Cine
‘El último duelo’: un Ridley Scott magistral narra los efectos de una violación en la Edad Media y el poder de una voz que no calla
El director británico cuenta a tres bandas y con enorme factura el denso, tenso y cautivante relato del último duelo en Francia, a finales del siglo XIV. La experiencia cinematográfica, escrita para la pantalla por Matt Damon y Ben Affleck, evoca las experiencias grandiosas y dolorosas del gran séptimo arte.
Con Ridley Scott es difícil saber qué esperar últimamente. Su capacidad y su altura no se discuten jamás, este señor dirigió Alien y Blade Runner, dos películas con las que será leyenda por siempre, y la Academia le dio el Óscar a Mejor película a su Gladiator, que tiene sus momentos y a Russell Crowe en el tope.
Pero, si bien se ha ganado el derecho a hacer lo que le venga en gana a punta de obras maestras, hasta sus más afiebrados seguidores aceptan que sus entregas recientes (incluyendo sus secuelas de Alien) han sido circos visuales tan impresionantes como vacíos, sin historia que los eleve. Scott trató también de ‘romper paradigmas’ en televisión de ciencia ficción produciendo Raised by Wolves (en HBO Max) con resultados similares. La promesa de la grandeza, la entrega seria, curada y no satisfactoria.
Por eso resulta tan emocionante el estreno de The Last Duel . La tecnología y el futuro se fueron al carajo. Aquí el reloj se echa para atrás 635 años, hay barro, luchas que generan reacción física en el espectador y una ambientación del medioevo francés impresionante (que evita acentos franceses condenados a salir mal). Y más allá de ese show visual, que lo es, cuenta una historia fuerte de injusticia y dureza, de carácter, egos y de tiempos absurdos para hombres y, especialmente, para las mujeres.
El guion fue obra de Ben Affleck y Matt Damon (que actúan en la cinta y lo hacen bastante bien), recordados como guionistas por Good Will Hunting, que les representó un Óscar en 1998. Affleck y Damon partieron del libro El ultimo duelo: Una historia real de crimen, escándalo y juicio por combate en la Francia medieval, publicado en 2004 por Eric Jager, una investigación basada en diez años de análisis de fuentes históricas con siglos de antigüedad, que revelaba la turbulencia de la Edad Media.
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Sobre la historia, Jager explicó: “Conocí la historia de Marguerite en una crónica medieval de Jean Froissart, que dedicó seis o siete páginas a este episodio. Me maravilló el relato y de hecho pensé que sería una gran película”. Y sobre su motivación, concluyó: “Si no hubiera estado convencido de que Marguerite de Carrouges decía la verdad, no hubiera escrito el libro”.
The Last Duel se separa del resto, además, fragmentando su relato en las tres perspectivas de sus protagonistas: Jean de Carrouges (Matt Damon), Jacques Le Gris (Adam Driver) y Marguerite de Carrouges (Jodie Comer). La cinta dura 150 minutos, pero esta narración episódica los hace ágiles porque se sabe que van revelando capas de un episodio intrigante, así sean de indignación, y van configurando ese enorme clímax final. Y el clímax entrega lo prometido.
¿El meollo del asunto? Carrouges y Le Gris, dos amigos y colegas de armas y batallas, se ven convertidos en rivales y enfrentados en combate tras la denuncia de la mujer, de Carrouges, quien acusa públicamente a Le Gris de haberla violado y decide habla contra toda la lógica que le ordena callarse porque lo más seguro es que por ello vaya a morir.
El retrato de cómo funcionaba este planeta en 1386 a través de este retorcido pero real episodio inevitablemente lleva a pensar sobre lo que se ha avanzado y lo mucho que queda por hacer. En ese entonces, bajo los designios de Dios y de un rey apenas adolescente que toma como un juego burlón la vida y la muerte de sus vasallos, la vida era un milagro y una miseria. Las mujeres eran moneda de cambio, objeto de deseo y presas de la resignación callada o la amenaza de muerte. Los hombres arriesgaban sus vidas por talento y promesas, pero tenían que aprender a tragarse su orgullo o a ser desfavorecidos, colgados.
‘The Last Duel’ no es ‘Braveheart’, no trata de serlo, es una película más matizada, menos lineal en sus intenciones y en su narración, pero algo en ella refresca y robustece la experiencia medieval noventera inmersiva que ofreció Gibson en su momento; en últimas, gracias también al trabajo del director de fotografía Dariusz Wolski, volvemos a ese envolvente ambiente gris y frío y guerrero donde reyes hacían y deshacían por la voluntad de Dios. Sin las montañas de Escocia, quizá pero la película triunfa con un estudio de la humanidad deshumanizada de esos tiempos y un duelo que se tomó más de seis meses en prepararse y cumplir su cometido, pasar a la historia entre los grandes.