Música

Concurso Internacional de Violín: charla profunda con el colombiano en el certamen, Iván Orlín Ariza

Radicado en Suiza, el violinista vuelve a su ciudad natal a representar tanto al país como a su propio periplo, y a compartir su experiencia con violinistas jóvenes. Esto nos contó de su camino en la música, en el instrumento y de su otro vehículo musical, la batería.

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29 de octubre de 2025, 11:33 p. m.
Iván Orlín Ariza, la carta colombiana en el certamen.
Iván Orlín Ariza, la carta colombiana en el certamen. | Foto: cortesía CIVB / A.P.I.

El Concurso Internacional de Violín de Bogotá es un evento inédito en la capital, que se desarrolla del 30 de octubre al 7 de noviembre, en tres fases de competencia y varios componentes, entre ellos el educativo. Es así como aspira a dejar una huella y perdurar, como varios de los eventos que la capital ha lanzado en estos años, como el FIAV y la Bienal de Arte.

Hecho a la medida de las personas que en el violín reconocen un vehículo de expresión del alma, además de un instrumento musical, el evento reúne en competencia a 20 de los mejores violinistas del mundo menores de 30 años y convierte a Bogotá en la única capital de Latinoamérica en ostentar tan alto nivel en una competencia de este tipo.

Un jurado de seis figuras de amplio respeto y diferentes caminos irá definiendo quién avanza tras las sesiones de selección. Para el Secretario de Cultura de la ciudad, Santiago Trujillo, estas sesiones son la parte más interesante y las recomienda al público. La primera ronda va del 31 de octubre al 2 de noviembre; las semifinales, del 4-5 de noviembre, y la gran final 7 de noviembre, en el Teatro Mayor.

Así pues, por una bolsa de 70 mil dólares (a repartirse entre los dos primeros lugares y el ganador del Premio especial a la interpretación de obra comisionada), competirán en Bogotá músicas y músicos de Corea, Suecia, China (2), Italia, Polonia, Rusia (2), Estados Unidos (6), Italia (2), Austria, Japón (2), Taiwán y Colombia. Ese compatriota se llama Iván Orlín Ariza Chacón. Y hablamos con él.

Iván Orlín Ariza
Desde Lausana, Suiza, donde vive, Iván Orlín Ariza viene al concurso con la mente abierta y mucha preparación. | Foto: cortesía CIVB / A.P.I.

SEMANA: ¿Cuándo supo que la música iba a ser el camino de su vida?

IVÁN ORLÍN ARIZA: Para mí, la música siempre ha estado ahí, es parte de mí. Es como si hablara de de mi pulmón izquierdo. Desde que fui niño, en reuniones familiares, con mis padres cantaba un poquito y hacía percusiones y cositas así menores. Y cuando entró el violín, fue el instrumento que me dio la oportunidad de canalizar esas cosas que yo ya tenía en mente y que venía cantando y tarareando. Y fue más o menos así que comenzó todo. Ahora, ¿cuándo supe que iba a hacer música? Ni siquiera me lo pregunté. Nunca hubo espacio para considerar otra cosa. Ha sido siempre así de tan presente y fuerte.

SEMANA: ¿Cómo entra el violín en su vida? ¿Lo adopta? ¿Alguien se lo sugiere?

I.A.: Yo tendría por ahí 4 años, y mis padres eran docentes y ambos tenían una carga académica muy grande. Mi papá trabajaba en varias instituciones y mi mamá también. Y mientras yo estaba en el jardín, ellos hacían sus actividades pero, en lo posible, querían acompañarme, no querían dejarme con alguien que me cuidara. Querían estar pendientes.

