Arte
Recomendados de arte de junio y julio: muestras en galerías, espacios y museos de Bogotá
Claudia Andujar y la lucha Yanomami, un homenaje a Manuel Hernández a diez años de su partida, un ‘Bouquet Transnacional’ y muchas más opciones valiosas por ver en distintos puntos de la capital. Las exhibiciones se extienden por lo que resta de este mes y el que viene.
MAMU / Claudia Andujar y la lucha Yanomami
Hasta el 30 de septiembre / Calle 11 # 4-21
El recorrido de esta exposición habla por ella. Se presentó por primera vez en el Instituto Moreira Salles en Sao Paulo (2018), y continúo en La Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo en Paris y The Barbican Centre en Londres, entre otros. En 2022, una versión ampliada, con artistas Yanomami contemporáneos, estrenó en The Shed en Nueva York, y posteriormente se exhibió en El Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) en Ciudad de México, El Museo Amparo en Puebla, y ahora está en Colombia.
Es un recorrido por la historia y la cultura de la comunidad Yanomami, pueblo nativo de la frontera norte entre Brasil y Venezuela. Con cerca de 26 mil personas en el Brasil de hoy, los Yanomami se mantuvieron relativamente aislados de la sociedad no indígena hasta los años 1970.
La muestra presenta una selección amplia de las fotografías de Andujar, su innovadora experimentación visual con películas infrarojo, filtros y proyecciones audiovisuales, hasta su transformación en activista por la defensa del pueblo Yanomami, trabajo al que se dedica integralmente desde finales de los años setenta. Sus fotografías están acompañadas de las palabras de Davi Kopenawa y de dibujos de artistas y chamanes Yanomami por los que ha luchado desde esos tiempos.
En esta versión ampliada, la muestra presenta también el nuevo arte contemporáneo Yanomami, que incluye al primer cineasta del pueblo Morzaniel Iramari, y la producción femenina de la dibujante Ehuana Yaira y de la cineasta Aida Harika, entre otros. Esta suma de miradas ofrece una perspectiva única y original de cosmovisión indígena.
Tendencias
La exposición, ubicada en el piso 3 del MAMU, se divide en dos grandes secciones. En la primera parte, artistas indígenas y no indígenas, de distintas generaciones, muestran como el arte puede representar dimensiones visibles o invisibles de la realidad Yanomami. En la segunda parte, la exposición rescata las formas de resistencia que desarrollaron los Yanomami y sus aliados desde la década de los setenta, tiempo en el que la dictadura militar de Brasil empezó a explotar la Amazonía y cometer masivas violaciones a los derechos humanos.
Durante esta época fallecieron cientos de Yanomami por enfermedades introducidas como el sarampión, por enfrentamientos con los mineros ilegales y por la destrucción de la selva. Las duras fotografías y textos relatan también la lucha de los Yanomami para proteger su comunidad, conseguir la demarcación del territorio y adaptarse a las campañas de vacunación.
Aunque la demarcación del territorio Yanomami fue reconocida por el gobierno brasileño en 1992, después de una fuerte lucha y resistencia, en la actualidad el territorio sigue invadido por actividades ilegales que amenazan la salud y las vidas de la población Yanomami.
Esta exposición muestra como el arte puede ser un instrumento de lucha por respecto y justicia social, pero también una plataforma actual para que las voces de los pueblos nativos continúen a ser escuchadas hoy en día.
Creada por el Instituto Moreira Salles en colaboración con la Hutukara Associação Yanomami y el Instituto Socioambiental, la exposición llega a Colombia gracias al trabajo conjunto entre el Instituto Moreira Salles y el MAMU. Hace parte de la línea de muestras de temática indígena programadas por el Banco de la República.
Sobre Claudia Andujar
Fotógrafa brasileña nacida en Suiza en 1931. A temprana edad se vio obligada a migrar de Europa junto a su madre, para escapar del holocausto. Su padre y otros familiares paternos fueron exterminados en Dachau y Campos de concentración de Auschwitz. Después de vivir en Nueva York, en 1955 llega a Sao Paulo, Brasil, país en dónde se instaló y desarrolló su carrera como artista y fotoperiodista.
