Pensamiento
Byung-Chul Han presenta ‘Sobre Dios. Pensar con Simone Weil’: compartimos la introducción de su ensayo
En palabras del surcoreano, Weil es la figura intelectual más brillante del siglo xx, por eso se propuso reinterpretar la obra de la francesa como una brújula ética para estos tiempos.
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De la mano de Byung-Chul Han, el filósofo contemporáneo más leído y Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, llega Sobre Dios: Pensar con Simone Weil, una reflexión brillante y serena en conversación con el pensamiento de Simone Weil sobre la necesidad de recuperar el sentido.
Con un tono íntimo y meditativo, Han establece un diálogo entre siete conceptos fundamentales del pensamiento de Weil —atención, descreación, vacío, silencio, belleza, dolor e inactividad— y las heridas contemporáneas: la saturación digital, el individualismo, la pérdida de sentido y el colapso espiritual. A fin de cuentas, Weil conduce —nos seduce, dice Han— hacia otra realidad: una vida más libre, más honda, menos sometida al ruido y a la eficiencia.
En tiempos de crisis, el libro ofrece una forma de consuelo que no evita el dolor, sino que lo abraza como vía de elevación. Una lectura que calma, sacude y transforma. Cortesía de Paidós y Planeta, compartimos la introducción al trabajo.

Hace ya algún tiempo que Simone Weil se coló en mi interior. Se instaló en mi alma. Y hoy en día sigue viviendo y hablando dentro de mí. En su momento, comencé una conversación interna, íntima, con ella. Empecé a sentir una profunda simpatía por su pensamiento. Weil se dirigió a una parte de mi alma de la que yo no había sido muy consciente hasta entonces, pero que había albergado en mi interior en todo momento y con toda viveza. Entró en mi vida en una etapa en la que yo también estaba sintiendo esa fuerza —procedente de arriba y más poderosa que yo mismo—, la que en 1937 hizo que Simone Weil se postrase de rodillas en la pequeña capilla románica de Santa Maria degli Angeli, en Asís, a la que san Francisco acudía a menudo para rezar.
Durante toda su vida Simone Weil temió que sus ideas cayeran en el olvido, que fuesen enterradas junto a ella. En una carta que escribió al padre Perrin confesó: «Me resulta muy doloroso pensar que los pensamientos que han descendido sobre mí están condenados a muerte por el contagio de mi insuficiencia y mi miseria».
No podía evitar estremecerse cada vez que leía la parábola de la higuera sin frutos. La sensación de ser para Cristo como una higuera estéril le rompía el corazón. Sin embargo, Weil también expresó la esperanza de que algún día alguien sacase partido de sus pensamientos: «Pero ¿quién sabe si los que se encuentran en mí no estarán al menos parcialmente destinados a que usted haga algún uso de ellos? Solo podrían estarlo para quien sintiera algo de amistad por mí, de amistad verdadera».
Yo siento una profunda amistad, una amistad del alma, por Simone Weil. Y por eso, casi cien años más tarde, puedo utilizar su pensamiento para mostrar que, más allá de la inmanencia de la producción y del consumo, más allá de la inmanencia de la información y de la comunicación, existe otra realidad más elevada, existe una trascendencia que puede sacarnos de una vida completamente desprovista de sentido, de una mera supervivencia, de la mortificante falta de ser, y brindarnos la gozosa plenitud de ser.