Y tuve la oportunidad de empezar a estudiar en el Colegio Instituto Pedagógico Nacional, el colegio de la Universidad Pedagógica. Ahí les informaron que había clases de violín (como también había de fútbol y otras actividades extracurriculares), justo antes de empezar la jornada de clases. Y viví toda una época en la que, quizá todos los días o uno de cada dos días, a las 7 de la mañana tomaba clase de violín. Comenzó así, por conveniencia del tiempo de mis padres. Y los dos eran gomosos de la música. Mi papá siempre ha tocado guitarra empíricamente, y por eso les pareció chévere que aprendiera violín, pero pues fue más como por meterme a una actividad.

Mi historia no es la de muchos otros que a lo mejor dicen, “Vi un violinista y me enamoré y quise hacer eso”. Según lo pienso, si algo me causa suficiente curiosidad le sigo la veta. El violín me atrapó rápidamente, me causó curiosidad, me puso a decirme ¿esto qué es? Y los recuerdos más tempranos que tengo con el violín son haciendo ruidos extraños.

“Es como si hablara de de mi pulmón izquierdo. Siempre ha estado en mí”, dice Orlín Ariza sobre la música

Tocar el violín es supremamente difícil, y hay que ser consciente todo el tiempo del tipo de sonido que se quiere reproducir y del tipo de contexto que hay. Siempre hay que estar pensando. Entonces, no es un instrumento automático, y pues muchas veces salía algún ruido extraño o algo que no había planeado y me causaba gracia. Así empezó ese camino.

Iván Orlín Ariza
Iván Orlín Ariza empezó con lecciones en el colegio y siguiendo el Método Suzuki, y mal no le ha ido con ese punto de partida. | Foto: cortesía CIVB / A.P.I.

SEMANA: Habiendo asumido el instrumento, entendiendo sus sonidos, posibilidades y la curiosidad que le genera, ¿qué referentes entran en su vida?, ¿profesores, compositores, intérpretes?

I.A.: Generalmente lo que hacía era seguir el Método Suzuki, que en la época tenía unas partituras y unos CDs o cassettes. En las primeras clases nos daban unas copias, no teníamos el libro como tal, y no sé mi papá consiguió un cassette con las canciones de varios libros. Y desde ahí, era sobre todo escuchar y reproducir; escuchar y reproducir. Era algo que ya venía haciendo, tal vez de manera inconsciente, cantando con mis padres y con mi familia.

Y la música colombiana estuvo muy envuelta en ese camino. ¡Había que reproducir pasillos! Mi abuelo, el papá de de mi papá, tocaba la guitarra también, y entonces tocábamos el “Torbellino Veleño”, que armónicamente no es tan complejo, pero que es específico en cómo empieza, cómo termina, y para dónde va. No sigue el esquema típico de “aquí empezamos, aquí terminamos y se acabó”. Es como “más o menos empieza y más o menos termina”, entonces hay que estar muy pendiente. Y asumimos bambucos, pasillos y música de otras partes.

Mi papá me ponía a escuchar mucha música clásica, pero yo la verdad escuchaba de todo. Yo escuchaba rock, yo escuchaba metal. Me gustaba mucho la música balcánica, la música rumana. Muchas cosas me gustaban. ¡Las chicas Bond! Este cuarteto de cuerdas que hacía unos remixes con de electrónica. Había muchas cosas a las que yo estaba abierto. Pero obviamente seguí escuchando mucha música clásica. Creo que las figuras más tempranas fueron Vivaldi, Paganini y Beethoven.

Y a partir de eso uno va descubriendo otras cosas. Con el violín, uno de los compositores que más me impactó fue Eugène Ysaÿe, un compositor belga, prominente profesor e intérprete entre finales de siglo XIX y el siglo XX. El tipo tenía unas cosas extrañísimas porque se relacionaba con Bach, pero al mismo tiempo venía de la escuela francobelga y estaba conectado con un montón de compositores de la época (como Cesar Franck). Había muchas cosas que él utilizaba en sus piezas que eran impresionantes de escuchar. Para mí ese fue un punto claro de decirme, “Ey, esto se puede hacer, vamos a ver”.

