Música
Charla con Carminho, la fadista que ha llevado la melancolía de Lisboa a los Óscar y Grammy, y viene a Colombia
Antes que una jaula de cristal, para la portuguesa este género es un instrumento de pensamiento y liberación. Antes de su presentación este sábado en Bogotá, nos habló de inspiración, de su participación en ‘Poor Things’ y de por qué la música es un milagro que llega al corazón.
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Hablar de fado exige evitar una salida fácil, encararlo simplemente como un género musical. Así lo cree y lo expresa una de sus más grandes exponentes, Carminho, quien lo describe como una lengua viva y sin ataduras, un idioma secreto que la ha acompañado desde la cuna y le ha brindado una intuición artística, con la que no busca estatus o agradar a nadie más que así misma. Es el viento en su vuelo, produciendo sus propios discos y adentrándose en territorios impensados.
La fadista portuguesa ha demostrado que la conexión musical es universal, ya sea ante la reverencia silenciosa de Japón o frente a las palmas anticipadas de América Latina, y este sábado 8 de noviembre, a las 8 p.m., luego de oficializar una colaboración de alto vuelo con Rosalía, llega al escenario del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo en el marco del Festival de Fado 2025 para presentar su nuevo disco, Eu Vou Morrer de Amor ou Resistir. Esto nos dijo.

Semana: Usted ha dicho que el fado es libre, incluso cuando aborda el destino y la saudade. ¿Cómo se equilibra esa fatalidad intrínseca del género con la libertad creativa que usted ejerce, por ejemplo, al grabar en Chicago con Steve Albini o al producir sus propios álbumes?
Carminho: El fado para mi es un instrumento de mis pensamientos, de mi sentir, y nunca fue un motivo de aprisionamiento. Eso aunque tenga muchas reglas y características como género musical, que las aprendí desde que estoy en la barriga de mi madre. Pero por eso las comprendo como un lenguaje y las utilizo a mi favor para expresar los sentimientos y las ideas que tengo. Eso me impulsó a producir mis propios discos, porque tenía ideas claras y no tan claras de lo que el fado podría ser para mi.

Semana: Siendo el fado una expresión pura de la emoción humana, ¿cree que su música funciona como un vehículo de resistencia emocional ante las adversidades, así como lo expresa en su nuevo disco, Eu Vou Morrer de Amor ou Resistir?
C: La música es una forma de empatía; es una manera de entender lo que los otros viven y de no sentirnos tan solos, porque hay personas que viven lo mismo que nosotros. Esa conexión, aunque se dé en nuestro cuarto o habitación, a solas, se genera al escuchar a un artista al otro lado del mundo, cantando, que tiene los mismos sentimientos, que pasa por las mismas situaciones. Esta es claramente una manera de impulsar la resistencia y la voluntad de vivir, la resiliencia y el amor al prójimo, como si fuese una cadena.
No tengo el poder de hacerlo voluntariamente, pero tal vez, a través de una canción puedo llegar al corazón del otro y hacer milagros.
En esto creo, porque para este disco me inspiré en la música y en las canciones de otros artistas y en sus visiones. También consideré la forma en la que me cambiaron la vida y la manera de mirar este presente. Y bueno, yo no tengo el poder de hacerlo voluntariamente, pero tal vez, a través de una canción puedo llegar al corazón del otro y hacer milagros.
Semana: Su colaboración con Pablo Alborán la convirtió en la primera artista portuguesa en alcanzar el número uno en España. ¿El éxito de “¿Perdóname" rompió un muro para que el fado, y la música portuguesa en general, pudiese dialogar con la industria musical española de una manera más fluida?
C: Cuando salió “Perdóname” fue un momento muy bonito en mi vida. Me hace feliz saber que sigue dando frutos, porque después de tanto tiempo continúa llegando a los corazones de la gente. Siento que muchas puertas se abrieron gracias a esta colaboración y también ha sido una canción que une a dos países tan cercanos, como si fuera un movimiento de voces que juntó dos lenguas y dos culturas. Siempre es un orgullo y un gusto poder colaborar con otros artistas que admiro.

