Día de la diversidad étnica y cultural
Educándose y educando en cine y fotografía, Yeison Riascos ilumina el camino para los jóvenes de su Buenaventura
Docente, artista, persona en constante formación y líder, Riascos comparte a diario su experiencia y lo que aprende en su maestría con sus alumnos para que el arte llegue a sus vidas y aspiren a un mejor futuro. Hablamos con él al respecto.
“Son niches como nosotros, de alegría siempre en el rostro/ A ti, mi Buenaventura, con amor te lo dedicamos”, canta el Grupo Niche en su rotunda “B/ventura y Caney”. Estas letras del inmortal Jairo Varela, que vibran más de 40 años después de ser escritas, Yeison Riascos las ha llevado a la realidad a través de la fotografía y la pintura. La esencia de este artista plástico de Buenaventura, que parece hacer de la luz una extensión de sus pinceles, representa sus territorios, el Pacífico colombiano y especialmente su Buenaventura.
Nacido en el barrio 12 de abril del principal puerto marítimo de Colombia, “artista de vida y profesión”, Riascos sigue labrando un camino que lo ha llevado por la academia y le ha permitido formarse. Ha consolidado técnicas que le han permitido plasmar la vida de los hombres y mujeres del Pacífico sur de Colombia. En estas personas ha basado su obra.
“Es desde este barrio de donde he podido tomar todo lo que soy”, dice, y añade que también lo formó el patio de la casa paterna. “Uno habla de lo que conoce, de lo que vive, fue el barrio que me vio nacer por eso siempre lo menciono, para que esos jóvenes, esos niños que van creciendo porque si bien ellos son los que van a quedar con estas metas, estos liderazgos a futuro, entonces es necesario que creemos esos referentes”, dice con pasión este hombre que ha hecho de la fotografía, uno de sus campos de acción más prolíficos.
“Ser artista es a lo único que me dedico, por eso trato de sostener esta bandera de la tradición del Pacífico sur, la oralidad y toda esa plástica afro que va en conjunto con las artes, para poder enseñarla, para poder demostrarla de una manera y, sobre todo, poder mostrar sin tener que parecernos a otras comunidades. Esto somos nosotros. En sí, mi obra plástica está basada en eso, en el modo de vida del hombre y la mujer del Pacífico sur colombiano a través de lo que más exploro: la fotografía, la escultura, el dibujo, la pintura y la instalación” explica Riascos.
Artista y maestro
Yeison es artista plástico de la Universidad del Cauca y hace parte de la maestría Gestión y producción cultural y audiovisual (que Manos Visibles y la Fundación Ford desarrollan con el apoyo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá/UJTL). La inició en agosto pasado, en el marco de los talleres de Vanguardia Étnica Cultural, donde se pusieron sobre la mesa temas relacionados con el futuro de la industria audiovisual afro en Colombia.
“El inicio de la maestría ha sido muy enriquecedor. Primero, por estar con grandes líderes (hoy compañeros y colegas), quienes vienen haciendo un gran trabajo en sus espacios, donde desarrollan construcción de público especialmente con jóvenes. En ese sentido, nuestros diálogos durante los encuentros son acerca de las experiencias que desarrollan en cada una de las iniciativas sociales. La maestría trae consigo grandes referentes en materia de liderazgos, empresas culturales, tecnología, gestión y producción, y ha llenado mis expectativas en el desarrollo de nuestras actividades en nuestros barrios y la comunidad en general de Buenaventura”, cuenta Riascos, quien dirige en este puerto el laboratorio social Oruga, un esfuerzo social y artístico con el que busca prevenir temas como el reclutamiento forzado, consumo de drogas y abandono escolar, entre otras amenazas demasiado reales.
Arte futuro
Hoy día, en Buenaventura y sus comunas, la juventud es vulnerable ante hechos violentos y es susceptible de ser influenciada por acciones negativas (presenciales y virtuales). Por esa razón, A través del laboratorio Oruga, Yeison aspira a ‘reclutar’ adolescentes para fines creativos. Quiere que desarrollen todo su potencial y se mantengan focalizados en alguna materia de gusto propio que les permita aprender en este semillero investigativo.
“Oruga es ante todo un laboratorio de producción, diseño, innovación y creación juvenil en el que convergen ideas y creatividad de un grupo de jóvenes que oscilan entre los 14 y 20 años. La hermandad es el vínculo principal en este grupo de jóvenes a los cuales se les imparte fuertes valores morales que son importantes en esta etapa de la adolescencia. Se apuesta por ofrecerles ideas creativas en torno a los medios digitales que a diario nos acompañan, para aprovechar los momentos libres en los que se pueden desarrollar grandes proyectos con la asesoría de amigos y colegas docentes que han estudiado y trabajado a nivel profesional”, cuenta Yeison.
“Quiero contarle algo”, agrega, “cada integrante de Oruga, desde el momento en que fui aceptado en la maestría, la ve como si fuese suya. Todos se han involucrado desde el primer momento, protagonistas desde la inscripción, la toma de fotografía y los video solicitados por Manos Visibles y la UJTL. En ese pedido, los muchachos aplicaron lo aprendido en el laboratorio.
Compartiendo (y propagando) clase
Durante estos meses de avance de la maestría, Yeison ha realizado varios ejercicios basados en las clases que ve en la universidad. Por ejemplo, la introducción a la IA y su buen uso a futuro. Y eso ha hecho que en Buenaventura se vean con interés los trabajos del laboratorio, sobre todo por la transformación social de la juventud, por muchos años vulnerada en las comunas del “puerto del mar, mi Buenaventura”
El ingreso de varios de los jóvenes a la educación superior como lo son la Universidad del Valle sede Pacífico y la Universidad del Pacifico, así como también el SENA, es un indicador poderoso del efecto de este trabajo. “Esto último ha hecho eco dentro del barrio de manera positiva entre los habitantes quienes nos ven como referente para tomar otros caminos que faciliten la superación personal en lo educativo y profesional”, asegura Riascos.
Para él, las iniciativas que se desarrollan desde el territorio y que involucran a sus habitantes, se deben resaltar y exaltar. “El trabajo de organizaciones como Manos visibles y la Fundación Ford en conjunto con la Jorge Tadeo Lozano es inspirador. Lo veo como un ejemplo a replicar con la juventud. El valor de compartir y de la empatía son unas de mis bases para seguir impulsándonos como comunidad conciliadora de paz y ofrecer educación cultural. Se puede construir nación desde los territorios con orgullo y visibilidad, y lo podemos hacer potenciando lo que tenemos alrededor. Esa es la tarea, y como dice un proverbio africano: Ubuntu, ¡Yo soy lo que soy por lo que somos todos!”.
Sobre su infancia, recuerda “la tradición. Lo que yo más recuerdo es ese respeto hacia los mayores, como esa tradición, como esa música, como esa dialéctica del hombre y la mujer negra en la situación colombiana, como se vivía en Buenaventura y sus alrededores”.
“Poco a poco, sé que en muchos contextos, en muchos pueblos, eso ha cambiado. Pero yo recuerdo y trato (a veces, en ocasiones) de mostrar el modo de vida de las tradiciones, de los cantos fúnebres con un alabao, del orgullo de decir tomé viche y lo sigo haciendo, desde mis pinturas y cómo las planteo, desde mis dibujos... Ese modo de vida del Pacífico, de poder bañarse en un aguacero y poder comer un arroz con papa y con queso... todas esas cosas, incluso dentro de los días de enseñanza y las artes, las trato de mostrar”.
El 12 de octubre es el Día de la diversidad étnica y cultural, pero lo celebramos desde ya con esta historia.