Personaje
El fundador de Los Jaivas vive en Fusa, esta es su historia
Como cuenta el portal Culto de su Chile natal, el músico abandonó la icónica banda en 2009 buscando paz, reposo y recuperación, y parece haberlos encontrado en Cundinamarca 10 años después.
Fue profeta en su tierra, donde fundó con sus hermanos y amigos Los Jaivas, la banda de mayor trayectoria en la historia de Chile (con más de 55 años recorridos y contando, sin figuras fundamentales pero con el espíritu intacto). Ahora, si bien sigue atado a la banda con todo el cariño desde otras funciones, Eduardo Parra vive sus tranquilos días de retiro en Fusagasugá, un lugar en el que, como le comentó al portal Culto de su país, quiere pasar el resto de sus días.
Parra, pianista y tecladista de la banda, fue ratificándose como el letrista también dada su cercanía con la literatura, la poesía, y el espíritu de viaje y conocimiento.
Como explica Claudio Vergara, periodista que lo visitó, el músico se mudó a la población de Cundinamarca hace un año. En Fusa se instaló a comienzos de 2020, justo antes de una pandemia para la que estaba más que “preparado” en términos de rutina y vida. Esto pues, confiesa, llevaba una existencia confinada por gusto propio por casi diez años.
La pandemia sin embargo, sí entorpeció parte de sus planes. En 2020 iban a venir, establecerse, y volver a cerrar esa parte de su vida en Europa, pero esa última parte quedó en veremos con la llegada del covid-19.
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A Colombia llegó después de una larguísima parte de su vida en París, donde llegó por cuestiones difíciles. En 1976 fue encarcelado por dos meses en Buenos Aires (una ciudad en la que les quedaron muchas cosas por lograr). A Francia llegó hace 43 años.
Ahora, en Cundinamarca encuentra su remanso. A la publicación chilena le dijo: “Pensábamos en un cambio radical, estar en el campo, en una idílica casita en plena pradera, fundamentalmente lejos del mundanal ruido. Estábamos un poquito cansados de la capital de Europa, donde a diario, en tiempos normales, hay sólo como población flotante un millón de personas; donde para llegar de un extremo al otro hay que pensar al menos en dos horas de un viaje congestionado, polucionado. Queríamos emigrar, regresar a nuestra tierra y ver el campo, que es lo que estamos haciendo ahora, donde a lo lejos se divisan varios pueblitos encaramados en los montes de vegetación salvaje”.
“Estar ahora en mi amada cordillera de los Andes me causa mera cercanía. Volver a los inolvidables años de mi niñez se me hace una razón que siempre existió en mí. Me siento como en mi casa. Los caballos y vacunos en el potrero de enfrente, más que traerme una nueva mirada de las cosas, me devuelven a mi devota mirada infantil”, dijo al diario chileno.
Eduardo Parra, el mayor de los hermanos Parra que fundaron Los Jaivas junto con Eduardo “Gato” Alquinta y Mario Mutis en 1963. Tras la muerte de Alquinta, nada se sintió igual y el cuerpo también le daba sus anuncios y lidia también con “las secuelas más adultas de una poliomielitis que lo empezó a aquejar a los tres años”. Por eso, en 2009 dejó la banda y se dedicó a darle vida en Internet a esa institución cultural panamericana que nos Los Jaivas. Y no ha sido menor esa labor: maneja dos sitios web de la banda y tres cuentas de twitter.
Conoció a su mujer, la colombiana Sandra Villegas, muchos años después en la capital francesa. Sucedió después de que la banda perdiera en 1988 a Gabriel Parra en un accidente en Perú. Parra cuenta que fue un momento muy duro en el que se juntó esa durísima muerte con el divorcio de su primera mujer y madres de sus tres hijas.
La banda estaba en un hoyo negro, tratando de lidiar humanamente con tan profunda pérdida. En medio de tanta oscuridad, en un restaurante chileno de París, Parra conoció a Villegas. Parra confiesa que vio la luz en la mujer que recién conocía.
Con ella, con Sandra María del Consuelo (no ve coincidencia en ese nombre), que llegó en ese momento a darle ánimo para seguir, armó hogar y tienen un hijo, Víctor (generación 99), que hoy compone e interpreta bajo el nombre Ryvale.
Sobre Fusa, profundizó: “Fueron varios años de reflexión pensando en varios países de Sudamérica, incluso en Chile, donde en el Elqui tenemos un terreno. Finalmente decidimos establecernos en Fusagasugá, un lugar con un clima muy agradable, nunca hace frío. La población suma 147.631 habitantes y aquí la cordillera de los Andes no es un fabuloso paisaje lateral como en Chile; aquí uno vive encima de una cordillera verde. Además, nuestro departamento lo elegimos en una zona rural. Pensamos que este será el lugar donde viviremos, si Dios quiere, hasta el final de nuestra existencia”.