Semana: ¿Qué le da esperanza sobre el futuro del género y la cultura portuguesa en un panorama global tan cambiante?
C: Confío mucho en el fado. Estoy segura de que sigue con vitalidad. Es una lengua viva que siempre va a cambiar, rápida o lentamente, pero proponiendo nuevas ideas. Cada vez que un fadista reflexiona sobre su actualidad y contemporaneidad, y trabaja a partir de su perspectiva de vida y experiencia, aporta nuevas temáticas e influencias que se suman al fado sin que sepa... Mi intención nunca ha sido cambiar al fado, pero sí siento que este es un género mayor y que no ha de quedarse por el camino. Confío plenamente en que seguirá viviendo.
Mi intención nunca ha sido cambiar al fado, pero sí siento que este es un género mayor y que no ha de quedarse por el camino. Confío plenamente en que seguirá viviendo.
Semana: Usted ha forjado un vínculo artístico con la música brasileña, ¿qué ha aprendido del optimismo armónico de la bossa nova y el MPB?, ¿cómo influye ese contraste en su educación sentimental?
C: La cultura brasileña me resulta fascinante, porque llegué de un lugar completamente distinto y diferente desde la forma de pensar. Pero, por medio de mi propia lengua, pude abordar a sus poetas, habitar sus lugares mágicos y dialogar a través de mi música. Pude ser yo misma, porque yo soy yo en mi lengua, ¿sabes? Y aprendí no solo a desarrollar otro tipo de temáticas, también a conocer a estos artistas maravillosos con quienes tuve la oportunidad y honor de colaborar. Su generosidad y la forma como comparten su conocimiento y su música con otros más jóvenes es maravillosa, y así lo es también como se inspiran y colaboran entre generaciones.
Semana: Participó en la banda sonora de Poor Things, dando un salto inesperado al cine de vanguardia. ¿Cómo fue su proceso para que “O Quarto” mantuviera la autenticidad del fado al ser integrada con una estética tan particular y global?
C: Participar en Poor Things fue realmente una experiencia única, enriquecedora y muy espectacular, sobre todo por la producción que se desarrolló en esta película. Tener el privilegio de trabajar con personas increíblemente talentosas y comprometidas con esto, como Jorge, mi propio director, que me ayudó muchísimo con su conocimiento, en especial con el argumento de la película, fue increíble. Con él conversamos y llegamos a este fado cuarto, que varía entre lo tradicional, como un fado menor, que es un acorde que no tiene al compositor definido, pero que es fundamental para lo clásico proveniente del génesis del género. Además, lo complementé con la melodía y la letra de mi autoría.
Tener un fado con casi 150 años y letra de ahora es algo muy común en este género, y también encajaba mucho en esta película y su idea de transversalidad temporal, no identificación y surrealismo. Esta experiencia fue muy bonita porque también me obligó a desafiarme, a tocar la guitarra portuguesa y cantar a la vez en el escenario, en vivo. Era muy importante para el rigor de la escena y llegó a ser realmente intenso. Esta experiencia me inspiró mucho como artista.
Semana: Después de girar por Japón en 2024 y llevar la saudade a un público tan distante, ¿qué lecciones extrajo sobre la universalidad de la emoción humana? ¿El fado se transforma, o se mantiene intacto, al resonar en culturas tan diversas?
C: Es una experiencia increíble poder cantar en otros países y para otras culturas. Tener la posibilidad de apreciar la manera cómo el amor se describe, se desarrolla, genera diversas reacciones. Realmente la conexión entre la música y el lenguaje sonoro es universal. Por eso, aunque haya reacciones distintas por la cultura que cada uno tiene, vienen de un lugar común, del amor, del entendimiento, y de la emoción.
Es muy bonito ver como en Japón todos son muy polite, muy bien educados, pero luego, al final, ves las reacciones de emoción. Obviamente no es como en Portugal, España o lugares como América del Sur, donde brotan las palmas antes de que se acabe el concierto, porque así lo sienten. En otros lugares esperan que cada armónico termine, en Latinoamérica se desbordan en emociones.

Semana: Fuera del entretenimiento, ¿cuál es el ‘poder de herramienta’ que tiene una cantante de fado para amplificar puntos de vista o mover sensibilidades que inviten a una reflexión?
C: El fado siempre ha sido una voz, una herramienta, y tiene que seguir así, siendo un lenguaje que habla sobre los asuntos de hoy, de lo que están viviendo los fadistas, la comunidad y las personas en general. Ese es un poder y tiene que ser utilizado. Los fadistas tienen que utilizar el género para hacer visibles su punto de vista, sus ideas y sus pensamientos. Es muy importante que no se olviden de que no es solamente un ejercicio de memoria, también es un instrumento de hoy para mañana.
Semana: Tras grabar su propio álbum Maria y lograr un estatus global, ¿cuál es su relación actual con la industria y cómo cree que los artistas pueden encontrar nuevos caminos para conectar con el público sin perder su identidad?
C: Soy una fiel creyente de que el artista tiene que hacer lo que su corazón manda, lo que el arte le impone, porque su intuición es también una inteligencia proveniente del talento. Por eso, cuando el objetivo es hacer lo que esa intuición te inspira, surge algo consistente y coherente. Ya eso hace que exista. Con ese producto te vas a defender como artista, y después te ayuda a llegar a donde quieres, listo, lo logras.
El artista tiene que hacer lo que su corazón manda
No debe ser una búsqueda de estatus, y aunque este mundo vaya muy rápido y pida mucho de las personas como influenciadores, como figuras públicas. Frente a una sociedad ansiosa y vertiginosa, tu arte tiene que ser, en mi opinión, lo que hable por ti, lo que se debe mirar.


