CINE
Sobre ‘Pepe’, el viaje surrealista del hipopótamo de África al Magdalena Medio, una charla con Nelson Carlo de los Santos
Llegó a cines colombianos la cinta ganadora del Oso de Plata a mejor dirección en Berlín. Filmada entre Colombia, República Dominicana y África, ofrece bestias capaces de disparar reflexiones. Su director dominicano nos habló de cine, destierro y repercusiones.
Pocos temas dividen opiniones como el de los hipopótamos y sus descendientes, que se han ido abriendo paso por el Magdalena Medio, desde la Hacienda Nápoles, a la que llegaron como capricho de Pablo Escobar. Animalistas gritan proteccionismo, biólogos gritan peligro humano y ecosistémico, y, en el medio, se verá si la resolución expedida recientemente por el Ministerio de Ambiente para controlar esta población (que en 2022 sumaba 169 bestias) se puede implementar exitosamente. En ese marco llega a las salas del país una película que no otorgará respuestas y, si algo, complejiza más las opiniones.
Desde su mirada única a la historia de una de estas bestias, exiliada de su manada, hija de una desarraigada bestia africana, es una producción distinta, experimental y poética, pero, a la vez, alimentada e impulsada por la gente del Magdalena Medio y su personalidad y tradición oral inconfundibles. Pepe le representó el Oso de Plata como mejor director en la Berlinale 2024 al dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias. Sobre la película hablamos con él, y esto nos dijo.
SEMANA: Cuéntenos del cine que lo formó y el cine que lo emociona hoy en día...
Nelson Carlo de los Santos Arias: Rápidamente tuve una tendencia hacia un cine que no necesariamente era narrativo y que, de alguna manera, representaba una musicalidad en la imagen. Antes de hacer cine estudié Comunicación y trabajé muy joven en publicidad, y luego, cuando me metí a la escuela de cine y cursé una materia que se llama Técnicas Audiovisuales, comencé a ver cine experimental. Y creo que me fui corriendo de la comunicación. Y por ahí se comienza a armar un universo.
Tendencias
Algo que también me impactó mucho fueron las vanguardias latinoamericanas, sobre todo el trabajo de Glauber Rocha, su película Antonio das Mortes, que fue la que más me tocó. Conocer toda esa experimentación, mediante una estética que se pensaba desde Latinoamérica y buscaba su propia subjetividad, me impresionó mucho.
Y hay algo que marca mucho mi producción de imágenes y sonidos: la música. Siempre escuché mucha música. Desde muy jovencito me han llamado la atención la experimentación y los sonidos raros. Encontraba un placer genuino ahí.
Hoy en día creo que el cine ha perdido un poco de poder, pero me llaman la atención las ciencias sociales, la observación de las comunidades, el encuentro de algo desconocido, que también podría pensarse como experimentación. La música sigue siendo fundamental, así como ciertas poéticas y filosofías latinoamericanas, alrededor de Aníbal Quijano y su Colonialidad del poder; y Édouard Glissant me voló la cabeza, como caribeño que soy. Conocerlos fue como leer cosas que me era imposible nombrar todavía. Y sobre el cine... la verdad no he visto mucho. Me aislé mucho haciendo ‘Pepe’, y vino la pandemia.
SEMANA: ¿Lo impactó la pandemia en pleno rodaje?
N.S.: La pandemia impactó desde la gestación del proyecto, pero fue interesante ese año, y creo que esta y otras películas se beneficiaron (eso he escuchado de colegas ahora que vuelvo a viajar). Nos dio tiempo y nos matizó un montón de cosas. Fue muy interesante para mí como terminé de construir ese universo sonoro, esa música, porque los paisajes sonoros fueron creados a la vez que fue creado el guion. En marzo de 2021 me fui y desde ahí no paré. En esta producción hubo cinco rodajes, en Namibia, Colombia y República Dominicana; sin parar, de verdad, terminando en noviembre de 2022. Fueron un año y ocho meses de producción, una locura.
SEMANA: Es ambiciosa, se percibe en la dimensión, ¿sabía en qué se embarcaba?
N.S.: Era imposible dimensionarlo, y si lo hubiese sabido, salía corriendo. Me enseñó un montón, porque lo que yo viví ahí me hace pensar que no cambiaré mi forma de hacer cine. Se asentó una forma muy acorde a como yo quiero pensar el mundo. Fue muy bueno en ese sentido. Fue largo, muy aislado; imagínate, uno de ciudad, viviendo en este campo selvático de Antioquia, en un pueblo y su precariedad, que obligaba a soltar todo e irse. Por eso fue un aprendizaje más allá de la película, el vivir y entender la vida y las otras formas de vivir. Fue un proceso agotador, pero valió la pena.
SEMANA: No es colombiana, técnicamente, pero es muy interesante ver cómo su película capta nuestra geografía y nuestra idiosincrasia, ¿qué reacción le ha sorprendido?
