Entrevista
Jorge Velosa: “Cuando es pa echar cantas, me llamo Juan Torbellino”
SEMANA habló con Jorge Velosa sobre el arte de la copla, la historia de Juan Torbellino y el libro que aquel escribió y éste protagoniza: “El convite de los animales”, publicado recientemente por Editorial Monigote.
En una entrevista usted contó que Juan Torbellino fue su compañero en el proceso de aprender a “versiar”. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Qué métodos utilizó para aprender?
Desde niño he sabido que a los “sabedores populares” los han llamado de distintas maneras, dependiendo de las regiones y las culturas: que Pedro Rimalas, que Cosiaca, que Juan Pueblo, que Tingoringo, que María Varilla y otros cuantos.
Hacia 1970, ya siendo estudiante de la Universidad Nacional y más querendón de las coplas –también llamadas cantas o guabinas–, se me ocurrió un relato social verseado al estilo tradicional de mi crianza, con coplas de cuatro versos, narrado por un personaje al que di en llamar Juan Torbellino, relato que comenzaba diciendo:
Quen quera saber mi nombre,
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yo soy Juan Pueblo Sujrido,
pero cuando es pa echar cantas,
me llamo Juan Torbellino.
Con el paso del tiempo, el relato empezó a crecer y crecer, y el personaje empezó a pedir variaciones en sus versos para ser más juguetón. Eso me llevó a escuchar con más atención a otros sabedores, como los decimeros; o a los hacedores tradicionales y estudiosos de los romances, de las seguidillas, las redondillas y otras bonituras, redondeando el proceso muchos años después, con el aprendizaje del modo manriqueño, que viene por allá antes del año 1500. Todo eso lo iba aprendiendo en simultánea Juan Torbellino para narrar versónicamente lo que sucede en el libro El convite de los animales, donde se pueden topar todas estas variantes.
Usted cuenta historias en copla. En su opinión, ¿qué le añade el formato de la copla a la narrativa?
Se lo respondo con esta quinteta reciente, a la que apenas le cambio dos palabras, como se hace a veces con las coplas:
Hay un juego que me gusta
y me llena de emoción,
y es jugar con la memoria
a inventarnos una historia
y volverla narración.
Juan Torbellino representa el saber regional. Cuéntenos sobre ese saber y sobre el mundo del que viene, que para muchos colombianos es lejano.
Sí, Juan Torbellino representa el saber regional, pero de cualquier región o comunidad, no solo del interior del país. En cuanto al mundo del que viene y su saber, es justamente lo que él y sus amigos los animales narran versónicamente en el libro, es lo que se pretende con él.
¿Cómo describiría usted este libro?
De varias maneras, entre ellas, que es un canto veredal a la existencia y al saber de nuestro pueblo, garlado a su modo, en verso y boca de una centena de animalitos de mi región, o como lo diría Juan Torbellino:
Dende el campo se lo cuento,
con ciento cinco animales,
que nos hablan de sus sueños,
de sus dichas, y pesares.
¿Cómo recomienda leerlo?
Se presta para hacerlo de varias maneras: solo, o en compañía. A raticos, o de contado. Cantado, o recitado. En familia, o con amigos. En clase, o en recreo. En una biblioteca, en un parque, o en un bosque. En un viaje, o en una estación. En un escenario, o en la radio. Mejor dicho, le viene de sobernal lo que dije hace unos años para un pregón de la lectura:
Este libro es como el viento,
que hay que dejarlo correr
para que lleve sus alas
a donde sea menester.
¿Cómo describiría usted el español? Componiendo coplas y versos, ¿qué ha ido descubriendo sobre el idioma?
La respuesta a esas preguntas la tomo prestada nuevamente de Juan Torbellino, cuando nos dice:
Canto y canta se me vienen
por herencia y porque siento
hacer de mi pensamiento
parte de la mesma vida,
y ella, como es entendida,
lo coge y me lo degüelve,
en después que lo regüelve
con el otro’e los demás
pa que yo siga al compás
de lo que pasa y sucede
que’s com’una canta puede
salir siempre ras con ras.
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