Música
Tom Morello: “A los colombianos que nos han esperado treinta años, gracias por su apoyo. Espero rockear pronto con ustedes”
Antes de asumir de lleno su gira con Rage Against the Machine en 2022, el genio de la guitarra estrena ‘The Atlas Underground Fire’ y habló con Semana sobre el futuro del instrumento, su vasta trayectoria, la industria musical y grabar este disco como terapia en días de angustias pandémicas y activismos muy distintos a los acostumbrados.
“A los colombianos que nos han esperado pacientemente por treinta años, muchas gracias por su apoyo. Lamento nunca haber ido, pero espero estar allá pronto y rockear con ustedes”, dice Tom Morello, en esta entrevista, sobre la posibilidad de visitar estas tierras con Rage Against the Machine en un futuro no tan lejano. Habiendo aclarado eso...
Capítulo I: explorador compulsivo
A Tom Morello se le puede poner en la conversación con Jimmy Hendrix, Jimmy Page, Eddie Van Halen y otros ‘Dioses de la guitarra’ porque, como estos, ha llevado al instrumento a nuevos lugares con un vocabulario sonoro propio. Por más de treinta saludables años ha sido un pionero que canaliza tiempos, ánimos, y que utiliza las posibilidades sonoras del mismo cable para componer por fuera de marcos que nadie imaginó posibles. Y con ese mismo talento ‘cultiva un culto’ global basado en himnos tremendos desde líneas ‘relativamente’ sencillas que alimentan sus himnos pesados eternos: es un genio que toca la guitarra y toca el sonido de la guitarra.
En 2022, Morello sale de gira en Estados Unidos con la banda que lo puso en el mapa mundial hace 30 años: Rage Against the Machine (RATM). Será una nueva gira de reunión de para la banda que despegó en 1992, se desintegró en 2000, se juntó para una gira en 2010 y quedó con los crespos hechos por la pandemia, a 15 días de regresar a las giras en marzo de 2020. En ese entonces iba a “Make America Rage Again”. El mundo entero necesita la descarga ahora, porque...
Lo que logró RATM es incomparable, único (ver Capítulo III, abajo), y seguramente lo que va a entregar desde el año que viene en vivo también lo será. Pero en los tiempos de separación, que han sido los prevalecientes en las dos décadas del este siglo, Morello no se ha quedado quieto, y ha apelado compulsivamente a la colaboración (cuando no estaba en proyectos grandes con los otros dos integrantes de Rage que llevó a Cuba como Audioslave y que casi trajo a Colombia como Prophets of Rage). Como lo comparte en esta entrevista, una que sostuvo con medios chilenos, mexicanos y colombianos, que tradujimos y reproducimos completa más abajo, Morello ha sumado colaboraciones con cientos de artistas increíbles y de ese espíritu han nacido los discos The Atlas Underground (2018) y, ahora, The Atlas Underground Fire (2021).
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Inevitable resultó que este nuevo trabajo lidiara con tiempos de angustias de pandemia, y en ese marco apelara a métodos de grabación inesperados. El guitarrista confiesa haber grabado más del 90 por ciento de sus guitarras en su teléfono celular, y, explica, que ese aparatito ya equivale al material de grabación que tuvieron los Beatles en los años setenta.
El trabajo evidencia que su espíritu de búsqueda es insaciable y, más que antes, soltó el control y se rindió a la química con los artistas que invitó a trabajar. Muchos de los sonidos pueden desconcertar a los seguidores exclusivos de RATM, pero si se le toma el disco como un viaje de exploración voltajuda en clave moreliana, un ataque de géneros que estallan hilvanado por las enormes guitarras (que pasa de rock a electrónica pesada, a rap, a reggae electro duro, al folk) se valoran sus muchos momentos brillantes.
Entre los artistas que suman sus talentos y tapetes auditivos figuran agrupaciones como Phantogram y Bring Me The Horizon, el jamaiquino Damian Marley (¡qué canción!), artistas jóvenes e impetuosos como grandson, Mike Posner, Chris Stapleton (una canción folk que estalla sublime en su solo) y figuras como Bruce Springsteen y Eddie Vedder que suman a un cover de la eterna ‘Highway to Hell’. Para cerrar, Morello deja una colaboración instrumental con una DJ palestina que mezcló la pista mientras su población era bombardeada, un hecho como mínimo simbólico.