N.S.: Lo comenzaré a descubrir ahora, que se estrena. Sin embargo, en Cartagena (FICCI) tuve un primer encuentro, y también con algunos colombianos que están en el mundo y la han visto. Su reacción ha sido de sorpresa, y creo que se han sentido representados, no sienten que haya errores en ese aspecto. Es un tema que cuido muchísimo, es parte de mi estrategia de actuación, cómo trabajo a los actores, cómo surgen los personajes, con una base de las ciencias sociales. Y si bien nunca podré ver lo que ustedes ven, como colombianos, que no lo soy, me deja tranquilo. Porque en ese grupo que se armó en ese rodaje, y en lo que nació desde mi relación con esos personajes, los representé lo mejor que pude. En esa escritura de los diálogos, en cómo diseñé esos ensayos. No los dejaba perderse en la idea de actuación, para que pusieran esos cuerpos ahí, pero siendo ellos. Y eso es más difícil de lo que la gente cree.
SEMANA: En la pantalla fluye bastante...
N.S.: ¡Si la gente supiera lo que uno hace para que se sienta que estamos viendo la vida misma! Es un trabajo totalmente invisible y es muy bonito eso.
SEMANA: Cómo conecta esta con sus películas anteriores y si conectará con la película que viene en su camino...
N.S.: Mi película anterior ganó en Cartagena, y se conoce allá en Colombia, Cocote, de 2017. Antes de esa, venía haciendo un cine más ensayístico, en el que yo filmaba, sin crew. Y con Cocote empiezo a trabajar con un crew. Y en esa experiencia sentí que me había perdido un poco, pero entendí que hay algo mío que no lo voy a dejar de hacer nunca. Necesito que la película, esas imágenes, sonido, esa primera articulación de esos elementos, tenga que ver conmigo, porque así aprendí a hacer cine. No soy un director, propiamente, que escribió y tiene a un equipo trabajando; no sabría hacer eso, ni lo quiero hacer.
Y lo que pasó en Pepe es que logré entender mejor ese balance, y a eso me refería antes, al antes y al después. Cada película es diferente. Pepe es una peli en la que se comienza a mezclar orgánicamente algo que he querido mezclar, y así construyo mi singularidad. Hago cine, pero también vengo de “aquí hago las cosas así”, y no veo por qué ignorar u olvidarme de eso. Fue dificilísima de hacer, pero fue tan estimulante artísticamente, que quedé con muchas ganas de hacer otra película.
SEMANA: No lo drenó, le dio aire para seguir...
N.S.: Es como cuando uno crece, y comienza a entender un par de cosas. Eso pasó dentro de mí, “puedo hacer esto, también puedo hacer esto”... La película fue muy educativa para mí.
SEMANA: Cuéntenos de la genial secuencia del Reinado del Bocachico, y de cómo se planteó…
N.S.: Fue una de las primeras ideas. Yo quería contrarrestar la idea de un pueblo con esta situación del animal, y que de alguna manera este interfiriera y no interfiriera. Entonces había una narrativa de ese pueblo. Y una de las cosas más chéveres eran esos reinados, que ya no existen, solo en una parte, en La Pesca, allá lo siguen haciendo. Y en esa parte apelé a una técnica distinta, decisiones que uno toma como director. Si bien fue una escena muy planeada, en la que se diseñaron los vestuarios y todo es una recreación, yo me guardé la actuación y no me importó la improvisación. Porque si se equivocaban o no, era parte del nerviosismo normal de la primera habla. Fue una decisión arriesgada y la tiré de desde el principio. Porque en la misma película hay escenas que se ensayaron por tres meses. Y esa mezcolanza también crea una poética en sí misma. Tenemos estos fallos, por un lado, y por otro tenemos la voz de Pepe, a cargo de actores profesionales, y tiene otra onda. En lo que a actuación se refiere, ¡Pepe es el más experimentado!
SEMANA: Pepe toca poderosamente el tema del destierro...
N.S.: Es una historia que viene del continente africano y este continente está lleno de destierro. Su origen es un destierro en sí mismo. Y es una idea muy potente de comenzar a construir también nuestras andanzas por ese continente, desde las distintas etnias. En ese lugar todo es un desencuentro y un destierro. Y no es que ‘Pepe’ sea una metáfora, pero cualquier historia que tenga que ver con el destierro hablaría de la migración histórica, son narrativas que suceden de la misma manera. Contar simplemente que el hipopótamo viene de África suma a un imaginario latinoamericano lleno de destierros. Nuestra historia es un destierro en sí mismo. Y eso no es peyorativo, es una característica interesante, hay un territorio donde constantemente se “desterritorializa”. Somos colonizador y colonizado al mismo tiempo, tenemos esas dualidades que difieren de un pensamiento más occidental o dicotómico, que da la opción entre ser una cosa u otra. En Latinoamérica se complejiza ese tema de ser una sola cosa.
