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En ‘Jim Henson: el hombre y las ideas‘, Ron Howard revela el camino de un genio de impacto global: hablamos con él
El ganador del Óscar estrena en Disney+ su documental sobre la vida y obra de un creador como ninguno en el siglo XX, que se fue pronto, pero dejó una huella notable desde sus Muppets, Plaza Sésamo y mucho más. “Me gusta trabajar tanto como le gustaba a él”, nos dice el director, “pero su creatividad estaba en otro nivel”.
Si algo ratifica de hermosa manera Jim Henson: el hombre y las ideas, el documental del célebre director Ron Howard (ganador del Óscar por Una mente brillante y creador prolífico), es que hablar de la vida de Henson es abordar la huella de un fuera de serie cuya creación tocó y aún impacta a cientos de millones de personas alrededor del mundo, de distintas edades e intereses.
Con su vasta obra (parece increíble que la haya realizado en 53 años), que incluyó varios universos como los de los Muppets, Plaza Sésamo y Fraggle Rock, y decenas de personajes mundialmente famosos (liderados por la rana René), Henson hizo de su audiencia una más irreverente, más inteligente, más educada, pero, sobre todo, más humana. A diferencia de quienes fomentan la unión desde las similitudes, este hombre veía la solución para las guerras en abrazar las diferencias. Y eso transmitió, a su manera, marcada por el humor y algo de absurdo.
Desde su inmensa curiosidad por el proyecto siguiente y su talento para crear marionetas memorables y expresivas (así como para impulsar equipos que compartieran su visión y la hicieran realidad), Henson impactó de la creatividad del siglo XX como un meteorito a los dinosaurios.
Llegó a cientos de miles hogares desde la cultura popular (la televisión y eventualmente las películas), y por eso sus ideas y su tono se diseminaron entre todo tipo de gentes, inspirándolas, enseñándoles o, simplemente, entreteniéndolas con algo irrepetible.
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Henson, por su lado, evitaba encasillarse, y su mente lo proyectaba haciendo muchas cosas más, como espectáculos de Broadway, incluso rediseñando bares. Para narrar estos y muchos detalles más de esa vida que empezó en un hogar muy religioso de Misisipi en 1936 y terminó en Nueva York en 1990, y ese camino en las artes (tan difícil de balancear con la vida de familia), Howard echa mano de valioso material de archivo, al que por primera vez tuvo acceso, así como de material documental. La edición es sobria, bella.
Para gran parte del público no experto, este documental, que se estrena el viernes 31 de mayo en Disney+ (y viene de proyectarse en el Festival de Cannes), es revelador, emocionante, nostálgico y provoca unas cuantas sensaciones más. Vale destacar encuentros de Jim Henson con el enorme Orson Welles, que en su programa de entrevistas destacó al creador de marionetas como un ser humano único del siglo XX. En una parte de esas charlas, aprendemos que Jim jamás jugó con marionetas de niño o de adolescente.
Hay entrevistas frescas, claro, con casi todos sus hijos, y, más aún, con grandes colaboradores como Frank Oz y actores que lo acompañaron en distintos capítulos de su aventura. Probablemente, la parte más compleja de este perfil autorizado por Disney y por la familia es el aceptar que ser un hombre de ideas sin fin lo alejaba de ser un hombre de familia. También que en su absoluta entrega al trabajo, por fuerte que se sintiera o lo sintiera su entorno, se descuidó.
Henson fue el tipo de hombre que dejó un guion para su funeral, y obviamente lo cargó de humor y sonrisas. Quizá no para su exesposa, que fue dejando tristemente de lado, y para uno que otro colaborador con el que tuvo diferencias, pero para Ron Howard y para millones, Henson es sinónimo de sonrisas inteligentes. Hablamos con el director sobre su documental y el hombre en el centro del mismo. Esto nos dijo.
SEMANA: ¿Qué creación de Jim Henson impactó su vida con más fuerza?
