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Recomendadas de la semana: entre el más allá y el más acá, el limbo en streaming

Manuel Kalmanovitz comienza el año reseñando tres películas y una serie sobre personas que fallecen y no terminan de despegarse del mundo de los vivos.

Manuel Kalmanovitz G.
9 de enero de 2021

Soul - muy buena

Director: Pete Docter * Año: 2020 * País: Estados Unidos * Duración: 102 min. * Disponible en Disney Plus

La película más reciente de Pixar, estrenada en la plataforma de streaming Disney Plus, sigue a un músico de jazz que trabaja como maestro escolar y que muere accidentalmente justo el día en que su carrera como pianista va a despegar. Desesperado por perder semejante oportunidad, intenta regresar a la vida ayudado por un alma que se ha negado a encarnar por considerarla una actividad demasiado monótona y sin sentido. Como es habitual en el cine de Pixar, la animación es exquisita y logra hacer un retrato de la ciudad de Nueva York que transmite magistralmente sus movimientos, aglomeraciones y afanes cotidianos. La pregunta central, como en Inside Out, concierne los resortes esenciales de la existencia, subrayando acá el gozo que viene tanto en los raptos de inspiración artística y creativa como en la contemplación tranquila de lo que nos rodea.

Forever - buena

Creadores: Matt Hubbard y Alan Yang * Año: 2018 * País: Estados Unidos * Duración: 8 x 30 min. aprox. * Disponible en Amazon Prime Video

Esta serie también se centra en una historia de amor o, por lo menos, en una historia de pareja que se interrumpe por la muerte de él, pero, luego, continúa cuando ella también muere y ambos siguen su existencia en un conjunto cerrado habitado por otros muertos. La serie insiste en la monotonía de la vida en pareja, en los silencios que podrían ser síntoma de una coexistencia cómoda, pero que acá hacen pensar en repeticiones asfixiantes e interminables. Por esas repeticiones, que para ella resultan más incómodas que para él, se cuelan preguntas sobre la eternidad, sobre el aburrimiento, sobre cómo la ausencia de un fin en el horizonte hace que se pierda el sentido usual con el que entendemos el tiempo, cargándose de angustia. Sin embargo, no se trata de una serie deprimente, en buena parte gracias a sus dos actores principales, que encuentran humor en la resignación con la que enfrentan esa temporalidad extendida.

Defendiendo tu vida - buena

Director: Albert Brooks * Año: 1991 * País: Estados Unidos * Duración: 112 min. * Disponible en HBO Go

Albert Brooks es una figura clave en la comedia estadounidense, un precursor del humor incómodo que Jerry Seinfeld y Larry David llevarían a las masas. Y aunque esta no es su película más ácida, mantiene pinceladas de ese humor peculiar que produce la gente angustiada, competitiva e insegura que se ve constantemente frustrada por las circunstancias. Acá interpreta a un publicista que muere ridículamente al perder el control de su Mercedes nuevo. Ya fallecido, llega a un centro de procesamiento que parece un hotel para gente mayor en Florida y allí debe escoger momentos de su vida para demostrarles a dos jueces que en la tierra logró superar sus miedos y aprensiones y que merece reencarnar como un ser más evolucionado. Con una historia de amor con otra alma entre mundos (interpretada por Meryl Streep), Brooks se presenta al mismo tiempo como un monstruo egoísta y un pobre descarriado, lo que le quita un poco de filo al humor que había desarrollado en los ochenta.

Una historia de fantasmas - excelente

Director: David Lowery * Año: 2017 * País: Estados Unidos * Duración: 93 min. * Disponible para alquilar en Google Play

Esta historia de fantasmas no tiene nada de miedoso, en parte porque rescata esa imagen básica de los fantasmas como figuras torpes escondidas tras sábanas blancas. Al comienzo hay una historia de amor que se cuenta subrayando atmósferas más que sucesos, gestos más que palabras. Luego viene la muerte súbita e inesperada de él, la partida de ella y la permanencia de este ser, que es un espectador de la vida detrás de la sábana con los dos agujeros redondos para los ojos y que, ligado a su casa, ve pasar otras personas y sus asuntos. La idea de la eternidad como algo angustioso en su inmensidad no se atenúa con chispazos de humor y, al contrario, se potencia por la aproximación contemplativa y poética, por el tiempo que la cámara captura largamente y sin cortar, por esta figura que está sin estar, que mira sin poder actuar, que parece prisionero de una añoranza que no puede ni expresar ni superar.