Música
Ela Minus, sobre su nominación al Grammy y su regreso a Colombia: “Será un bonito final de año, los necesito ahí”
Aspirante al Latin Grammy por su canción QQQQ, la colombiana Ela Minus cerrará, con tres conciertos en el país, un año que la ha visto darle tres vueltas al planeta. Esto nos dijo sobre la nominación, su música presente y futura, y una fama que hasta sus tías reconocen.
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Nadie dijo que era fácil ser una artista reconocida. Ela Minus (Gabriela Jimeno Caldas) da testimonio de lo agotador y exigente que puede ser, pero también de lo lindo. Hablamos con ella en México, en tránsito entre Italia y Estados Unidos, en un año que no la ha visto detenerse un segundo luego de lanzar en enero su segundo álbum, Día. Según sus cálculos, le ha dado tres vueltas al planeta. ¿Su secreto para sobrevivir?: “Dormir, dormir y dormir, y tomar agua, un resto de agua”. Le ha servido. En sus shows lo entrega todo, sin importar la geografía.
Acorde con ese nivel de compromiso y a la altura de su música, su nombre no ha dejado de sonar en las grandes radios del mundo y en los círculos donde el sintetizador es ley. A esas buenas repercusiones de su arte se sumó una nominación al Latin Grammy 2025. Es su primera, en la categoría Mejor Interpretación de Música Electrónica Latina por su tema “QQQQ”. Antes de ir a esa ceremonia el 14 de noviembre en Las Vegas, cerrará en el país el año tórrido con tres conciertos: en Medellín (en La Pascasia, el 7 de noviembre); en Cali (en el Parque de Los Poetas, el 8); y en Bogotá (en el Bonfire, el 9). Dando muestras de que su arte y su éxito no comprometen lo que es, una persona supremamente educada y receptiva, esto nos dijo.

SEMANA: ¿Le sorprendió la nominación al Latin Grammy?
Ela Minus: No me lo esperaba de ninguna manera, ni siquiera estaba en mi radar. Fue una sorpresa absoluta... y me emociona porque es un paso en un mundo completamente nuevo para mí.
SEMANA: Cuéntenos de QQQQ, la canción nominada…
E.M.: Es muy especial que sea esta canción porque, así se sienta un poquito cliché, fue la última canción que hice para el disco. La hice en una noche. Ya había acabado el álbum, lo estaba mezclando (lo último), y tenía la secuencia completa de toda la producción con otra versión de esta canción (con la misma letra). Pero escuché el disco casi terminado y me dije que necesitaba hacer una canción distinta. Y como que la oí en mi cabeza y pensé que tenía que ser supertriste, pero al mismo tiempo muy eufórica, como combinando melancolía y baile, llorar mientras se baila. Le dije a mi ingeniera en el estudio: “La voy a hacer esta noche y mañana la mezclamos”. Y así fue, la hice toda en una noche, la mezclamos al otro día y quedó como quedó. Que sea esta canción, así de honesta, de intuitiva y de cruda, la que logró una nominación al Grammy, es especial.

SEMANA: La canción no entró ni al principio ni al final del disco. ¿Cómo supo que tenía que ir ahí, donde la ubicó, en el corazón?
E.M.: La secuencia estaba tal cual la oyes y pensaba que todo el disco era “mucha tensión”, y antes de que estuviera esta canción, la tensión nunca se resolvía. Y yo uso mucho una técnica cuando trabajo, el contraste: la tensión no es tensión si no hay release. Algo no es hermoso si no hay algo feo al lado. Uso mucho ese concepto para realzar lo que quiero realzar. En Día quería realzar la tensión y para hacerlo necesitaba un release. Por eso entró en ese punto, entre “IDK” y “I Want to Be Better”, porque necesitaba que el cambio del lado A al lado B fuera pura euforia, puro release, que no se sintiera pesado el disco, sino como un momento de ligereza, de entregarlo todo.
SEMANA: Día es su segundo trabajo discográfico, y viene viviéndolo. ¿Cómo ha sentido la recepción?
E.M.: Ha sido muy linda. El disco salió el 17 de enero y yo hice un concierto de lanzamiento en Bogotá, y desde ese momento hasta hoy no he parado de viajar tocando. Justo me bajé una aplicación de aviones, siguiendo todos los vuelos que he tomado, ¡le he dado la vuelta al mundo tres veces! El año ha sido muy grande en todos los sentidos: con mucho aprendizaje de los conciertos, muchos conciertos diferentes en muchos países y ante públicos muy distintos.
Para mí fue un disco difícil de hacer, la verdad. Fue estresante, frustrante. Estaba en un momento difícil de mi vida, confundida. “Lo parí”, podría decir. Fue un reto muy grande salir del peso del segundo disco, quitarme eso de encima para pasar página y hacer un buen tercer disco. La presión de un segundo disco se sintió real y horrible, la verdad, lo confieso.