“Uno de los compositores que más me impactó fue Eugène Ysaÿe, un compositor belga, prominente profesor e intérprete entre finales de siglo XIX y el siglo XX. El tipo tenía unas cosas extrañísimas...”

Pero, obviamente, toma mucho tiempo tocar decentemente alguna de sus piezas. Hace poco vi una entrevista de Roman Simović, violinista, concertino de la London Symphony Orchestra, sobre el disco que hizo de las seis sonatas de Ysaÿe. Y dice, “Sí, las he tocado y estoy tratando de recordarlas. Y la primera sonata, la verdad es que nunca la toqué. Empecé a estudiarla recientemente, hace 4 años” y yo pensé, “¡Ah, tremendo!“. Toma mucho tiempo...

SEMANA: ¿Cómo siente ser el colombiano en medio de todos estos talentos que compiten?, ¿más presión que apoyo?

I.A.: Estoy muy contento y muy agradecido de ser colombiano y de representar a Colombia. Pero no lo pienso únicamente como colombiano. Hay muchas nacionalidades que vienen a participar, pero estoy seguro de que muchos de ellos, personas que vienen de de Rusia Polonia o Italia, no solamente habrán estudiado con italianos, con rusos y con polacos. Afortunada y desafortunadamente para algunas cosas, nosotros los músicos intentamos entrar en contacto con la mayor cantidad de influencias posibles, para encontrar lo más apropiado para nosotros y nuestro desarrollo como artistas. Algunas cosas nos llaman más la atención y nos inspiran más. Ya no estamos en la época de decir “los rusos estudiaron con rusos y los italianos tocan cosas de italianos”...

Iván Orlín Ariza
Iván Orlín Ariza Chacón cantaba con sus padres en reuniones familiares, y también tocó con su abuelo. Siempre tuvo cerca la música colombiana. | Foto: cortesía CIVB / A.P.I.

SEMANA: No es un concurso de escuelas, es un certamen más global de artistas...

I.A.: Por supuesto que hay una influencia grande de muchos tipos de escuelas y muchos tipos de enseñanza, pero realmente estamos representando el trayecto que hemos tenido cada uno, con las oportunidades que han podido hacer. Si vamos a hablar de salsa, de merengue o de bachata, no necesariamente vamos a pensar en Rusia o en alguna parte en Asia, mientras que, seguramente, grupos de allí están rompiéndola también, haciendo cosas superinteresantes con el género. Pero eso no se te ocurre, a pesar de que es así.

Hay una influencia grande de muchos tipos de escuelas y muchos tipos de enseñanza, pero realmente estamos representando el trayecto que hemos tenido cada uno, con las oportunidades que han podido hacer.

Sobre ser “local”, siento ambas cosa: una presión grande y al mismo tiempo un gran apoyo. En estos pocos días que he estado aquí ya he sentido, escuchado y recibido varios mensajes de apoyo y de reconocimiento de parte de mis conocidos y de otras personas que tampoco conozco, que siguen el desarrollo del concurso que todavía no empieza. Mucha gente está pendiente. Ese sentir es muy inspirador y muy bienvenido. Y es muy importante sentir mentalmente que las cosas que uno está haciendo van por buen camino.

Yunhee Song competirá por Estados Unidos en el Concurso Internacional de Violín de Bogotá 2025.
Yunhee Song competirá por Estados Unidos en el Concurso Internacional de Violín de Bogotá 2025. | Foto: cortesía CIVB / A.P.I.
DeSuecia, con su violín, competirá Lorenz Gottfried Karls.
De Suecia, con su violín, competirá Lorenz Gottfried Karls. | Foto: cortesía CIVB / A.P.I.

SEMANA:¿Ha participado en estos concursos antes?

