Arte y fotografía
Iluminar la conciencia: reseña sobre ‘El testigo’ de Jesús Abad Colorado
Una de las novedades más importantes del año es esta impactante obra editorial de Jesús Abad Colorado y María Belén Sáez de Ibarra que despliega la trayectoria fotográfica y desgarradora del fotoperiodista junto con textos, reflexiones y poesía en torno al conflicto y a sus víctimas.
Si una imagen vale más que mil palabras, cientos de imágenes acompañadas de miles de palabras que dibujan su doloroso contexto adquieren una potencia histórica.
Los cuatro tomos de esta publicación, El testigo. Memorias del conflicto armado colombiano en el lente y la voz de Jesús Abad Colorado en conversaciones con María Belén Sáez de Ibarra, compilan unas setecientas imágenes de Jesús Abad Colorado, producto de su causa vital de hacer memoria y registrar los hechos en este país ultraviolento.
En sus 1.372 páginas, sin embargo, no se compila por compilar o por catalogar: se hace para resignificar la elocuencia de sus fotografías, desde lo que sintió su autor y también lo que vivían las poblaciones afectadas y devastadas por la violencia, que se han tratado de levantar, pero no dejan de llorar. Congeladas eternamente por la lente de Jesús Abad Colorado, no lo dejarán de hacer nunca.
Sustentados en la vena humana de este antioqueño que ha registrado el conflicto en Colombia por décadas (la colección se enmarca entre 1992 y 2020) y complementados con testimonios, textos nuevos y datos corroborados minuciosamente, estos libros sirven a un propósito colectivo y espiritual; proponen una memoria histórica que se expresa también desde lo editorial, lo físico, con imágenes que invitan a la reflexión y están dotadas de alma.
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“La memoria histórica que aquí intentamos atesorar es fotográfica. Ojalá el instante captado iluminara un fondo profundo de la conciencia de quien las mira: que este fuera un momento para el alma, que compareciera lo sagrado que une aquellas vidas con las nuestras”, reflexiona Belén Sáez de Ibarra en el primer volumen: Tierra callada.
El dolor está presente, la publicación nace de él, registra las miradas perdidas que dejan la muerte, la desaparición, el desplazamiento forzado en poblaciones arrasadas que se vuelven metáforas de la Colombia olvidada por tantos, y así se encarga de poner la atención en el lugar correcto. Asumir ese dolor es necesario para construir futuro, evitar el olvido selectivo y la versión conveniente. Y ese dolor también se cuenta aquí desde la atmósfera en la que sucedieron los hechos, el miedo, el terror. Aún así, también son personajes la resistencia y el deseo de vivir. Por esa razón, el libro es un canto a la resiliencia humana.
“Aquí están las víctimas que han sido banalizadas y que yo aprendí a enfocar, a ver con mi ojo y con mi corazón. Aquí las registré y las documenté para que nadie pueda decir después que no supo lo que ocurrió”, dice Jesús Abad Colorado en un fragmento de Tierra callada. El fotógrafo ha caminado guiado por esa misión tan simple de definir y tan imposible de cumplir en un país que apaga a sus periodistas. Pero él ha cumplido profundamente; lo evidencia de manera sobrecogedora este trabajo.
Los registros de Jesús Abad Colorado tocan parte del territorio nacional, donde se han librado episodios brutales de una guerra cruenta entre sus actores, cruel y despiadada con la población civil y la más vulnerable. Desde La Guajira, Córdoba, Antioquia, pasando por el Putumayo, el Chocó, el Meta y el Catatumbo, el fotoperiodista nos ha presentado los rostros quebrados, la gente de a pie que busca y exhuma para despedir a sus muertos con dignidad, pero también los símbolos de paz y de resistencia que indican que nos queda alguna esperanza para renacer distintos.
En estas páginas se siente la piel de las víctimas, ellas y ellos, protectores de derechos humanos y ambientales, periodistas, estudiantes y activistas, magistrados, jueces, profesores, organizaciones y grupos de resistencia y la naturaleza misma, que también es protagonista damnificada e inspiradora –porque en las imágenes también hay registros de lo increíblemente bello que es este vasto territorio–.
Y en la escritura del libro se reconoce al ciudadano, al ser humano, al colombiano que perdió a familiares por cuenta de las balas o los rumores. Una escritura que surge de una conversación de años entre Jesús Abad Colorado y María Belén Sáez de Ibarra.
Gracias a la curaduría de Sáez de Ibarra se suman muchas más voces y textos, como las de la poeta Maya Angelou, el nadaísta Gonzalo Arango y las de periodistas como Mauricio Builes, Jorge Enrique Botero, Jorge Cardona y José Navia; la jueza Martha Lucía González, hoy en el exilio; el ambientalista Rodrigo Botero, y los abogados Jennifer Mojica, Gerardo Vega e Iván Velásquez Gómez, hoy Ministro de Defensa, entre muchas más, muy valiosas y desconocidas para el público general como las del padre Uli.
Los títulos de los cuatro tomos son dicientes: Tierra callada, No hay tinieblas que la luz no venza, Y aun así me levantaré y Pongo mis manos en las tuyas, palabras (valga decirlo, traducidas también al inglés) que dan cuenta de un alma humana atravesada por el conflicto, que amplifica las vivencias de las miles de almas con las que entró en contacto.
Hay testimonios, hay poesía, hay filosofía, hay arte y diseño, hay dibujos de niños y niñas integrados en nombre de un mensaje que debe calar. Y si bien en la publicación se siente el espíritu de su muestra museográfica y del documental del mismo nombre (hoy en Netflix), hay que rendirse ante el eterno libro, la colección bibliográfica que parte de una obra de relevancia internacional que el antioqueño ha forjado gracias a fotografías sensibles, que cobran una dimensión propia desde el trabajo curatorial, la disposición de los elementos, la impresión, el alma.
*Editor de Cultura de SEMANA