Nacido en Nueva York, educado en Chicago, proyectado al mundo desde Los Ángeles, Morello es hijo de una madre soltera, profesora, que lo dejaba ensayar en el sótano, un hecho que le agradece aún hoy. Interesado en cuestiones sociales desde pequeño, se graduó en Harvard de Ciencia Política, y fue retomando una guitarra que había descartado de niño como medio de expresión. Esto le dijo a Latinoamérica el vanguardista guitarrista, padre de familia, hijo, activista, ídolo de masas, pionero sonoro, que dio a luz a Rage Against the Machine, a Audioslave junto con el enorme Chris Cornell, y que en sus caminos individuales destruye su zona de confort y lo comparte con quien lo quiera escuchar.
Capítulo II: cuarenta minutos con Morello
SEMANA: El disco despega con un cover de AC/DC que reúne a nada más que a Bruce Springsteen y a Eddie Vedder, ¿cómo se dio esta reunión?
Tom Morello: Bruce, Eddie y yo tenemos una historia con esa canción. En 2014 yo anduve tocando con la E Street Band (que acompaña a Springsteen), y estábamos en Perth, Australia, la ciudad de origen de Bon Scott, el cantante líder original de AC/DC. Una de esas noches fui a rendirle tributo a Scott en su tumba y, de regreso al hotel, me encontré con Bruce y le pregunté si de alguna manera AC/DC y la E Street Band se tocaban o conectaban de alguna manera- Él respondió “Quizás”. Así que empezamos a ensayarla durante las pruebas de sonido en esos días siguientes y, una noche en Melbourne, todo sucedió: un estadio enorme lleno de gente y Eddie Vedder estaba ahí, y sugerí que podíamos abrir el show con esa canción con Eddie uniéndose al canto. En resumen, fue una de las mejores canciones de la historia del rock’n’roll, tocada en su país de origen con dos de los mejores cantantes de la historia, un momento ápex para la música rock en vivo.
Esta fue quizá la última canción que hice para el disco. Ya había hecho música con un montón de artistas jóvenes y emocionantes como Bring Me the Horizon y Phantogram y Chris Stapleton y grandson y Mike Posner y phem y Sama’ Abdulhadi, pero quería hacer una con mis hermanos de rock. Y durante este tiempo de aislamiento, cuando nadie andaba conectando, recordé esa noche, una de las experiencias más emocionantes rockeras de mi vida con 80 mil personas conectadas, uno momento de esos en los que el rayo cae en la tierra. Y aquí, en mi estudio, tocando esos acordes por mi cuenta, solo, imaginaba ese escenario y lo que fue, y completar la canción con el trabajo de ellos dos fue el gran cierre a este The Atlas Underground Fire.
SEMANA: Mucho cambia y mucho sorprende en este disco pero algo nunca se cambia, sus impresionantes solos de guitarra, ¿hizo algo distinto para este trabajo? ¿Tiene alguno favorito?
T.M.: Gracias, primero que todo. Mira, por los últimos 30 años, desde que me empecé a identificar como el ‘dj’ en Rage Against the Machine, en 1991, he tratado de forjar un nuevo vocabulario en este instrumento. Yo insisto en que la guitarra eléctrica es el instrumento más grande inventado por el hombre, pero es uno que no solo tiene pasado, tiene un futuro. Y trato de crear un poco de ese futuro en cada disco que hago, y me llevo e impulsó a hacer y crear sonidos locos y de, tan artísticamente como me sea posible, de forzar estos sonidos en las canciones y que así le lleguen a los seguidores. Sobre solos, mencionaría el de la canción ‘Let’s Get The Party Started’, con Bring Me The Horizon, es uno de mis solos favoritos jamás grabados. Un amigo me llamó hace poco a hablar de eso, y me dijo “Hermano, ese solo suena como me he sentido en los últimos dieciocho meses, puteado”, y pensé “misión cumplida”.
Por los últimos 30 años, desde que me empecé a identificar como el ‘dj’ en Rage Against the Machine, he tratado de forjar un nuevo vocabulario en este instrumento. La guitarra eléctrica es el instrumento más grande inventado por el hombre, pero es uno que no solo tiene pasado, tiene un futuro. Y trato de crear un poco de ese futuro en cada disco
SEMANA: Hay un elemento político en su trabajo y en su discurso, ¿cómo siente estos tiempos en los que el fascismo parece ganar terreno?