I.A.: Sí he participado en otros concursos, y cada concurso es muy diferente. Hay algunos en donde los participantes no tiene derecho a hablar entre ellos, y es un poco a lo Hollywood, “no te miro”, pero sí te mando miradas medio raras. Hay otros concursos en donde la situación se da que todos están juntos en el mismo salón y todos tienen que hablar. Entonces, en algún momento se rompe el hielo y las cosas fluyen. No se siente tanto como “Estoy compitiendo con esta persona y le tengo que ganar” o “esta persona toca mejor”, no va por ahí.

Y a partir de esas experiencias defino mejor mi posición frente a ese tipo de situación. Ahora mismo, mi posición es que he preparado un programa lo mejor posible para compartir con el público, con un poco de lo que soy yo, sin estar muy fuera de lugar con las piezas y los estilos que se van a presentar. Estoy abierto a todas las oportunidades de aprendizaje que ofrece que ofrece este concurso.

Más allá de eso, todo está fuera de mis manos. Hay gente que lo considera más como un concurso deportivo, y tendrá otras intenciones, y hay que estar dispuesto a todo lo que venga. Mentalmente, es clave recordar el trabajo que uno ha hecho, no desprestigiar ni el camino propio ni el camino de los demás. Todos estamos acá para compartir y ya después se harán otras cosas.

SEMANA: ¿Dónde está viviendo estos días?

I.A.: Estoy viviendo en Suiza, en Lausana, y llegué a casa de mis padres hace como una semana. Pero ahora estoy registrado en el hotel con el resto de los otros participantes (vienen llegando todos). Nos solicitaron estar aquí. Y pues he intentado estudiar en casa lo más posible.

SEMANA: ¿Qué nos puede decir de ese repertorio que plantea el concurso?

I.A.: Es bastante variado y considerablemente difícil, técnica y musicalmente. Es difícil encontrar la buena mezcla entre una pieza técnica y una pieza “musical”. En algunas piezas sobresale más una cuestión técnica que opaca la cuestión musical. Por eso, a veces, el músico trata de forzar el balance entre las dos. Porque es muy aburrido escuchar a alguien tocar todo mecánicamente, o a alguien que a lo mejor le pone mucha emoción y mucho sentimiento pero no consigue la claridad.

Creo que estas piezas resumen un poco ese tipo de dificultad que hay, sobre todo pasando de una a otra. No son necesariamente de épocas muy distintas, algunas sí, pero otras son bastante más cercanas, y aún así hay una gran diferencia. En ese marco, es importante preparar y crear un tipo de ambiente para cada pieza. Ahí está la dificultad.

SEMANA: El violín lo ha llevado a muchos lugares, pero me imagino que quiere llegar a muchos otros. ¿Tiene algún sueño pendiente o deja que fluya?

I.A.: ¡No, no!, ya fue suficiente tiempo de estar fluyendo con el viento. Es importante pero todo el rato se hace muy caótico.

Uno de los grandes sueños que tenía era poder estudiar y mejorar en el violín. Yo no soy alguien tan complicado frente a esas cosas. Yo salí del país a estudiar porque hubo la oportunidad. Y afuera tuve la oportunidad de encontrarme con otro tipo de influencias, profesores y músicos que, inequívocamente, me dieron un espacio para transformar las cosas que ya venía haciendo y reenfocar ciertas visiones que ya venía teniendo.

Hasta hace muy recientemente, ese fue mi motor y mi sueño. Y terminé mis estudios, pero sigue siendo un gran impulso para mí para mejorar como violinista.

Sobre los sueños que todavía quisiera conseguir, he hecho, muchas de las cosas que jamás creí que iba a poder hacer. Quisiera continuar el camino que estoy haciendo, pero al mismo tiempo quiero incluir otros géneros de música. No solamente con el violín, yo también pues soy baterista. Danny Carey (Tool, Beat) influyó bastante, como para decir, “Ey, ¿qué pasa si intentamos hacer esto?”. Entonces, he tenido un par de grupos y algunos otros proyectos, pero me gustaría hacer algo más serio frente a eso.

