CINE
Reseña de ‘Aún estoy aquí’, de Walter Salles: el retrato de los que siguen con vida (y con el vacío)
Esta imperdible película brasilera mira a la desaparición forzada desde una mujer y su familia. Reconocida con tres nominaciones al Óscar, brinda el impresionante rol protagónico de Fernanda Torres y un mensaje que resuena sobre la peor faceta de la represión.
![La película proyecta una familia en lo luminoso, lo musical, y en lo oscuro y lo que nace desde un denso vacío. Además, Fernanda Montenegro y Fernanda Torres, madre e hija, interpretan el mismo personaje.](https://www.semana.com/resizer/v2/5VWVQVM7IRFFBCUOGJ7WPSR3PU.jpg?auth=f45b133320441bf5ba4fbd81c66eeb20ac56b637b2eefa53161efac326fc6808&smart=true&quality=75&width=1280&height=720)
Lo hace de manera increíble. Walter Salles nos mete en esa casa de familia de Río de Janeiro, en el Brasil de 1970, cuando el amor fluye. La ambientación es tremenda. La casa, la casa hermosa de dos pisos es un ente en sí, que acoge a esa familia de marido, mujer, cuatro hijas, un hijo y Zezé, la empleada interna. Y aun si es un lugar increíble, frente al mar carioca, donde son claramente felices, planean mudarse a una nueva que diseñan ellos mismos. En esa playa, con frecuencia, el más chiquito jugaba fútbol con sus amigos, la hija del medio jugaba vóley, y un día que se les cruzó un perrito perdido, a pesar de lo que los adultos opinaron, el perrito se quedó.
En el principio de su más reciente película, Walter Salles (Estación Central, Diarios de motocicleta) define un hogar feliz en los setenta y, aunque suena meloso en estas letras, no se percibe así en pantalla. Uno quiere formar parte de una familia así, amorosa, genuina, producto de una pareja como la que magistralmente recrean Selton Mello y Fernanda Torres, la actriz favorita al premio Óscar, como Rubens y Eunice Paiva. Uno quiere ser abrazado por la luz que los cobija. Por eso impacta tanto cuando la película aterriza al espectador en la realidad de que la felicidad (familiar o de cualquier índole), por cierta e increíble que parezca, no ha inoculado a nadie contra la represión o la persecución política. En dicho marco, esa felicidad es casi un acto de resistencia, porque lo que se vive es devastador.
![](https://www.semana.com/resizer/v2/LJTK6UD76JEKTH3SNSZN5LC3WU.jpg?auth=0afd6e007ac39cc1b1b533461801e425bba1d2b8670fe02a407a1a6bfff91f50&smart=true&quality=75&width=1280&fitfill=false)
Aún estoy aquí narra una historia que sucedió. Nace de un libro autobiográfico de Marcelo Rubens Paiva (el pequeño que jugaba fútbol en la playa) llevado al cine magistralmente por un director legendario que supera expectativas. Expandiendo en lo que ofrece el libro fuente, los guionistas, Murilo Hauser y Heitor Lorega, y Salles se centran en lo que los integrantes de esta familia experimentan cuando su marido/su padre es llevado a una interrogación y jamás regresa… es desaparecido.
La conmovedora historia sale de la vida real, en tiempos de la dictadura militar brasileña, pero se prueba tristemente cercana.
No hay momento malo para verla (se estrena el 13 de febrero en salas colombianas). Es una película genialmente enmarcada, iluminada y fotografiada; alegre y luego durísima e importante, que habla intemporalmente sobre el impacto de las desapariciones y lo que pueden despertar en las personas que quedan atrás, porque lidian con el vacío, con enorme tristeza, pero también, con algo de tiempo y claridad, impulsan cambios que tocan a la humanidad (lo que consigue Eunice Paiva es, a varios niveles, ejemplar). No hay momento malo para verla, pero es innegable que el mensaje impacta más fuerte estos días, considerando que el clima actual no es tan distante al de Berlín en 1933. La distopía está, de nuevo, a la vuelta de la esquina. Y se sabe que el círculo está casi completo. Cuando las víctimas de un genocidio hace 80 años perpetran uno propio, hay señales por atender.
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![Walter Salles (Estación Central, Diarios de motocicleta), con paso por Hollywood, pero identidad muy clara, entrega una obra en la que las fotografías y la memoria guardan un lugar especial.](https://www.semana.com/resizer/v2/TZYGJ5W75ZE4TA4KBOO65SBTCQ.jpg?auth=63fe6b320319587dc5f1009bd7da88f0011bb58978dc3c5c6cb710044fe2db1a&smart=true&quality=75&width=1280&fitfill=false)
En ese sentido, ante una obra rotunda como esta, que mira hacia atrás para hablarles al presente y al futuro inmediato (gracias, historia; gracias, memoria), reflotan preguntas como qué tipo de persona se será cuando la oscuridad, la intimidación y el miedo prevalezcan, y qué tanto se aceptarán las consecuencias de ser así. Y estas, no sobra decirlo, son preguntas con las que millones de colombianos viven a diario en este siglo XXI.