SEMANA: Entra a jugar también esa idea del “Ellos” que Pepe pone sobre la mesa...
N.S.: Ese “Ellos” es el poder. Hay una parte del poder, que son Ellos, y que si corremos la suerte, querrán ser Nosotros, pero si no, serán Ellos, imposibilitando la posibilidad valga la redundancia de un Nosotros. Y se da en cualquier configuración de país, nación o civilización desde el origen de esta modernidad.
SEMANA: Ganó el Oso de Plata en Berlín y nos preguntamos si allá resonaron estos temas...
N.S.: Hasta ahora voy saliendo y viajando con la película. En Berlín no tuve contacto con el público, es un festival muy grande y no hubo sesión de preguntas y respuestas para las películas de la selección oficial. Hay una gran cantidad de gente y es muy disperso, pero creo que sí.
E igual, si te digo la verdad, cualquier discusión que tenga que ver con un acto de descolonización, la conversación es con nosotros mismos. Está muy bien si ellos lo perciben, pero todas estas ideas de la poscolonialidad se dan desde las personas de estos países poscoloniales que viven en Europa y tienen esta educación; son una forma de pensamiento que se origina desde el ciudadano del tercer mundo en el primer mundo, sobre todo el concepto de poscolonialidad. Así pues, es normal para ellos que yo venga de la República Dominicana o de Colombia o Argentina, con un trabajo que hable sobre eso. Y estuvo bien hacerlo allá, porque el mundo es global y se necesitará ayuda de todas partes para llegar a una cierta igualdad, o a lo que aspires.
Por otro lado, me gusta más la idea de hablar de esos temas de Pepe en el continente latinoamericano que como un invitado en la Europa, donde ya saben de qué voy a hablar.
SEMANA: ¿Piensa en el público al hacer su cine?
N.S.: El cine y toda obra se completa con el espectador. Eso quiere decir que uno hace y conversa con otro, si bien no se sabe qué o quién es. Hay un receptor. Y eso hago yo. Converso, pero no lo pienso en forma de audiencia. Eso ya tiene otra connotación, que tiene que ver con el mercado. Y está bien, pero es distinto tener targets y pensar la puesta en escena para esos targets. Son formas muy diferentes de pensar el cine: por un lado, verlo como algo que se completa en un espectador, y por otro, pensar en un target específico y escribir escenas para ese público. Y he trabajado en ambas, las conozco a las dos. En ambas juega el espectador, pero quería hacer esa salvedad. Yo pienso en el espectador, no en un target.
SEMANA: Mirando a la hechura, que lo vio viajar, hacer inmersión social, seguir hipopótamos para conseguir grandes tomas, ¿qué lo emocionó y qué lo exigió?
N.S.: En nuestras tomas hay mucha creatividad, hay un entendimiento de la luz muy importante, sobre todo en el trabajo fílmico, y hay ese ojo artístico. E hicimos cosas entendiendo las posibles soluciones que podían tener. Lo bueno de eso, cuando se hace cine precario y se quieren hacer tomas interesantes, es que si uno está abierto al error, a veces este también empieza construir. A veces el error es un error, pero a veces es una sorpresa.
Hubo mucho entendimiento también de la manada. Estudié mucho a los hipopótamos, pasé tiempo con ellos. Hubo tiempo de sacar material, y eso fue muy importante. Y como hubo una disciplina al filmar, pudimos lograr cosas muy impactantes, que en el marco de un rodaje de ficción no eran tan factibles. Fue un proceso muy interesante donde entendíamos que teníamos X cantidad de dinero y dividimos los rodajes en distintas instancias. Eso nos dio tiempo con el animal, y permitió que salieran esas grandes tomas. El animal, a veces no hace nada en el día, y a veces hace algo increíble y solo duró 30 segundos…
SEMANA: Es interesante como su película se suma a un debate vivo en este país, y hace más difícil tomar una posición...
N.S.: Yo no me lo esperaba, porque cuando hacía la película, el tema estaba medio muerto y yo estaba ensimismado haciendo la película. Lo que se ha debatido y armado desde entonces ha sido una casualidad, y a veces me pone en una situación extraña, porque nunca he construido una opinión sobre el tema. Yo hacía una película, nada más, y me imagino que cuando los visite la semana que viene, impactará. Lo que mejor puedo hacer es escuchar a la gente, porque es un problema que los incumbe. Yo me metí ahí, y el hipopótamo es la realidad de esta gente. No soy científico, no sé lo que significa, pero sí viví eso y se sintió orgánico, y la gente vive con eso. Es un tema complicado.
SEMANA: ¿Quisiera disparar conversaciones particulares?
N.S.: Sí y no. Hice una película imaginativa, y espero que active ese proceso de imaginación y pensamiento de la gente; y desde ahí, que sea lo que sea. Hasta ahí llega mi trabajo.