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Reseña: En el genial retorno de ‘The White Lotus’ al paraíso, el descanso ‘reparador’ da paso al inescapable karma

La serie mejor escrita de la actualidad estrena su tercera temporada y eleva su legado tomando partido de los paisajes, las tradiciones y las tragedias de Tailandia. Mike White despliega su mordaz sátira apoyado por un genial reparto.

Alejandro Pérez Echeverry
22 de febrero de 2025, 4:00 a. m.
Lalisa Manobal (rapera y pop star integrante de de Blackpink) integra el reparto.
Lalisa Manoban (rapera y pop star integrante de de Blackpink) integra el reparto. Sin importar su fama, los actores se presentan al casting para participar. En esta temporada, Carrie Coon, Walton Goggins, Parker Posey y Jason Isaacs también suman sus talentos | Foto: Fabio Lovino / HBO

Si algo prueba una y otra vez The White Lotus (HBO) es que mirar con mordacidad al privilegio, desde un ángulo tan particular como lo es su ultralujoso descanso, es brillantez sostenida.

En los episodios de su nueva y tercera temporada, que HBO y Max emiten semanalmente, esta serie de antología (que estratégicamente recicla a muy pocos de sus personajes) deja en claro que no se le agotan ni la inspiración ni la pertinencia.

De Sri Lanka, Shalini Peiris interpreta a Amrita, una terapeuta que la tendrá difícil con algunos invitados, pero no les pierde la fe.
De Sri Lanka, Shalini Peiris interpreta a Amrita, una terapeuta que la tendrá difícil con algunos invitados, pero no les pierde la fe. | Foto: Fabio Lovino / HBO

Y no compromete sus métodos. Por eso, sin importar su fama, los actores presentan su aspiración. Sin casting no se forma parte ni del White Lotus ni del rompecabezas que se desarrolla a lo largo de ocho horas de televisión.

Este se ha convertido en un hito para los talentos por la experiencia meta que les ofrece, pues están inmersos en ese hotel como actores y huéspedes. Esa reunión de escritura e interpretaciones, dirigida por Mike White, recompensa a los televidentes que se permitan incomodarse para divertirse con un thriller que va tomando ritmo conforme se acerca al clímax, lleno de comedia negra y ácidas observaciones.

Todo arranca siempre con una situación inesperada: la aparición de un cadáver o quizá un tiroteo… Es decir, se revela la naturaleza del final de la historia y luego devuelve el casete al momento alegre en el que los huéspedes llegan a sus vacaciones, llevados por muy distintas motivaciones.

La serie toma el nombre de la cadena imaginaria de hoteles de lujo all inclusive que visita cada temporada. En la primera fue a Hawái, en la segunda viajó a Sicilia y ahora se radicó seis meses en Tailandia (filmó en Bangkok y las islas de Phuket y Koh Samui). En ese marco de paradisiaca naturaleza y vulnerable descanso, el creador y cerebro de esta producción desordena la paz. En vez de ofrecer desconexión de las presiones de la vida en sociedad, dibuja situaciones (sociales, personales, grupales, familiares, amistosas) de las cuales sus personajes no pueden huir.

La serie propone ver más allá de la apariencia, fijarse en las miradas antes que en las palabras. White nos hace espectadores de lo que sucede tras la fachada de los que tienen y también observa con atención desde quienes los padecen (es decir, quienes atienden a estos huéspedes). Porque no hay humanidad más consentida, intensa y arrogante que la que paga por un hotel de lujo. En su gran mayoría, los empleados de estos establecimientos son grandes actores por obligación y supervivencia: están sujetos a situaciones y presiones que no pueden exteriorizar. Son ollas a presión con sonrisas de oro, si se quiere.

Los empleados del White Lotus Tailandia.
Los empleados del White Lotus Tailandia, sujetos a más presiones de las que se ven en la superficie. | Foto: Fabio Lovino / HBO

Hilvanando las historias, contrastando estas perspectivas de huéspedes, empleados y locales, The White Lotus cautiva, escandaliza y maravilla. La producción ganadora de varios Emmy va dosificando la información y estableciendo la intriga, puntada a puntada, desde la paz hasta la tensión que estalla. La serie mejor escrita de la televisión actual sigue afilando sus observaciones sobre el turismo y la apropiación, así como sobre la idea del karma, que en Tailandia cobra especial fuerza.

La serie mejor escrita de la televisión actual sigue afilando sus observaciones sobre el turismo y la apropiación, así como sobre la idea del karma, que en Tailandia cobra especial fuerza.

Tsunami con invitados

Esta tercera temporada no decepciona; al contrario, mantiene y eleva el nivel. Establece su intriga desde el principio (en los primeros minutos del episodio inicial) y se dedica a llevar a su público al desenlace irreverente en el paraíso. En ese camino, desnuda las motivaciones y, sobre todo, las frustraciones de los invitados. El lujo y la tranquilidad, en la superficie, ceden ante la calamidad (a la que algo de humor irónico nunca le hace falta).