A la vez, le puse Día porque sentí que el disco ilumina. Hacerlo iluminó un montón de cosas en mi vida, no de una manera positiva, como prender la luz y ver qué hay. Y eso ha hecho el disco en 2025, ha iluminado muchas cosas en mi camino. Es surrealista que un disco así de difícil de hacer haya logrado una nominación a un Grammy.
SEMANA: ¿Superados ese peso y esa presión del segundo disco?
E.M.: Sí, 100 por ciento, aunque siento que si me hubieras preguntado si sentía presión de un segundo trabajo un año después de acts of rebellion, te hubiera dicho que no. Ni la sentí siquiera un año, o 6 meses después... pero cuando empieza a pasar un poquito más de tiempo algo cambia. Por ahora me siento muy distinta, y siento que lo nuevo que estoy haciendo nace porque quiero hacerlo. Nadie me está presionando, nadie me está afanando. Vamos a ver si eso cambia.
SEMANA: ¿Cómo mide su éxito? ¿Lo alcanza a disfrutar?
E.M.: Buenísima pregunta, y creo que no alcanzo. Yo soy superlenta, necesito tiempo para procesar en general, en la vida. Soy de esas personas que tienen que estar una semana a solas en silencio para procesar cualquier evento. Y no creo que sea algo malo, siempre he sido así, pero soy consciente de eso. Hasta ahora estoy procesando lo que pasó con acts of rebellion, o sea, ¡con cinco años de delay! Entonces, no tengo ni idea de qué está pasando, pero sí hay ciertos momentos que a uno lo aterrizan. Por ejemplo, momentos en los que gente que admiras te invita a tocar. Yo era muy muy fan de Caribou, de Floating Points y de Four Tet, de esta escena del Reino Unido, y ahora son mis amigos. Y a veces me llega un mensaje de ellos y eso me aterriza en el momento en el que estoy. Eso es bonito, y cosas como que mis papás estén orgullosos también. Además, el Grammy es muy universal, entonces mis tías se enteran. Eso me da un poquito de “wow”, y sí se mide un poquito el éxito, pero lo importante es que haya gente que respetas que te respete a ti.

SEMANA: Formó parte de la serie Synth History por su trabajo de sintetizadores y de voz, ¿cómo son sus exploraciones actuales?
E.M.: Siento que ha salido mucho de “Combat”, la verdad, de esa canción del disco, donde por primera vez usé cintas e instrumentos acústicos (saxofones, flautas, clarinetes) y más voces (hay un pequeño coro). Siento que todo lo que he hecho este año sale un poquito de ahí. O sea, estoy experimentando más con la combinación de instrumentos acústicos y sintetizadores, y también usando batería por primera vez, en mi música. Eso ya dice mucho.

SEMANA: Regresa dentro de poco al país, ¿qué puede esperar la gente de Ela Minus en vivo?
E.M.: Me cuesta mucho responder a esta pregunta. Pero a mí me parece muy lindo el año que he tenido en Bogotá: empecé haciendo el lanzamiento del disco en el planetario, y fue un concierto muy íntimo para muy pocas personas. Y salió justo ese día, entonces nadie lo había oído. El siguiente concierto fue cuatro meses después en el Estéreo Picnic, un concierto enorme, con una producción distinta y con un disco que ya había salido. A mí los festivales siempre me generan un grado de desapego porque uno está muy lejos del público, es muy grande, llovía además, hacía frío, ¡fue extremo!

Y ahora vuelvo al final de este año. otra vez, después de tocar en todas partes del mundo con muchas ganas de la culminación de esas dos experiencias, ¿sabes? De tener un concierto más íntimo que el Picnic, pero más grande que el Planetario, con la producción del Picnic.
Para los que no han visto, toco de espaldas, y hay una cámara en mí y en los sintetizadores. Y todos pueden ver lo que estoy haciendo y mis máquinas. No tengo computadores en vivo, son sintetizadores análogos, y canto. Yo paso mucho tiempo diseñando el show para que, cuando estén ahí, vivan una experiencia única, algo que nunca hayan visto o sentido antes. Ojalá vayan, creo que va a ser un bonito punto final para el año, pero los necesito ahí para que lo hagamos juntos.

SEMANA: ¿Se piensa como una embajadora?
E.M.: Es imposible no hacerlo. Yo me siento muy orgullosa de ser colombiana, de ser latina, y de poder estar mostrando este otro lado. No la versión exotizada de lo que somos los colombianos, algo menos empaquetado. Eso me emociona, y sí, obviamente con el tiempo y con los logros es imposible no sentir una responsabilidad. Y me la tomo muy en serio (sin cambiar quién soy yo, obviamente).
SEMANA: Cuéntenos de música que considere que merece más oídos en el mundo, algo que recomiende a manera de despedida...
E.M.: Me encanta Briela Ojeda. Últimamente he estado oyendo mucho ese último disco que sacó, Andariega, que además tiene una portada increíble en blanco y negro. Es una voz muy especial.



