FILBo 2024
Satoshi Kitamura, invitado a FILBo, en charla con Rafael Yockteng: ilustradores ilustres ilustrando la ilustración
SEMANA reunió al japonés, uno de los personajes claves de esta Feria del Libro de Bogotá, con el reconocido creador peruano radicado en Bogotá, para que hablaran sobre lo que hacen: libros ilustrados para niños que le hablan a toda la humanidad.
Para ambientar la gran Feria Internacional del Libro de Bogotá que se avecina y se extenderá del 16 de abril al 2 de mayo, SEMANA facilitó una charla entre dos figuras de la ilustración mundial, de generaciones distintas, pero con muchas afinidades en común, para que ofrecieran un contrapunteo y una mirada a su mundo, a sus métodos y a curiosidades de su oficio.
Por un lado, Satoshi Kitamura (Tokio, 1956), invitado ilustre de la Filbo 2024, uno de los ilustradores más cautivantes del planeta que presenta dos de sus libros con editorial Panamericana en esta feria y que entrará en contacto con su público en librerías y en varias charlas en Corferias (que puede consultar en nuestra agenda de recomendados, a publicarse); por otro, Rafael Yockteng (Lima, 1976), asiduo invitado del evento y destacado como el autor del libro ilustrado del año en la Lista Arcadia 2022. Esto dejó un diálogo entrañable entre talentos innegables (que puede leer en su versión extendida en Semana.com/cultura).
SEMANA: Antes del diálogo, cuéntenos sobre el origen de los libros que presentará en Colombia: ‘Capitán Toby’ y ‘La tienda de sonrisas’...
Satoshi Kitamura: Hice La tienda de sonrisas después del bréxit, la salida de Inglaterra de la comunidad europea, un hecho que me dejó muy triste y no ha debido suceder. Me preocupó la dirección en la que iba el Reino Unido, convirtiéndose en una sociedad más y más exclusiva y excluyente. Por eso dejé Inglaterra, y he vivido en Japón desde entonces. En este libro traté de recrear esa Londres abierta que conocí. Yo solía ir a un mercado, el Borough Market, en el sur de Londres, y fue una especie de modelo para el libro. Traté de hacerlo tan multicultural como fuera posible, con todo tipo de personas, como sucede en la vida. Esa fue la idea básica para el libro.
Capitán Toby, en cambio, fue hecho hace unos 40 años. Fue uno de mis libros más tempranos. Forma parte de una entrega doble, porque acompaña el libro Lily Takes a Walk. Cuando lo hice, vivía con una pareja amiga, y sus hijos se llamaban Toby y Lily. Tenían unos 3 años de edad, y nombré mis libros así por ellos. Ahora ambos están en sus cuarentas, Toby es un abogado y Lily es curadora en una galería de arte, ¡y son muy exitosos!
SEMANA: Se fue de Londres y regresó a su país de origen, ¿qué tanto influencia esa geografía sus libros y la inspiración para hacerlos?
S.K.: Empecé mi carrera en Londres, hace más de 40 años, y aún trabajo primordialmente para editoriales inglesas. Y, sin duda, esa experiencia influencia, porque aprendí mucho de los autores ingleses y de los poetas con los que he trabajado. Con el poeta John Agard, por ejemplo, he trabajado mucho. Él viene de Guyana, se trasladó a Inglaterra cuando era muy joven, y ha le ha ido muy bien. Hemos hecho unos 10 libros juntos.
También aprendí mucho de Hiawyn Oram, quien escribió “Angry Arthur”, e hicimos unos cuatro libros juntos. De ella y de sus escritos aprendí mucho. Por estas razones. Inglaterra es crucial en mi camino. Empecé allá y me hice allá...
SEMANA: ¿Cambió algo desde su regreso a casa?
S.K.: No he publicado mucho con editoriales japonesas, a decir verdad. No me siento parte del circuito acá...
SEMANA: ¿Recuerda usted el trabajo de Rafael Yockteng? El suyo a él lo ha conmovido y entretenido por años. Y, según nos cuenta, usted lo evaluó en una premiación en la que resultó ganador su libro ‘Camino a Casa’...
S.K.: ¡Seguro! Recuerdo el libro sobre el león, Camino a casa. Era uno de los contendores para el premio que organiza el Fondo de Cultura Económica, en México. Había unos cuantos trabajos excelentes, pero el de Rafael era el mejor. E insistí. Dije que si este libro no ganaba, no me interesaba participar del premio. Era así de bueno.
Rafael Yockteng: En 1982 lanzaste tu primer libro, ‘Fernando furioso’, con Hiawyn Oram, y has colaborado con otros autores, pero muchos de tus libros son enteramente tuyos. ¿Qué diferencias encuentras en ambos procesos?