Como fotógrafa y activista se ha dedicado principalmente a la defensa de la comunidad Yanomami que conoció en 1971 gracias a la realización de un reportaje para la revista Realidade y con la cuál estableció una entrañable relación. El gobierno de dictadura la expulsó del territorio Yanomami en 1977 en respuesta a sus denuncias de crímenes cometidos contra esta comunidad. En 1978, Claudia Andujar y otros aliados crearon la Comisión por la creación del Parque Yanomami (CCPY), encabezando una campaña para la demarcación del territorio Yanomami que se extendió hasta 1992.
Andujar utilizó la fotografía como una herramienta de denuncia y de lucha para que los Yanomami fueran escuchados y las problemáticas ambientales del Amazonas conocidas.
Sobre Davi Kopenawa
Uno de los principales defensores de los Yanomami, Kopenawa es chamán y líder de esta comunidad en el río Catrimani. Kopenawa sobrevivió a la epidemia de sarampión de 1967 que fue llevada a su comunidad por misioneros. Es coautor del libro La caída del cielo con el antropólogo Bruce Albert, donde muestra la visión de su comunidad sobre el mundo, denuncia la ganancia de la “gente de la mercancía” y narra su lucha por la preservación de la selva Amazónica. Su conocimiento sobre el pueblo Yanomami es hilo conductor que acompaña al público a lo largo de la exposición.
Visitar Claudia Andujar y la lucha Yanomami abre la ventana para conocer más sobre el pueblo Yanomami y las comunidades indígenas y su lucha por la supervivencia de sus culturas y tradiciones, una tarea inaplazable en la época actual en la que la crisis climática, la deforestación de la Amazonía y la minería ilegal se están incrementando.
Galería El Museo / Manuel Hernández - Reflexiones en la intimidad del taller - Homenaje en el décimo aniversario de su partida (1928 – 2014)
Hasta el 29 de junio / Calle 80 # 11- 42
En su texto curatorial, María A. Iovino Moscarella dice: “Las múltiples variantes que Manuel Hernández le ofreció al signo que caracteriza su exploración evidencian siempre a un creador sereno con una franca y profunda conexión espiritual. Sobre ella se expresó ampliamente y con poderío gracias a su desempeño maestro en el dibujo y en la pintura principalmente.
Este artista perteneció a una de las últimas generaciones que se formaron en escuelas de bellas artes, lo que orientó su férrea convicción en la excelencia en los oficios que apoyan a la creación estética. No obstante, es de agregar que el excepcional conocimiento de los medios que se advierte en el trabajo de este artista se fundó también en un apasionado estudio de la historia del arte, campo que nutrió en sus recorridos por distintas ciudades y países del mundo. Hernández fue alumno de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia, de la Escuela de Bellas Artes de Santiago de Chile, de la Escuela de Bellas Artes de Roma y del Art Student League de Nueva York.
La fe en la investigación y en el conocimiento que mantuvo la trayectoria creativa del artista hizo de él un fervoroso creyente en el valor de la educación. Por esa razón se entregó con generosidad a formar a los más jóvenes, principalmente en la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá) y en la Escuela de Bellas Artes de Ibagué, institución de la que también fue director. Mientras habitó en Chile formó parte de las agrupaciones Nueva Generación y Taller 9, en tanto que creyó en la necesidad de trabajar para hacer reconocer otras miradas y en el valor de ahondar en el territorio de las expresiones abstractas. De allí también que su entrega al mundo artístico fuera siempre intensa y bien dispuesta.
Los estudios de taller en los que enfatiza esta muestra revelan la incesante búsqueda que sustenta a las conclusiones que Hernández llevó a cada una de sus pinturas y esculturas. Si bien determinadas formas identifican de manera cierta a este artista, ellas se mueven en un vasto universo cromático y compositivo en el que hay un sustrato natural, geométrico y cultural activo.
El artista fue tan estudioso como contemplativo. En las dos disciplinas fundó los discernimientos que lo hicieron apreciar tanto al mundo que se manifiesta en forma concreta como al que vaga en lo que se denomina vacío o atmósfera. Lo que el artista integró en cada resultado formal es por lo mismo inefable: es la imagen la única responsable de despertar en el espectador los sentimientos que lo conecten de manera multidimensional al infinito al que pertenece.
