Hay Festival
Hisham Matar: el escritor libio que convirtió en literatura la historia de su padre, desaparecido por Gadafi; SEMANA conversó con el autor
El reconocido escritor presenta en el encuentro literario su más reciente libro ‘Los amigos de mi vida’.
Una de las charlas más esperadas de este viernes en el Hay Festival de Cartagena es la del escritor libio Hisham Matar, ganador del Premio Pulitzer por su aclamado libro El regreso. Matar presentará esta vez en Colombia su nueva obra Los amigos de mi vida, una novela intensamente conmovedora sobre tres amigos que viven en el exilio político y sobre la patria emocional que pueden proporcionar las amistades profundas.
Radicado en la actualidad en Estados Unidos, Matar adquirió notoriedad en la literatura tras la publicación de Historia de una desaparición, en la que narra la historia de Nuri, un joven libio que pierde a su padre en la adolescencia, secuestrado y desaparecido por el régimen de facto del país árabe.
Era una novela anclada en la ficción, pero marcada a fuego por un profundo dolor personal, una profunda ausencia: a través de Nuri, Matar había contado de alguna manera su propia historia, la de un muchacho que a los 19 años, mientras estudiaba arquitectura en Londres, pierde a su padre, Jaballa, a manos de la tiranía de Muamar Gadafi, de quien era opositor.
Es que “uno escribe sobre lo que conoce. Las novelas en realidad descansan en la capacidad de tu corazón. Están basadas en tu mundo emocional y psicológico”, explica Matar, en Cartagena.
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Cuenta que su padre, un exdiplomático y reconocido miembro de la oposición a Gadafi, desapareció en 1990, mientras se encontraba en Egipto, en donde se exilió con su familia. Pero, la sed de venganza del dictador era tan atroz que emprendió una campaña para cazar a sus detractores más allá de las fronteras del país.
Años más tarde, a través de testimonios de prisioneros y lo que la familia consiguió averiguar con ayuda de organizaciones internacionales como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, se supo que Jaballa fue trasladado a Libia, donde fue encerrado en la prisión de Abu Salim, conocida como “la última parada”, tristemente célebre porque dentro de sus paredes terminaban los opositores del dictador Gadafi.
En esa labor de reconstrucción, también ayudaron algunas cartas que llegaron a manos de la familia en los tiempos en que Jaballa estuvo en prisión. Gracias a eso, supo que su padre estuvo vivo al menos hasta 1996: “La crueldad es omnipresente, pero sigo siendo más fuerte que sus tácticas de opresión. Mi frente no sabe inclinarse”, escribió en su momento Jaballa Matar.
En ese lugar, eran torturados. Muchos de quienes estaban allí murieron en lo que se conoce como la masacre de Abu Salim, de 1996. “Allí lo encarcelaron y, gradualmente, como la sal que se disuelve en el agua, consiguieron hacerlo desaparecer”, cuenta Matar.
“La de mi padre la describiría como una ausencia inconclusa que se lleva todo, que te hace crecer muy rápido y, de alguna manera, te impide madurar”, reflexiona el autor.
A los 19 años, comenta el escritor, “estás en un punto de cambio, de ser alguien que mira al pasado a ser alguien que comienza a construir su futuro. Y cuando pasa algo como esto es muy difícil dar ese giro”, explica.
Para saldar esa deuda de dolor y extravío, el escritor decidió regresar a su país. Lo hizo en compañía de su esposa y de su madre. Era el año 2012. Completaba ya 33 años de exilio y Libia intentaba adaptarse a una nueva realidad: el régimen de Gadafi había caído y la primavera árabe en Libia daba esperanza. Se respiraban vientos de cambio. Esa Libia, claro, era una Libia muy distinta a la de su infancia.
“Los años de dictadura cerraron el país. Hicieron que la gente se encerrara en sus casas, físicamente, pero también emocionalmente. Hoy es una sociedad mucho más conservadora”, comenta el autor, profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Columbia.
Matar, dice, necesitaba volver para “reencontrarse con el país y tratar de encontrar a mi padre”. Sus restos. O por lo menos la verdad. Aliviar el peso emocional de esa larga ausencia.
Fue de ese viaje emocional que nació El regreso, su obra más aclamada, que le mereció el premio más prestigioso del periodismo en Estados Unidos, el Pulitzer.