S.K.: Si trabajas con otras personas, otros autores, te entregan un texto, y ese texto no puede cambiar. Tienes que comprenderlo, tratar de desarrollarlo. Es un punto inicial crucial. Porque nuestros libros son narraciones visuales, pero el texto es lo más importante. Así que visualizas lo que está escrito. Es un reto, siempre, pero trabajo con autores que escriben tan bien, con textos tan cortos y dicientes, que son casi perfectos, si bien te obligan a imaginarlo casi todo. Y cuando me entregan un texto, no lo discuto con el autor. No necesito hacerlo. El texto ya lo dice todo. Cuando recibo un texto que exige que el autor lo explique, no lo considero tan bueno.
Del otro lado, si yo escribo la historia, el proceso se vuelve orgánico. En mi cabeza van trabajando juntos las visuales y las palabras, se desarrollan al tiempo. Trato de escribir la historia, y empiezo a dibujar, y me doy cuenta de que los dibujos cuentan una parte, entonces corto un poco el texto. Y así se va acortando y acortando hasta que ya no se puede más. Ahí sé que llegué al punto final.
R.Y.: Los animales aparecen frecuentemente en la literatura infantil y tus libros están plagados de ellos, animales siendo animales, o algunas veces humanizados, como en ‘Pablo artista’. Y hay tigres, arañas, elefantes, leones, dinosaurios, como en ‘Alex quiere un dinosaurio’, libro que me encanta, que se pasean en las páginas contándonos las historias y haciéndonos reír. Pero, sobre todo, hay gatos, muchos gatos. ¿Nos puede contar de dónde viene este amor hacia estos pequeños felinos?
S.K.: Si hay un niño o una niña en la historia, y si acompañas a ese niño o niña de un gato (o un perro), te da un ángulo distinto. No sé bien cómo explicarlo, pero aun si el texto no dice nada sobre este gato o este perro, tenerlo ahí ofrece una perspectiva distinta. Eso sí, el gato es, en esencia, mejor que el perro. El perro está más ligado a los humanos, el gato es un espíritu libre, y eso me resulta más interesante.
En Inglaterra, este agosto, lanzo un libro llamado School for Puppies, donde hay perritos que van a la escuela a aprender a comportarse como perritos.
R.Y.: En varios de tus libros y en ‘Capitán Toby’, la historia pasa en los sueños. ¿Por qué son tan importantes para ti y para la literatura?
S.K.: El tema de los sueños va relacionado con la imaginación. Lo más importante en libros para niños es la imaginación, y en los sueños puedes usarla con libertad. No tienes que obedecer a la lógica y puedes inventar lo que se te ocurra. En ese sentido son muy útiles, y es la razón por la cual recurro tanto a ellos.
R.Y.: En tus primeros libros, creo que el personaje es igualito a ti de niño. ¿Eres tú? ¿Qué tanto usas tu vida en tus libros?
S.K.: Es la historia de un niño, así que dibujé a un niño. Y mucha gente dice que luce como yo, pero no es el caso, es solo un niño pequeño. Ahora, se dice que no importa lo que dibujes, luce como tú. ¿No crees?
R.Y.: ¡Por eso lo pregunto! Mucha gente me dice que me dibujo a mí mismo.
S.K.: No lo hago de manera consciente, pero es común que me lo digan. No tiene nada que ver conmigo. Otra gente dice que me parezco mucho a un gato de los que dibujo.
R.Y.: ¿Integras cosas de tu cotidianidad en tus libros? Tu casa, objetos que usas a diario, gente que conoces...
S.K.: No suelo dibujar nada de mi vida personal. Pero si el marco de una historia es Inglaterra, trato de dibujar algo que se parezca a una casa en Inglaterra. En La tienda de sonrisas, pensé en ese mercado que mencionaba antes, que yo frecuentaba, y traté de darle ese aire típico de mercadito inglés. Esas cosas sí las hago conscientemente, de resto, no parto de mi vida personal.
R.Y.: El azul oscuro se repite en tus libros, ¿alguna razón para ese protagonismo?
S.K.: Es el color que más me gusta, el azul profundo y oscuro. Probablemente, tiene que ver que se me da mejor el azul que el verde. Además, soy muy dado a dibujar cielos nocturnos…
R.Y.: Esa imagen que tiene colgada en la pared (marcada por el azul profundo del que te habla), ¿es tuya?
S.K.: ¿Conoces a David McKee? Era uno de mis mejores amigos. Murió hace un par de años, y me dio este cuadro. Él pintaba muchos óleos, y hace unos 12 (¿o 18 años?), simplemente me dio ese regalo.
R.Y.: Tu dibujo es suelto y expresivo, con líneas que no siempre respetan comienzo y final, ni perspectivas, ni tratan de ser exactos ¿Cómo llegaste a él?
S.K.: Es una pregunta difícil porque no soy muy consciente de mi estilo. He dibujado desde que soy muy pequeño y hacerlo se me volvió hábito. Entonces, no cambio de estilos de manera consciente, pero sí lo hago. Cuando recibo el texto, trato de leerlo y me vienen imágenes a la cabeza, y trato de ser fiel a esas imágenes. En el caso de los poemas, que me generan cierta visualidad, trato de dibujarla. Y muchas veces, la imagen que sale no se acomoda a mi estilo habitual
Satoshi busca entre sus libros una página específica, la muestra.
