que cumplió con creces.
Esto fue la apertura, . Y entonces vino una tanda épica en el enorme escenario Stamm. El dúo ArtBat dejó una impresionante presentación de hora y media, de la cual vimos la hora final, quedando descrestados (y gastando significativa pierna). Con algo de su música, de la de Chemical Brothers, de Empire of the Sun, estallando hits vieja escuela como Satisfaction, de Benny Benassi, sonando como si el mundo entero necesitara bailarlos, los ucranianos marcaron territorio y dejaron uno de los mejores sets del festival.
En esa altísima nota asumió el escenario el legendario Fatboy Slim, a quien no le quedó grande el reto de mantener volando al público. Esto por cuenta de su gran show visual y de sus muchos éxitos, que gana más tracción en estas versiones recodificadas y mezcladas para gran efecto. También mezcló en su momento a sonidos de The Killers, de Underworld. Lo dejó todo, y fascinó incluso con sus hits recientes, como “Role Model”, que sonó espectacular.
La española Indira Paganotto, porque es su sonido y porque no había de otra, elevó aún más la intensidad luego de estos dos actos gigantes, y disfrutamos de su descarga, pero las piernas ya no daban.
Antes de decirle adiós al evento en este 2025, después de una experiencia notable, pasamos por el escenario Baum, a ver por última vez su franja en el aire, presenciando el set de la DJ turca Carlita. Algo de salsa metió en medio de una tremenda vibra, ofreciendo un final perfecto.
Un cuidado necesario
No es secreto para nadie que la historia reciente de varios eventos de música electrónica (incluido este) viene marcada por episodios trágicos. Por eso, el énfasis en el autocuidado, el cuidado de quienes acompañan y el cuidado de los otros asistentes al festival exigía ser prioridad. Lo fue.
En este Baum Festival (al que extraoficialmente asistieron más de 50 mil personas) hubo personas pendientes de preguntar a los mareados si algo les hacía falta, si estaban bien, angelitos de blanco cuya misión se justificó de sobra. Esto además de las varias estaciones necesarias de testeo de sustancias. Los estudios prueban que las estrategias de reducción de riesgos no son un lujo del que se pueda prescindir en el siglo XXI (como creen algunos en la ciudad de Medellín), son una necesidad de salud pública y se debe aplaudir que eventos como el Baum, que ha aprendido a la brava pero ha aprendido bien, lo pongan en el centro y no lo escondan debajo del tapete.