En ese infinito interactúan las incontables formas en que se expresa la vida en los aspectos natural y cultural. Las propuestas de Manuel Hérnandez reúnen conocimiento floral, animal, paisajístico, cósmico y humano, como observaciones atentas a la creación textil, a la arquitectura, a la literatura, a la música, a las disciplinas que se denominan exactas y también a las que se bautizan inexactas. El afecto por la vida que tuvo el artista reunió tanto como alcanzó a observar con su mirada inteligente y de magnánima bondad. Sus polifacéticas estrategias para estructurar el espacio son también versiones de las incalculables maneras en que se pueden generar formas armónicas y pacíficas.
Son muchas las fuentes que alimentaron la comprensión de Manuel Hernández, pero entre ellas destacan dos grandes artistas de las Américas: Roberto Matta y Mark Rothko. De cada uno extrajo lecciones de amor por la herencia, por el contexto, por el espíritu humano y por el del momento presente, así como fuerza para recorrer con integridad un camino propio a pesar del peso que pudieran significar las tendencias o los llamados grupales. Como Roberto Matta y como Mark Rothko, Manuel Hernández generó un universo que lleva su nombre y que amplía las fronteras de la comprensión y de la sensibilización humana”.
*VISITA GUIADA CON MARÍA IOVINO, ESTE SÁBADO 22 DE JUNIO, A LAS 4 P.M.
Beatriz Esguerra Art / SUTILEZA Y SILENCIO
Hasta el 31 de julio / Cra. 16 No. 86B-31
E su introducción, la galería nos dice: “En la calma de la sutileza y la elocuencia del silencio, diez artistas colombianos de diferentes trayectorias se unen para crear un diálogo poderoso en Beatriz Esguerra Arte. Esta exposición colectiva, titulada “Sutileza y Silencio”, invita a los espectadores a pausar, reflexionar y sumergirse en los delicados matices que definen la experiencia humana. Cada artista, a través de su propia perspectiva y medio, teje una narrativa que trasciende el sonido, capturando la esencia de lo no dicho.
Se exploran temas como la fuerza tranquila de la naturaleza, la transformación de momentos fugaces en meditaciones eternas y la belleza silenciosa de la selva. La exposición también profundiza en la memoria y la fragilidad, comentarios sociales sobre la invasión urbana en tierras rurales y la construcción de la identidad femenina. Desafía las normas sociales, reflexiona sobre la historia y la condición humana, y mezcla fantasía con realidad. Además, explora la luz, la forma y el equilibrio a través de técnicas precisas y detalladas.
Los artistas participantes son: Carol Young, Jairo Llano, Camila Echavarría, Angelica Chavarro, Armando Castro-Uribe, Carlos Alarcón, Carolina Convers, Luis Luna, Pablo Arrazola y Pablo Posada. Juntos, crean una sinfonía armónica de sutileza y silencio, ofreciendo un santuario para el alma y un festín para los sentidos”.
Nueveochenta / Bouquet Transnacional
Hasta el 19 de julio / Diagonal 68 # 12-42
Curada por Fernando Uhía, esta muestra hace parte de No Place Tour, una plataforma de exposición colaborativa, que incluye la participación de cinco galerías: Nueveochenta (Colombia), Arróniz (México), Sturm Schober (Alemania y Austria), NF/NIEVES FERNÁNDEZ (España), y Galerie Sator (Francia).
En palabras del texto curatorial de Laura Archila. “El mundo visible está hecho de luz reflejada por las cosas que miramos. Reconocemos texturas, matices y formas gracias a la capacidad corporal de transformar la información lumínica en imágenes. Los colores con los que identificamos un objeto, digamos un tomate o una flor, son aquellos que paradójicamente este no absorbe, así, la mirada rastrea las huellas de la luz en el espacio y recibe sus rezagos al ser reflejada por los objetos. Interpretar el mundo con la mirada implica entonces traducir los recorridos de la luz por la materia en el tiempo. Sin embargo, la realidad percibida por el ojo humano cubre tan solo una porción del espectro electromagnético y por tanto constituye tan solo una forma de la percepción del mundo.
A lo largo de la historia del arte la luz y el color han sido motivo de exploración plástica y científica, desde los claroscuros barrocos al uso de las barras de neón por parte de los minimalistas estadounidenses, el acceso a ciertos tonos y materiales ha ampliado y complejizado la percepción humana. Las obras presentadas aquí contienen una reflexión cromática y lumínica, tradicionalmente asociada a la pintura, pero que en este caso parte de medios tan diversos como la fotografía, la instalación, el tejido o el video.