Este es un poema de Edgar Allan Poe sobre una mujer hermosa. Y traté de ilustrar muchos tipos diferentes de mujer hermosa, en estilos que no empleo usualmente. Así que, dependiendo del texto, tengo que encontrar un nuevo estilo. Es común para mí, especialmente en ilustraciones para poesía, pero ha pasado también en mis libros ilustrados. Hice un libro sobre la Era de Piedra, y sentí que me pedía ilustraciones más realistas.
R.Y.: ¿Cómo manejas el humor en tus libros? ¿Te es importante?
S.K.: El humor es muy importante, es parte de todo lo que hago. Lo necesito, y me viene muy naturalmente, no es deliberado. En parte, explico esto por esa formación en Inglaterra, porque los ingleses adoran el humor, e incluso en las historias más tristes encuentras humor en alguna parte. Les viene muy naturalmente. Desarrollé mi carrera en ese ambiente.
En Inglaterra, creo yo, el texto es muy importante. Son más sensibles a las palabras que a las imágenes. Quizá no debería decirlo, pero, visualmente, no los creo tan brillantes. Me refiero a que, cuando hago libros con editores británicos, tienen un ojo certero con los textos, y con ellos aprendí mucho sobre esto. Pero cuando se trata de las imágenes, los japoneses son un poco más sensibles. No sé cómo sea en Latinoamérica, pero mi impresión es que son muy visuales. ¿No es así?
R.Y.: Depende...
S.K.: Cuando visito librerías en México y Colombia, veo mucha ilustración de calidad, pero no leo en español así que no puedo opinar sobre las historias. Y creo que son gente muy visual, no solo en cuanto a libros. En sus festivales también, en sus pinturas, y desde su mundo Antiguo, desde los mayas y aztecas y todo su aspecto visual.
R.Y.: En Filbo 2014 hiciste una presentación con un teatrillo kamishibai, que en Colombia no estamos acostumbrados a ver. ¿Lo veremos esta Filbo?
S.K.: Kamishibai viene de la unión de kami, que significa papel, y shibai, que significa teatro. Es un teatro de papel. Y quien cuenta la historia lo hace con una serie de imágenes que va deslizando a través de “la caja de teatro” (que nos muestra). Kamishibai se usa hoy en escuelas y librerías, pero cuando yo era chico, veías a un hombre kamishibai llegar a tu pueblo en bicicleta, con su caja de teatro. Y vendía dulces, y contaba las historias cuando le comprabas. Siempre dejaban la historia inconclusa para que quisieras ver el capítulo siguiente la próxima vez que pasara. Este entretenimiento callejero para niños, creo, nació temprano en el siglo XX y fue desplazado por la televisión. Ahora se usa en educación, y hay editoriales que lo publican. Y sí, llevaré mi caja de teatro a Bogotá.
R.Y.: He visto algunas animaciones japonesas no tan comerciales, más underground, que parecen imitar o inspirarse en tu estilo. ¿Has hecho animación?
S.K.: No he hecho animación. Me interesa mucho, pero el tiempo no me alcanza. Y si bien me gustaría incursionar, no he podido hacerlo. Sé que los cómics me cautivan desde niño. Hay un gran artista de cómics, Osamu Tezuka, uno de los más grandes creadores en Japón, y yo y todo el mundo fue influenciado por él. Todos leímos sus historias. En mi adolescencia dejé los cómics un poco. Sobre la animación, no sé mucho. Me fui en mis tempranos veinte de Japón, viví en Inglaterra unos 30 años, mientras se creaba gran parte de la animación japonesa más famosa. No sé mucho de la japonesa o la estadounidense, pero sí me gusta mucho la animación artística, europea, checa...
Kitamura en FILBo 2024
Evento Central: Satoshi Kitamura : Un universo entre la imaginación y la realidad
Una charla sobre la obra del maestro Satoshi Kitamura, un referente de la historia de la ilustración, quien ha desarrollado un estilo inconfundible con personajes entrañables y memorables. Modera: Carlos Riaño.
Martes 16 de abril, 10:00 a. m. Auditorio Rogelio Salmona, del Centro Cultural Gabriel García Márquez del Fondo de Cultura del FCE Colombia (Cll 11 #5-60).
Eventos FILBo
La relatividad de los lugares: el Japón de Muriel Barbery y el de Satoshi Kitamura. 18 de abril, 19:00 Gran Salón E.
Cuando todo es mágico o sobre los universos fantásticos de la infancia: Satoshi Kitamura y Claudia Rueda. 19 de abril, 19:00 Gran Salón E (firma de libros al final del evento).
Colisión de asteroides: cuando dos creadores se encuentran: Satoshi Kitamura y Rodrigo Morlesin. 20 de abril, 11:30 Gran Salón C (Firma de libros posterior al evento).
Taller: guía para crear una zoología fantástica con Satoshi Kitamura y Marcela Escobar. 21 de abril, 10:00 (Firma de libros posterior al evento).