Tool en la edición 2025 del Festival Estéreo Picnic.
Tool en la edición 2025 del Festival Estéreo Picnic. Su baterista, Danny Carey, ha impactado a Iván al punto de llevarlo a tocar batería seriamente. | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA-SEMANA

Con el violín hay un sinfín de posibilidades. Y hay muchas cosas en las que yo soy nulo de las que quiero seguir aprendiendo. Y quisiera tocar de solista en la Berliner Philharmoniker o en el Suntory Hall de Tokio, pero ya el hecho de haber estado en estos lugares trabajando como músico de orquesta también me da una sensación de calma. Me digo, “Okay, he estado aquí”, mientras digo “sería genial ser solista algún día, en esos lugares, en alguna pieza o en algún espectáculo específico”.

No me cierro a nada. Me he dado cuenta de que casi todos los objetivos se pueden seguir por muchos caminos diferentes. No tiene que ser el mismo camino con las mismas paradas y los mismos intereses para todos. Realmente, estoy abierto a todo lo que pueda absorber, aprovechar para aprender y compartir con los demás. También me interesa mucho la enseñanza. Pero ese es un trabajo también muy largo...

SEMANA: Interesante que lo mencione, porque en este concurso, ustedes, los talentos, compartirán con público más joven y “encenderán llamas” con sus masterclasses. Eso representa algo muy bonito también...

I.A.: Claro, es una oportunidad muy linda y muy extraña, en el sentido en que usualmente no se hace. No es realmente común poner a los concursantes de un concurso de violín a dar masterclass. Pero me parece interesante porque si bien muchos de los concursantes ya tienen una carrera más o menos establecida, ninguno viene con ese ego enorme de decir, “Ah, yo soy el profesor de no sé qué y todos mis estudiantes han estudiado tal cosa”. Ninguno de nosotros es así.

O sea, lo que venimos a hacer es a compartir lo que hemos estudiado y experimentado. Y, a partir de eso, somos un punto de referencia para las personas que a lo mejor quieren ir a estudiar a otras partes, o estudiar con ciertos profesores, o fijarse en ciertas técnicas o ciertos géneros. Nosotros somos esa ventana para mostrar, “Mira, por allá hay esto”, en vez de que lo abordes cerrando los ojos, gritando y esperando llegar al otro lado.

Iván Orlín Ariza
Bogotano, hijo de docentes bogotanos, Iván Orlín Ariza también mira a un futuro como educador, pero entiende la preparación que esto exige. | Foto: cortesía CIVB / A.P.I.

Es permitirle ver a cada persona un poquito más qué se puede hacer y que no es tan apropiado. Estoy muy contento de hacer parte de esa iniciativa. Esperemos a ver qué tal funciona, porque incluso con profesores universitarios en muy grandes escuelas, pasa que a lo mejor son super músicos y hasta muy buenas personas, pero pedagógicamente son muy complicados.

Es un reto muy grande, pero precisamente estamos ahí para eso, porque todos hemos pasado por eso, de una forma u otra. Será algo muy gratificante ser un canal para estos jóvenes, darles una ventana y permitirles ver ciertas oportunidades.

SEMANA: ¿Algo para sumar antes de despedirlo?

I.A.: Quiero agradecer muchísimo a Santiago Trujillo y a la organización del concurso. Es una iniciativa y es un trabajo enorme, juntar a estas personas y hacer funcionar las cosas. Entonces, estoy muy agradecido con Colombia, con Bogotá, con su público y con mis padres que me apoyan incansablemente desde siempre. Así también, con mi familia en Suiza, que aunque no sea de sangre, es una familia muy cercana a mí, mis compañeros de estudio y de trabajo allí. Les debo mucho y le debo mucho a todas las personas que han creído en mí. Veremos cómo puedo retribuirlo, y espero que sea de la mejor manera y de una manera consistente.

*Más información sobre el evento en esta página web.