T.M.: Lo veo de esta manera: este fascismo que parece estarse regando por todas partes es un síntoma de este sistema de oligarquía global que no solo está destruyendo el planeta, no cuida los intereses comunes. El mundo es poseído y comandado por gente que no lo merece. Y como hay tanta gente de clase trabajadora sintiendo ese abandono por los partidos políticos, ya sea de centro o de derecha, y están llevados por el poder oligarca, miran a la salida más fácil. Y siempre está la salida fácil. Siempre hay un dictador fascista esperando asumir el control, un ‘grifter’, un tipo lleno de trucos, como Trump, que usa el racismo, que dice “El problema no es el sistema neoliberal y capitalista que está destruyendo el planeta, el problema son los mexicanos. El problema son los musulmanes”. Siempre ofreciendo soluciones simples a problemas mucho más matizados para enaltecer su tipo de poder. Lo vemos por Latinoamérica, lo vemos en Europa y definitivamente lo vemos aquí en Estado Unidos. Así que para retomar el poder (“take the poder back”, frasea, como uno de los versos más contundentes de su banda fundamental) tenemos que cambiar esa narrativa. Estos tipos fascistas no son la resistencia, ellos son el problema y están inextricablemente ligados al problema, y la resistencia de verdad viene de gente que está dispuesta a luchar por una sociedad más humana, más justa, que cuida a su gente y al planeta. ¿Cómo hacerlo? Pararse en su tiempo, lugar, desde su vocación. Yo soy un músico, yo no escogí esto, esto me escogió a mí, y en ese marco me quedé, y pienso qué puedo hacer desde ahí para mover ese cambio. Y cómo periodistas, se tiene que hacer la misma pregunta. No olvide quien es en lo que trabaja (“Don’t leave behind who you are in what you do for a living”)...
SEMANA: Cuéntenos sobre la colaboración con Bring Me the Horizon, una banda en un momento exitoso y sobre la posibilidad de colaborar con artistas latinoamericanos que compartan su visión social...
T.M.: De Bring me The Horizon me gusta que agitan la bandera rockera y metalera sin pedirle disculpas a nadie y además tienen un look futurista. Y, como yo, creen que la guitarra eléctrica tiene un lugar en el futuro, que más que una tradición es una forma artística en evolución. Sobre colaborar con artistas latinoamericanos, sin decir mucho, con Rodrigo y Gabriela, un grupo que he admirado por mucho tiempo, venimos armando algo que ojalá puedan escuchar pronto.
SEMANA: Participó en ‘Kisstory’, sobre la banda Kiss. Cuéntenos sobre esa relación con la banda que, además, introdujo en el Salón de la fama del Rock n Roll...
T.M.: Kiss fue mi primera banda favorita, fue la banda que me hizo amar el rock, fue mi primer concierto, fue el primer disco que me importó de verdad, el afiche que estaba en mi pared cuando crecía y me proyectaba. Y también hice bastante lobby para que entraran al Salón de la Fama del Rock, se sintió como un club de las bandas favoritas de alguien, pero que habían dejado mi favorita por fuera. Y por eso me invitaron a participar. Y hay muchos lados en la historia de Kiss, muchos lados de la moneda, no me relacioné con la misoginia que brota en algunas de sus letras, pero no puedo negar que de no ser por Ace Frehley y Kiss yo no sería un guitarrista, y eso se los debo.
SEMANA: ¿Habrá más Prophets of Rage?
T.M.: No hay planes. Yo quiero sacar esta nueva música y dejar libre el camino para lo que será 2022, un año en el que Rage Against the Machine hará gira en Norteamérica. Eso viene en mi futuro inmediato.
SEMANA: ¿Hay futuro para la música de protesta, como género?
T.M.: Creo que hay futuro para la música de protesta y hay presente para la música de protesta. No se trata de música que llega a los primeros lugares de las listas como lo consiguió Rage, pero en la manera en la que hoy podemos grabar música y publicarla, sin los costos del pasado, esto se ha democratizado. Sí exige algo más de trabajo por parte del público encontrar el hip hop, el punk, el rock, el folk que es de protesta, pero definitivamente, artísticamente, está más saludable que nunca. No Hay una banda como Rage, con promoción global y política radical, y creo que eso está bien, pero sí le toca al escucha encontrarlas y contarle a sus amigos al respecto.
