'Perdí mi cuerpo', de Jérémy Clapin, se llevó el Premio César a la Mejor Película Animada en 2020.

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Esta semana, Manuel Kalmanovitz reseña películas de dibujos que abordan temas nada infantiles como la pérdida, la guerra, el envejecimiento y la mutilación corporal.

Manuel Kalmanovitz G.
3 de octubre de 2020

Perdí mi cuerpo - muy buena

• Director: Jérémy Clapin

• País: Francia

• Año: 2019

• Duración: 81 min.

• Disponible en Netflix

Una mano deambula por París intentando regresar a su dueño. Es una premisa fantástica que resulta extrañamente conmovedora, enriquecida al intercalar sus aventuras por calles llenas de basura, ratas y hormigas con otros dos niveles temporales: el pasado cercano del protagonista antes de perder su extremidad y su pasado lejano, con imágenes de su infancia al lado de sus padres en un país árabe. Esta adaptación de una novela de Guillaume Laurant, coguionista habitual de Jean Pierre Jeunet (Amélie), encuentra complejidades emocionales en una premisa que fácilmente podría quedarse en lo mórbido, con anotaciones sobre el trauma de las muertes de los padres, la soledad en una gran ciudad y la búsqueda de un empleo y un oficio. Y quizás porque es difícil imaginarse una mano sin cuerpo, pues a menudo las vemos como herramientas para relacionarnos con el mundo y alcanzar cosas, lo que logra esta animación, al subrayar visual y temáticamente su individualidad, es revelador.



Ethel & Ernest - muy buena

Director: Roger Mainwood

• País: Reino Unido

• Año: 2016

• Duración: 94 min.

• Disponible para alquilar en Google Play/iTunes

Esta es una adaptación de la novela gráfica del ilustrador Raymond Briggs que retrata cálidamente la vida de sus padres. Viéndola pensaba en esa tradición del arte inglés que se nutre de la vida de las clases trabajadoras y la celebra, evitando las idealizaciones y los retratos demasiado románticos. La película, que recrea la estética de los lápices de colores del libro, se acerca a estas vidas en orden cronológico: desde que se conocen, siendo ella mucama de unas señoras de clase alta y él un trabajador que se mueve en bicicleta, pasando por el matrimonio, la compra de una casa, el nacimiento de su único hijo… todo paralelo a los hechos históricos –los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial, los vientos de cambio de los años sesenta– que dan forma a eso que llamamos “vida normal”, pero que, si se mira con cuidado, como acá, resulta cargada de planes, hallazgos, resignaciones y gozos.



The Breadwinner - buena

Directora: Nora Twomey

• País: Irlanda

• Año: 2017 • Duración: 94 min.

• Disponible en Netflix

Cartoon Saloon, el estudio de animación irlandés que realizó la hermosa La canción del mar (2014), produjo esta fábula centrada en una niña afgana que, tras el encarcelamiento de su padre, debe hacerse pasar por niño para ayudar en la casa. El contexto en el que se sitúa la película es difícil y hay temas delicados como el trabajo infantil, los estragos de la guerra y el maltrato a las mujeres por parte de extremistas religiosos, pero, aun así, se mantiene una sensación de optimismo ligada no tanto a la manera en que pueda evolucionar la situación del país, sino a cómo el acto de narrar historias, de inventar e imaginar, hace más vivible y humana nuestra existencia. Poniendo a dialogar dos estilos muy diferentes de animación, The Breadwinner contrasta visualmente la realidad de los personajes y sus narraciones, para revelar cómo las alegorías de las historias permiten sobrellevar la realidad en la que existen.


Klaus - buena

• Director: Sergio Pablos

• País: Estados Unidos

• Año: 2019

• Duración: 96 min.

• Disponible en Netflix

El director de esta primera película animada original de Netflix es el español Sergio Pablos, creador de Mi villano favorito, quien acá también mezcla el humor apto para niños con leves chispazos de violencia absurda, esta vez movilizados para barajar los elementos que hacen parte del mito de Santa Claus. Todo tiene lugar en un país imaginario al norte, en donde dos familias llevan generaciones peleándose a muerte. Allí llega un joven holgazán, hablador y de familia rica a quien le han asignado la tarea de revitalizar el correo y que, por casualidad, da con un señor grandote y barbado con miles de juguetes de madera de los que se quiere deshacer. A pesar de una música dulzona, genérica e insistente, hay acá muchas cosas positivas: el estilo de dibujo es expresivo, la historia fluye y el desarrollo dramático de la relación entre este chico diletante y su socio acuerpado recuerdan esas relaciones de opuestos que el cine estadounidense sabe hacer creíbles y satisfactorias.