RON HOWARD: Creo que fue Plaza Sésamo. Porque recuerdo que nos sentábamos todos juntos a verlo. Además, ahora, con el paso del tiempo y habiendo mirado profundamente su trabajo, reconozco que muchísimos de los filmes que más me gustaba sentarme a ver con mis hijos eran aquellos que dirigía él mismo, los filmes sobre contar, que para mí son memorables. No sabía que él los había dirigido. Para nuestra familia, su trabajo en Plaza Sésamo fue muy significativo. Y, con respecto a esto, yo tampoco sabía que Jim no tenía ni la intención ni las ganas de ser un creador de programas para niños. Él era muy satírico, muy gracioso, muy sofisticado. Y contar y compartir esa parte con las audiencias es genial.
SEMANA: Usted ha sido actor (Happy Days), es un director premiado, tiene una proclividad hacia el humor y el absurdo (hizo la voz de narrador en Arrested Development), ¿qué rasgos comparte con Jim Henson y qué rasgos definitivamente no comparte con él?
R.H.: Gran pregunta. Creo que definitivamente comparto un entusiasmo por el proceso de hacer cine, de contar historias, de saber que se quiere conectar con una audiencia, y trabajar con colaboradores que amas y que respetas para tratar de ser tan creativo y tan efectivo como te sea posible; todo en servicio de la historia que quieres contar. A él le gustaba trabajar mucho; a mí me gusta trabajar mucho. Me gusta usar el tiempo de manera productiva. Con todo eso me siento muy identificado y cercano.
Comparto un entusiasmo por el proceso de hacer cine, de contar historias, de saber que se quiere conectar con una audiencia, y trabajar con colaboradores que amas y que respetas
Ahora, su creatividad estaba en otro nivel, y su humor era más de sátiras, más fantástico, más caprichoso, si se quiere, que el mío. Y claro, la alegoría de esas especies de cuentos de hadas que él contaba, y esos filmes experimentalmente satíricos, son algo que creativamente o instintivamente jamás saldrían de mí. Esa es una de las razones por las cuales lo admiro. Y por eso lo enmarco como un genio absoluto, en términos de la originalidad de su pensamiento.
SEMANA: Murió a los 53 años, sin miedo a la muerte, como si supiera que tuviera poco tiempo para hacer lo que tenía en mente. ¿Lo hizo pensar esto sobre la vida, la muerte, y ese balance entre familia y trabajo que es tan difícil de lograr?
R.H.: Jim anduvo en una especie de búsqueda espiritual toda su vida. Y a través de su trabajo y de su curiosidad se preguntaba mucho sobre el cosmos y su lugar en él. Y llegó a pensar que los seres humanos no moríamos en ese sentido tradicional, que nuestra energía seguía presente, que había algo más allá de lo que pensábamos. Creo que eso le daba una confianza especial. Y en esto estoy con él, en ese sentimiento de entender que este es nuestro tiempo en esta tierra, y es precioso, y significa mucho, pero quizá no sea el único aspecto valioso en nuestra existencia. Así que no solo adoro la manera en la que vivió estas creencias, la admiro y me identifico con ellas.
SEMANA: Es un gran documental, con material increíble, con gran edición y música, ¿cuánto material le tocó dejar por fuera?
R.H.: ¡Tantas cosas! Había tantos momentos con los Muppets tan increíbles, tan graciosos, había tantos de los comerciales que solía hacer, que era para totearse de la risa, y para los cuales simplemente no hubo tiempo. Hubo mucho sobre música que dejé por fuera, pero que dolió, porque él no escribía música, pero entendía cómo usarla junto con imágenes de manera genial, y me hubiera gustado profundizar más en ese aspecto, en esas canciones y colaboraciones. Pero, en general, creo que logramos reflejar lo suficiente de sus facetas para encender la imaginación de la audiencia. Y ojalá así la gente busque con mayor profundidad lo que le llama la atención del portafolio de trabajo vasto y notable de Jim Henson.