Hay futuro para la música de protesta y hay presente para la música de protesta
SEMANA: Alguna banda moderna que para usted pueda llevar las banderas de Rage Against the Machine...
T.M.: Sin duda. En este disco trabajo con grandson, un artista joven brillante que retoma esas banderas. Tiene el intelecto y la pasión por la justicia social y, encima, la música capaz de patear traseros. K Flea (suena K.Flay) es otra joven que tiene lo suyo. Creo que un artista no necesita ser explícitamente político en su música para ser muy importante políticamente. Sama’ Abdulhadi está en este disco, y es una gran dj en Palestina que está cambiando la concepción de lo que se puede ser en esa región. L canción que grabamos, ‘On the Shore of Eternity’, 1420, ella lo mezclaba mientras Israel bombardeaba Palestina, así que la sola existencia de esa pista instrumental carga su propio peso político.
SEMANA: ¿Aseguró que este disco le salvó la vida durante la pandemia, traslada eso a quienes escuchan su trabajo?
T.M.: Sí, fue un antidepresivo. Cuando empecé a escribir esta canciones con estos colaboradores, no fue con la idea de hacer un álbum, era con la idea de mantenerme cuerdo día a día. Algo así como, ¿cómo sobrevivo al martes manteniendo a las abuelas con vida, evitando que los niños se enloquezcan, preocupándome por la plaga global y el clima político, preguntándome si podré volver a tocar en vivo algún día. Todo mientras crecía la cifra de muertes...
Y en ese tiempo de aislamiento total nació también ese impulso de reafirmar que soy un músico, que puedo escribir canciones y puedo conectarme y colaborar con gente en otros lugares, hay vida, hay música, hay estrellas brillando por encima de las nubes grises. Así lo sentí. La última parte de esta cadena, y es esencial en la cualidad de redención de la música, más allá de escribirla, grabarla o verla completa, es compartirla. Y esa es una parte importante de la conexión. Ya sea en el audífono de alguien, en su teléfono o en un concierto, saber que lo que se ha conseguido aquí en pleno confinamiento, ha tumbado muros y ahora es compartido por gente en México, Rusia, Chicago. Y es una parte crucial, hablar de esto, compartirlo. Es una evidencia de que sí, hay estrellas encima del clima nublado.
SEMANA: Háblenos del significado del arte, este elefante con alas de mariposa...
T.M.: El disco anterior tenía un hipopótamo con alas, y seguimos ese tema paquidérmico. Esta es música pesada, siempre me ha atraído la música pesada. Pero si este hubiera sido un disco de solo metal, la imagen hubiera sido la de un montón de elefantes cargando hacia el frente mostrando sus colmillos, pero The Atlas Underground es el otro lado de la moneda, lleno de belleza inesperada, de ligereza, de una psicodelia que se encuentra quizás más a menudo en el mundo de la música electrónica. Y, por eso, este elefante tiene alas de mariposa.
SEMANA: Mencionó un teléfono hace poco, y este disco tuvo un proceso particular, grabó mucho en su teléfono...
T.M.: Un 95 por ciento de las guitarras las grabé en el voice memo de mi teléfono. Tengo un estudio, no sé cómo trabajarlo, no vino ningún ingeniero y leí que Kanye West había grabado sus pistas vocales en el voice memo de su teléfono y me pregunté, “¿Eso se puede?”. ¡Y resulta que se puede! Grabé las guitarras ahí, así que voy a botar a la caneca todos estos micrófonos costosos.
SEMANA: ¿Habrá chance de ver algo de este trabajo en vivo? Es difícil con tantos artistas...
T.M.: No lo creo. Sí hice gira con el disco anterior de The Atlas Underground; Shawn Evans y yo montamos esos espectáculos, él fue director artístico de las últimas dos giras de Roger Waters. Y si bien no teníamos un presupuesto a lo Roger Waters logramos algo muy emocionante, un espectáculo en vivo que mezcló partes de rave ilegal, de instalación artística estilo Barbara Kruger y de pogo metalero. Hay una manera de hacer un espectáculo tremendo sin tenerlos en el escenario, pero el plan es otro ahora, el plan es rockear muy fuerte con Rage Against the Machine.
