Cine
Por qué Buñuel es el cineasta español más relevante de todos los tiempos
Por la calidad y originalidad de sus películas, su proyección internacional y el número de estudios que cada año se publican sobre su obra, se argumenta en este recorrido por sus caminos y sus maneras.

En este 2025 se cumplieron 125 años del nacimiento de Luis Buñuel, el 22 de febrero de 1900 en Calanda (Teruel), seis años después de la aparición del cinematógrafo, el 28 de diciembre de 1894.
Así, Buñuel, coetáneo del cine, fue cineasta igual que Antonio de Nebrija, coetáneo de la imprenta en el siglo XV, se hizo escritor e impresor. Los tiempos, cabría decir, dictan lo que podemos ser.
En el caso del turolense, estamos probablemente ante el cineasta español más importante de la historia, por la calidad y originalidad de sus películas, su proyección internacional y el número de estudios que cada año se publican sobre su obra, fruto del interés que despierta en los ámbitos más diversos de la historiografía.
De entretenimiento a arte
Hay que recordar que el cine nació como un espectáculo de feria. De hecho, como cuenta en sus memorias, Mi último suspiro, Buñuel vio su primera película en 1908 en Zaragoza, en un barracón de madera con el techo cubierto por una lona y unos incómodos bancos corridos. Proyectaban un filme en el que un cerdo cantaba envuelto en una bandera tricolor. Era “a color” y “sonoro”, lo que significaba en aquel momento que habían pintado a mano cada fotograma y que un fonógrafo reproducía una canción durante la proyección. Puro entretenimiento.
Fueron los cineastas quienes transformaron el cine en un arte: el séptimo. Buñuel, de hecho, tuvo un papel fundamental en este “giro lingüístico”.
Tras ver la película del alemán Fritz Lang La muerte cansada (Der müde Tod, 1921), Buñuel decidió hacerse director de cine. Su madre lloró cuando le comunicó la noticia. Y es que, en 1917, sus padres le habían enviado a Madrid para formarse como ingeniero agrónomo.
El “problema” fue que se alojó durante siete años en la Residencia de Estudiantes. Esta era dependiente de la Institución Libre de Enseñanza, es decir, del organismo que representaba la educación más avanzada de su época por su carácter moderno, laico y liberal. Allí conoció a Federico García Lorca, Salvador Dalí y otros compañeros que acabarían formando parte de la Generación del 27.
Y también en la Residencia se introdujo en el movimiento surrealista. Dentro de él, Buñuel eligió el cine como medio de expresión. En 1929 rodó una de las películas de vanguardia más importantes de la historia: Un perro andaluz, que coescribió junto a Dalí. Solo por ella su nombre merecería figurar para siempre en los libros de historia del arte.
Pero la carrera del cineasta iba a ser mucho más larga.
España antes de la guerra
Buñuel llegó a dirigir más de treinta películas entre 1929 y 1977 en tres países: Francia, España y México. La razón de esta itinerancia se debió, en gran parte, a que fue también uno de los intelectuales más importantes del exilio español republicano.
Como nieto de un rico labrador de Calanda e hijo de un indiano que hizo fortuna en Cuba como ferretero y comerciante de armas, era, por nacimiento, un burgués. Esto generó en él “mala conciencia de clase”. El sentimiento de culpa, inculcado por una madre muy religiosa y su formación con los jesuitas, siempre le había atormentado, pero, como era habitual en él, en lugar de rectificar “pecaba más”.
En este caso, se hizo comunista. Formó parte de la red internacional de intelectuales que, en los años treinta del siglo pasado, intentó acabar con las democracias burguesas. Con ese objetivo nació otra de sus películas más importantes, Tierra sin pan (1933-1936), un documental sobre Las Hurdes, una región extremeña empobrecida, cuya realidad no dudo en manipular para hacerla más “documental” y también más de izquierdas. Tan a la izquierda que la República lo prohibió.
Con este título, Buñuel se hizo un hueco en la historia social, es decir, la historia de los pobres, las clases bajas, los trabajadores, las minorías, la vida cotidiana, las desigualdades…

Debido a Tierra sin pan, la policía franquista dictó una orden de detención contra el director y hubiese terminado fusilado como Lorca de haber sido encontrado. Pero asustado, tanto de los franquistas como del caos revolucionario de la España republicana, Buñuel decidió poner tierra de por medio y consiguió que le destinasen a hacer labores de propaganda en París.
Luego emprendió el camino del exilio y, durante 15 años, estuvo prácticamente desaparecido. Realizó trabajos alimenticios, primero en Estados Unidos, donde le persiguió su pasado comunista, y desde 1946 en México, donde el número total de exiliados españoles sobrepasaba los 15 000.
Carrera mexicana
El éxito internacional le llegó con Los olvidados (1950), premio a la mejor dirección en el Festival de Cine de Cannes. Luego vinieron Él (1952), Ensayo de un crimen (1955) o El ángel exterminador (1962). Con todas ellas, situó el cine mexicano en primera línea y su obra se convirtió en otro ejemplo de la contribución fundamental que los exiliados españoles hicieron a la cultura de los países hispanoamericanos.
Aunque alternó películas en México y Francia, hasta 1961 no volvió a rodar en España con Viridiana, galardonada con la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes. Fue una de las tres películas (junto con Nazarín y Tristana) que filmó a partir de novelas de Benito Pérez Galdós.
En su conjunto, las tres son fuentes fundamentales de eso que se ha llamado la historia de las mentalidades, en este caso, cómo se pensaba y vivía la religiosidad en sociedades de gran fervor católico, donde los ideales eran la tradición, la familia y el honor.
El más relevante
El broche de oro de su carrera fue el Óscar a la Mejor película de habla no inglesa a El discreto encanto de la burguesía, de producción francesa. Semanas antes la prensa mexicana había publicado que Buñuel había sobornado a la Academia de las Artes y las Ciencias de Hollywood para que le diesen el premio, pues unos periodistas se habían creído la broma de que había pagado 25 000 dólares por la estatuilla.

Lo cuenta también en Mi último suspiro, publicada en 1982, un año antes de su muerte. Fue un libro que le llevó 18 años de escritura y necesitó de la ayuda de uno de sus guionistas, Jean-Claude Carriére.
Y es que Buñuel siempre precisó tener a su lado un escritor (Luis Alcoriza, Julio Alejandro, Eduardo Ugarte…) que pusiese palabras a las imágenes e historias sorprendentes que solo a él se le ocurrían: desde el ojo sesgado por la navaja en Un perro andaluz al badajo con la cabeza de Don Lope en Tristana, pasando por el sueño de Pedro en Los olvidados o la recreación del cuadro de La última cena en Viridiana.

La carga simbólica que había en sus filmes hace que Buñuel sea un verdadero filón para esa otra rama de la historia que es la iconología y la iconografía.
La carga simbólica que había en sus filmes hace que Buñuel sea un verdadero filón para esa otra rama de la historia que es la iconología y la iconografía.
En resumen, desde un punto de vista historiográfico, Luis Buñuel es el cineasta español de mayor relieve por su papel a la hora de hacer del cine un arte, su capacidad para mostrar las contradicciones entre una España nacionalcatólica y una realidad social paupérrima, su carrera y su proyección internacional y el contenido surreal de sus películas, cuyas imágenes van a seguir interpelando a las próximas generaciones.
*Profesor Doctor, Universidad Camilo José Cela.
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