Aún estoy aquí no cuestiona nunca lo que hizo el exdiputado Rubens Paiva y lo llevó a ser torturado y desaparecido. No lo hace porque su mujer, quien cargó con su ausencia, el terror y el dolor, no lo hace tampoco. Eunice sabía con quién estaba casada. Un hombre íntegro, que no miraba para el otro lado.
Luego de un exilio forzado en los sesenta, el ingeniero de profesión regresó con su familia a Brasil en los setenta, en los que la dictadura militar endurecía su accionar, para jamás meterse de nuevo en política (la razón de su exilio). Pero no dejó de ser humano. Se sabía en una posición privilegiada, la de no ser totalmente indiferente a los atropellos de la dictadura. Por eso, con algunos amigos ayudaban como podían, “excepto con armas”, según le confiesa uno de ellos a Eunice, a puerta cerrada, después de ya sentirse la desaparición del ingeniero en carne propia.
El Gobierno represor seguía a Paiva y no lo perdonó. Lo desapareció y luego, por décadas, lo negó todo, empezando por su arresto. Hechos así de infames, tristemente familiares en un país como el nuestro, en el que no ha habido dictaduras, pero la represión y las matanzas no han sido menos brutales, la película eleva la importancia simbólica de un acta de defunción, que no es poca cosa para quienes han visto por años la memoria de sus seres queridos borrada sin vergüenza.
!['Aún estoy aquí', Walter Salles](https://www.semana.com/resizer/v2/OKD5PBEFNVCUJMFMEBLCKYPENU.jpg?auth=f3dbac5053368745fdfaf6029cb6879561f819d1837df1a15f18e5f1c84dc5f9&smart=true&quality=75&width=1280&fitfill=false)
!['Aún estoy aquí', Walter Salles](https://www.semana.com/resizer/v2/34XI4B2AEBBVJHWGMXA7NPVMBM.jpg?auth=ecd0c2908a916734e193dad3045e62ed86858722f279219cfa674ff4ae03942e&smart=true&quality=75&width=1280&fitfill=false)
Antes de estos hechos y ante ellos, miramos casi siempre a Eunice, la mujer que lleva este hogar ejemplar, pero que no es ajena al peligro que la rodea. Le pide a su marido enviar a su hija mayor (Veroca, la que filma con su cámara lo que ve, un hecho genialmente aprovechado por el director) a Londres, antes de que su tendencia reaccionaria la haga presa de los militares. Poco después de despedir a esa hija mayor, Eunice ve a su marido tomado en su propia casa y a varios represores instalarse momentáneamente en su hogar. Luego, ella es llevada con su hija a un centro de interrogación (queda tatuada en la memoria una escena en la que Eunice ve su propia fotografía en el libro de sospechosas y otra en la que se baña tras volver a casa). Su vida nunca será igual.
Eunice logra salir, vive, pero, además de su duelo lento y horrible, ella y su familia (los hijos entregan papeles increíbles e importantes también) siguen siendo perseguidos, monitoreados, atormentados. En ese marco, Eunice acepta que Rubens no volverá y trata de aceptar por qué sucedió todo. Pero no es algo para comunicarles a los niños, no todavía. Los hechos les irán revelando esa inescapable realidad.
!['Aún estoy aquí', Walter Salles](https://www.semana.com/resizer/v2/4PWMV7XMXFGGRNNJOYS3PG33JE.jpg?auth=596d34d03fdbc2afee4511a91093656b90cd36e09db922f37edbe58139f30fee&smart=true&quality=75&width=1280&fitfill=false)
Visualmente, la historia que cuenta Salles se apoya en esos videos que filma Veroca, pero, sobre todo, en las fotografías impresas, importantes para quienes vieron desaparecer a sus familiares queridos. Ellas conservaban su aura, sus recuerdos. A Salles también le sirven para contrastar las distintas fases de su historia, en geografías distintas.
En este proceso, el rostro de Fernanda Torres revela los matices más mínimos y más devastadores. Porque en nombre de sus hijos, Eunice no se deja caer. Una cosa es no proyectar algo, otra cosa es tratar de ocultarlo y otra cosa es sentirlo, y todo esto coexiste en ella. Se siente con ella el desgarro estoico ante la barbarie. Pero, para fortuna de quienes se expongan a esta historia, la protagonista de la vida real hace del vacío y de la injusticia titánica el impulso para reconstruirse. Por eso es tan potente. En su rostro, en su papel, se ven muchas fases de esta tragedia, que no dejó de doler, pero no le impidió formarse para luchar, por ella y por los demás.
![AÚN ESTOY AQUÍ - Tráiler oficial](https://i.ytimg.com/vi/7dY3B9cOURI/hqdefault.jpg)