Arqueologia
Saqqara, la nueva frontera de descubrimientos en Egipto
La necrópolis más importante de Menfis, al sur de El Cairo, puede albergar la tumba más grande jamás encontrada en Egipto, con sarcófagos que conservan sus colores tras 2.500 años.
Entre la inestabilidad del turismo pospandémico y su caos político y social, Egipto sigue llamando la atención del planeta por su enorme patrimonio cultural.
Khaled El-Enany, ministro de Antigüedades, y Mostafa Waziri, cabeza del Consejo de Antigüedades de Egipto, no pudieron guardar el secreto. La emoción le ganó a El-Enany, quien habló de “la sensación indescriptible de presenciar avances arqueológicos” en un país acostumbrado a ello por más de un siglo.
El-Enany ha supervisado los esfuerzos en estos últimos años, y Waziri ha bajado por pozos estrechos de hasta 11 metros por medio de un cabrestante y una soga para ver de primera mano lo que los arqueólogos vienen excavando en Saqqara, a casi 40 kilómetros de El Cairo, un sitio que concentra hoy la atención de los egiptólogos.
En sus redes sociales, los funcionarios compartieron varias fotos y abrieron la puerta a una enorme expectativa al no dar fecha para el anuncio oficial.
Tendencias
Los medios locales comenzaron a hacer sus pesquisas y a publicarlas. En un principio, informaron que se trataba de 13 sarcófagos de madera y oro, muchos de los cuales habrían preservado sus diseños y sus colores (azul y dorado, especialmente). Poco después hablaron de decenas, posiblemente 50. Ahora, algunos expertos apuntan a que podrían llegar a 100. Este será el lugar con mayor número de ataúdes en una tumba común en Egipto, muy por encima de la treintena encontrada en la necrópolis Asasif, en Luxor, en 2019.
Estos objetos sellados durante 2.500 años aparecieron a ambos lados del pozo. El diario Egypt Independent informó que las tumbas están unas sobre otras y que también hay entierros de animales. Además, un grupo de estatuas shabtis, de Isis, Neftis y Horus; máscaras y vasos canopos (los cuatro contenedores donde guardaban los órganos durante el proceso de momificación).
Los descubrimientos más sonados y rimbombantes se solían enfocar en los faraones, pero estos dan más información sobre la gente y su posición social. Ahí radica la importancia del sitio. La identidad de los ocupantes de los sarcófagos está por determinar, pues estuvieron cerrados por milenios. No obstante, será cuestión de tiempo para que el análisis arroje datos. Así ha venido sucediendo, especialmente desde 2018.
Saqqara revela
El área arqueológica de Saqqara ha producido diversos anuncios relevantes en estos últimos diez años. En 2010 encontraron dos tumbas antiguas y, en 2018, el vasto cementerio de la ciudad de Menfis (antigua capital de Egipto por 2.000 años). Entre lo más destacado aparece la tumba de Waht, de más de 4.400 años, cuyas inscripciones revelan que allí reposa un sacerdote de purificación real, supervisor e inspector del bote sagrado, al servicio del rey Neferirkare, el tercer faraón de la Dinastía V. También, un cementerio sagrado de animales y aves con gran cantidad de momias de animales luego restauradas.
De los siete sarcófagos descubiertos en el complejo de la pirámide del rey Userkaf, tres contenían gatos. Así, momificaban a los humanos con el fin de preservar sus cuerpos para la próxima vida y a los animales como ofrendas religiosas.
Para los antiguos egipcios, los gatos y otros animales tenían una posición especial en el más allá. La cuidadosa factura de sus estatuas de bronce, como la dedicada a una diosa gato, ratifica esa importancia. Los escarabajos también cargaban un significado religioso, y algunos expertos teorizan que simbolizaban al dios sol, Ra.
El negocio, socio
En medio de esa maraña de antiquísimas novedades, estos entierros han servido a los egiptólogos para revelar dinámicas interesantes, por ejemplo cómo operaba el negocio de la muerte. El egiptólogo Ramadan Hussein le dijo a la National Geographic que lo descubierto en este cementerio prueba que “los embalsamadores tenían un gran sentido del negocio y eran muy inteligentes en proveer alternativas”. Así pues, si no había con qué adquirir la máscara de entierro de oro y plata, le ofrecían la de yeso blanco y láminas doradas. Igualmente pasaba con los vasos canopos. Si no alcanzaba para que fueran de alabastro, le ofrecían unos de arcilla muy bien decorados. Hussein señala que sobre estas prácticas hay referencias en los textos antiguos y que estos descubrimientos hacen palpable ese mercado ligado al más allá.
En medio de sus exploraciones, Hussein se llevó una sorpresa. Cuando pensaba haber hallado una tumba, dio con un taller de momificación; con una especie de mesa, canales de drenaje y tazones y frascos que, tras el trabajo de los expertos, sus inscripciones revelaron su contenido. El proceso de catalogar esos pedazos de frascos y armar el rompecabezas toma meses, y a veces años.
Estos descubrimientos masivos abrirán todavía más el campo de análisis de la cultura egipcia, después de titánicos esfuerzos. Los arqueólogos extrajeron poco más de 42 toneladas de relleno para poder cavar un pozo de 15 metros de profundidad y llegar a estos espacios.
Y quizás para ratificar a Saqqara como zona de amplio interés, este año Egipto promociona la pirámide escalonada de Djoser, la estructura en piedra más grande y antigua de la que se tiene registro, con 4.700 años. La restauración costó 6,6 millones de dólares y empezó por necesidad en 2006, luego de un terremoto en 1992. Ahora también se puede entrar a esta pirámide, la más antigua de Egipto.
Los descubrimientos recientes en la zona no se comparan con la misión de Howard Carter en 1922, que convirtió a un joven e intrascendente emperador como Tutankamón en una superestrella mundial. Pero sí demuestran algo: a pesar de los emocionantes e incesantes hallazgos de un país tan antiguo como Egipto, todavía hay muchos tesoros esperando para contar sus historias.