No es necesario ver las dos anteriores para disfrutar esta nueva entrega, pero sí es recomendado. Lo nuevo deja atrás a Jennifer Coolidge, la única actriz que formó parte de las primeras dos temporadas (se llevó dos Emmy por su interpretación de Tanya, deschavetada millonaria), pero no la extraña. Con esta nueva camada, Mike White vuelve a testear su ojo para reclutar talento probado y figuras jóvenes al borde de la fama. Este reparto se siente especialmente excepcional.

La familia Ratliff se trae unos cuántos líos debajo de la superficie. Todos estallarán.
La familia Ratliff se trae unos cuántos líos debajo de la superficie. Todos estallarán. | Foto: Fabio Lovino / HBO

Los invitados al White Lotus de Tailandia se dividen en tres grupos. En primer lugar, la familia Ratliff, del sur estadounidense, tradicional en sus valores y conformación. Al frente, un padre proveedor, un ‘ganador’ en el mundo de las finanzas; su esposa, entre medicada, desconectada y desobligante, pero con sueños premonitorios de tsunamis; y tres hijos. El mayor, Saxon, es un joven adulto prepotente de los que cree que “es mejor pedir disculpas que no actuar”, mientras que su hermana y su hermano menores son mucho más suaves en su trato. La misión de Saxon, cree él, es hacer del menor un semental como él y contrarrestar la influencia calmada y poco sexual de su hermana. En esa tensión hay giros inesperados, porque el más joven quizá no está tan pendiente de las mujeres y tampoco cierra la puerta a la experimentación en una noche de fiesta.

De este grupo mucho se rescata, pero es impresionante el papel que entrega el británico Jason Isaacs en el rol del patriarca Timothy Ratliff. Es el único que sabe que en casa, del otro lado del mundo, las cosas se le han puesto difíciles en el trabajo por cuenta de un escándalo. Es el único que sabe que hacia él y su familia viene, en efecto, un tsunami, y es monumental verlo ser arrollado en silencio. Pero esto es The White Lotus, cada grupo tiene más de un conflicto. Eso es lo hermoso.

Se dice que es mejor viajar de a dos que de a tres, por una razón muy específica: una de las partes siempre se sentirá relegada.
Se dice que es mejor viajar de a dos que de a tres, por una razón muy específica: una de las partes siempre se sentirá relegada. | Foto: Fabio Lovino / HBO

En segundo lugar, acompañamos a un trío de amigas de infancia, todas rubias, que se acercan a sus cuarentas y que viajan juntas después de años para reconectar (y recobrar algo de su juventud). Una es una personalidad de televisión; otra, la más tradicional, vive en Texas y está casada con hijos; la última es una abogada divorciada que vive en Nueva York, interpretada por la genial Carrie Coon. Se quieren juntas, pero, cuando dos de las tres hablan, las conversaciones suelen abordar a aquella amiga que no está y no son tan amables. Esos diálogos entre ellas, esas miradas que se lanzan luego de las conversaciones, son nada menos que excelentes. Y, claro, algo sucede que las hace chocar.

Walton Goggins, quizá el actor más emocionante de la televisión presente, mejora todo lo que toca.
Walton Goggins, quizá el actor más emocionante de la televisión presente, mejora todo lo que toca. Y Aimee Lou Wood entrega una genial pareja para sus oscuras motivaciones. | Foto: Fabio Lovino / HBO

Por último, en cuanto a huéspedes, el grupo se completa con una peculiar dupla: un hombre de barba a medio cortar, desaliñado, que carga un pasado fuerte y tiene en mente una particular misión; y su compañera, una británica más joven que él, divertida y espontánea, a la cual su pareja poco le cuenta. No son un dúo convencional, más bien conveniente. A este personaje lo interpreta quizá el actor más relevante de la televisión actual, Walton Goggins, quien sigue demostrando su calidad en el rol de este atormentado buscando una redención. Uno se pregunta cómo llegaron a andar juntos esos dos y recuerda que parte del atractivo de esta serie es resolver cabos sueltos.

Del lado de los empleados es notable la participación de Lalisa Manoban (cantante tailandesa, integrante de la agrupación Blackpink), quien, además de preciosa en escena, entrega los momentos más ligeros y amables de la temporada.

Finalmente, regresa una empleada estrella del hotel hawaiano, de paciencia inagotable, que sufrió, pero sobrevivió la primera temporada: Belinda Lindsey. Ella viaja a Tailandia para recuperarse de lo que vivió en Hawái y formarse. Allá espera pasar unos días de trabajo, pero también de relajación, y será visitada por su hijo. Perfecto, ¿no? Lo sería si no fuera el White Lotus, donde siempre hay una calamidad esperando y suele tener mucho dinero.

Belinda (Natasha Rothwell), recordada desde la primera temporada, regresa a formarse y a descansar, pero también, inesperadamente, a cerrar un ciclo...
Belinda (Natasha Rothwell), recordada desde la primera temporada, regresa a formarse y a descansar, pero también, inesperadamente, a cerrar un ciclo... | Foto: Fabio Lovino / HBO