SEMANA: ¿Le dejó la pandemia algún solo de guitarra favorito?
T.M.: Lo hay, aunque no recuerdo muchos otros solos aparte de los que he venido tocando. Escogeré uno de esos, si te parece bien (jaj). Yo me tomo los solo de guitarra muy en serio, pero grabarlos en estos tiempos ha sido muy distinto. El proceso normal es que grabas algo, lo escuchas de vuelta, escoges una parte de uno, otra de otro y así. Pero aquí no hubo nada de eso, aquí estoy grabando directo al teléfono, y “sale lo que sale y no te enojes” (“You get what you get, and you don’t get upset”).
Yo me tomo los solo de guitarra muy en serio, pero grabarlos en estos tiempos ha sido muy distinto...
Está el solo en la canción de Bring me The Horizon que ya mencioné y está el solo de la canción ‘Driving to Texas’ con Phantogram. Es una canción oscura donde el alma del protagonista está en juego, y muy conscientemente grabé el solo como si fuera el ángel guardián que iba a determinar la suerte del protagonista, si encontraba la redención o quedaban relegado al abismo y a la sombra. Quizás pienso de más estas cosas, pero eso pasa por mi cabeza mientras las toco. Para el protagonista, “estas son las últimas notas que jamás va a escuchar”.
SEMANA: Se siente muy futurista y refrescante este trabajo, ¿lo planeó así o fue un resultado de lo que los demás trajeron a la mesa?
T.M.: La respuesta honesta sería, ambas. La idea de The Atlas Underground es la de reunir artistas diversos, retar lo que ha pasado en guitarra antes y descubrir qué pasos vienen. Este es un álbum solo, un álbum de Tom Morello, y mi guitarra es la voz que conecta las canciones. Es un disco en el que curo quien hace parte, pero en el que cada canción es un proceso colaborativo, y el resultado de cada canción se determina únicamente por la química entre la persona con la que toco y yo. No controlo ninguna de esas 12 pistas, las canciones son controladas por la química.
Yo soy muy “personalidad tipo A”, mandón, pero en este disco puedo dejar ir y averiguar dónde llega todo. Puedo no ser tan perfeccionista o empeñado en que sea de una u otra forma. Dejemos que nuestros talentos se mezclen y creen en este día (el día número 245... igual al anterior e igual al siguiente) de confinamiento. Y parte del gozo de este disco era romper mis expectativas.
SEMANA: ¿Qué opina de la industria musical, de las plataformas digitales?
T.M.: Tiene sus ventajas y sus desventajas. La ventaja principal es que hay una verdadera democratización de la música. Tú y yo y el tipo que va por la esquina podemos tener una plataforma que es igual en todas las formas a la de Metallica. Yo no hay cancerbero, portero, que decide quién hace el disco y quién lo escucha. Hoy, eso lo decides tú. Yo grabé este disco en un teléfono. Si tienes un teléfono hoy, tienes todo el material que The Beatles tenían cuando hicieron The White Album, o que Led Zeppelin usó al grabar ‘Stairway to Heaven’. Ese es tu punto de partida, el día uno, con un teléfono. Ese es el lado bueno.
Las malas noticias vienen de que es mucho más difícil para un músico vivir de esto. Entre YouTube y los servicios de streaming hay mucho negocio en las sombras, gris, y hay millones y millones de dólares que no llegan a la gente que está creando el contenido artístico que lleva a la gente y le da tráfico a estas plataformas. Es un poco como el “viejo Oeste” todavía, no se sabe nada bien. Es un poco extraño, así provoques 200 streams al mes o 200 millones de streams al mes, hay mucho negocio oscuro y no está beneficiando al artista.
SEMANA: Spotify no paga muy bien, los independientes llevan la peor parte. ¿Cómo apoyar a esos independientes?
T.M.: Algo a lo que siempre he aspirado, y quizá lo asuma cuando me retire, es que si existe algo como un gremio de músicos hoy, no es el que se necesita para combatir los males de los que hablas. Si Lil Nas X, Metallica y BTS paran y hacen huelga a menos que todo cambie, mucho se hablaría al respecto.