Bajo la curaduría de Fernando Uhía, Bouquet Transnacional reúne obras que reflexionan alrededor de la luz, el color, el espacio, el tiempo y la forma como elementos latentes en la realidad material. Estas piezas capturan gestos mínimos y sutiles que habitan la cotidianidad, y al hacerlo diseccionan fenómenos casi intangibles, que escapan a la representación; el cambio de temperatura en una habitación, la bruma que cubre el paisaje en una mañana fría, o los complejos tonos que componen las sombras. Las obras cuestionan la percepción de la realidad, y proponen ampliaciones a sucesos que exceden el cuerpo humano y requieren de la intervención del artista o el uso de herramientas tecnológicas que van desde la cámara fotográfica análoga a cámaras y grabadoras de audio sensibles a ondas infrarrojas o vibraciones imperceptibles. Más que nunca nuestra realidad se encuentra mediada por la tecnología; hace tan solo un par de siglos los artistas no tenían a su disposición la mayoría de colores que hoy vemos en la publicidad, la ciudad o esta muestra.
A través de acciones sencillas como doblar, ensamblar, registrar y organizar, los artistas hacen visible la huella de la luz y el tiempo, al materializar los cambios lumínicos sutiles a lo largo de un día, un mes o un año (Inge Dick) o ejercer dobleces sobre papeles fotosensibles (Fabiola Menchelli); reflexionan sobre la transformación de formas geométricas elementales como el triángulo o la configuración cromática al superponer capas traslúcidas de papel (Daniela Libertad); exploran nociones físicas, visuales y psicológicas como el equilibrio desde la materia y el color (José Olano); o capturan y traducen información imperceptible a los ojos y los oídos desnudos (Hugo Deverchère).
La simplificación de la forma y la luz en las obras propone una percepción sin pretensiones interpretativas para dar paso a un experiencia sensorial de lo cotidiano en sus fragmentos más abstractos. Esta muestra además encarna el espíritu colaborativo e internacional de No Place, en particular, al evidenciar cómo los sucesos cromáticos y formales del mundo suponen preocupaciones que trascienden las fronteras nacionales”.
MAP / Entre Ecos
Hasta el 30 de julio / Cra. 13 # 93 - 68, Ofc 405
En su texto curatorial, Camila Rodríguez Jiménez expresa: “Esta exposición es una invitación a conectarnos y entender este lugar al que llamamos con orgullo y dolor: hogar. Suena distópico, pero es innegable ese impulso que ocasionalmente tenemos de desconectarnos de nuestro entorno por medio de una reconexión con la naturaleza. Nos sorprende entonces aquel sentimiento llenador de hallarnos en un territorio de gran pluralidad cultural y ecológica. A veces deambulamos por él sin mayor atención, ignorantes de su historia y su lengua, perdiendo la conciencia de nuestra conexión con lo colectivo.
A pesar de ello, la naturaleza se comunica con nosotros a través de un cúmulo de señales que guardan los relatos y los secretos del tiempo. Si el río ruge y hace sol, puede venir una tormenta en la noche; si está nublado, y brisa al paso de dos horas lloverá. Existe en ese lenguaje una complicidad que se transforma en arraigo, tanto al territorio como a la energía de la naturaleza.
Las obras de Tatiana Arocha, Alejandro Tobón, Juan Carlos Zaldívar, Héctor Garzón, Camilo Bojacá, Eduardo Moreno, y Andrea Marín que hacen parte de esta muestra nos recuerdan que vivimos sobre el mismo suelo y bajo el mismo cielo, aunque seamos desconocidos. Esta ventana a esa conexión indescriptible con nuestro hogar presenta reflexiones sobre lo que podríamos entender como colonialidad climática, un efecto mariposa que no sólo apela a la conciencia de descolonizar las costumbres que traemos del pasado, sino también a reconocer y curar las heridas que encontramos en el presente.
Hacemos parte de ecosistemas que se resisten y luchan por sanar. También somos partícipes de un transculturalismo en el que a la vez somos comunidad afectada e individualidad con poder de transformar. De esta manera, la exposición hace una invitación a abrir los sentidos a cada obra y propone un llamado a la acción para explorar una conciencia colectiva”.