Hace unos 15 años mencioné esto, y hago parte del gremio de músicos, lo he hecho por 25 años, y si bien se aseguran de temas importantes no están capacitados para luchar por los músicos independientes ante estas grandes plataformas de streaming. Se necesita una solidaridad entre músicos, es muy difícil, porque ningún manager te quiere ayudar en esa causa. Ningún sello musical grande te apoyará en eso. Por eso creo que se necesitaría una organización independiente para cambiar las cosas.
SEMANA: Vuelve con Rage, algo que todos queríamos ver. ¿Cómo van los ensayos? ¿Ensayaron en la pandemia?
T.M.: Todo sucedió a tan solo 15 días de nuestro primer show. Teníamos tres espectáculos planeados en marzo de 2020, íbamos a tocar en la frontera con México, iba a ser loco, y luego el mundo se apagó. La banda sonaba increíble. Lo raro sobre esa banda es que desde el primer ensayo suena a eso, a Rage Against the Machine. Es un testimonio a la química. Esos cuatro personajes suenan como siempre han sonado. Hace 30 años sonaban así, y sigue sonando así.
SEMANA: A la hora de informarse en este siglo XXI, para alimentar un activismo responsable, se hace necesario evitar caer en seguir voces similares. ¿Qué recomienda para romper con esa cámara de opiniones similares?
T.M.: Es un reto grande, siempre lo ha sido pero especialmente en estos tiempos. Diría que en el curso del último año y medio, mi compromiso ha cambiado mucho. Este tiempo he estado sobre todo dedicado a cuidar gente en sus noventas, un profesor para niños de 9 y 10 años, y un plomero y el tipo que arregla las ventanas. Los roles normales del músico/activista que tomaban 24 horas de mi día se fueron por la ventana. Y todo se trató de sobrevivir.
En la pandemia los roles normales del músico/activista que tomaban 24 horas de mi día se fueron por la ventana. Y todo se trató de sobrevivir
Honestamente, no sabría qué responder a esa pregunta, no siento que esté en la cámara de voces, sí estoy en la cocina lavando platos. Ha sido un tiempo de reorientar y de racionar expectativas y prioridades. Antes de esto, siempre me pareció importante apelar a una variedad de servicios de noticias y perspectivas que me permitan formarme una opinión, pero diría que este último tiempo ha sido uno de supervivencia emocional.
SEMANA: ¿Qué lección queda después de tanto trabajo con gente increíble y creativa?
T.M.: Este disco es muy diverso, de una dj palestina a Bruce Springsteen, de un artista jamaiquino de reggae como Damien Marley a uno de dubstep como Protohype... Y eso es un disco... Pero la diversidad de gente con la que he trabajado es vasta: de Pete Seeger a Wu-Tang Clan, a Metallica. No sé si algún guitarrista ha acumulado tan bizarra diversidad de experiencias, y esa es mi semana normal en la oficina. Así que por eso lo he empezado a tomar por sentado. Pero lo que aprecio y lo que le saco es que cada una de esas experiencias me ayudó a crecer como guitarrista, como compositor, como artista.
Tocar con la E Street Band, tocar canciones de Woody Guthrie con Pete Seeger, a tocar junto con Kirk Hammett y Alex Lifeson. Los afiches de mi vida se volvieron realidad. Escribí canciones con Joe Strummer...
Siempre me imaginé en una banda como Led Zeppelin, con ellos por siempre. Así lo veía, y con Rage hacíamos discos cada 4 o 5 años, y durante ese tiempo, sentía el motor prendido y no podía parar. Y si veía una puerta de estudio abierta, entraba. Soy un ser compulsivo. Tengo la manía de tener que escribir, tocar, grabar y tocar en vivo, y eso llevo a esta colcha de memorias increíbles. Tocar con la E Street Band, tocar canciones de Woody Guthrie con Pete Seeger, a tocar junto con Kirk Hammett y Alex Lifeson. Los afiches de mi vida se volvieron realidad. Escribí canciones con Joe Strummer... Y estar abierto a esas experiencias me ha dejado ese crecimiento artístico y musical.
SEMANA: ‘Driving to Texas’ con Phantogram ha tenido muy buena recepción, y es más de ese lado ligero, de ese elefante alado. Háblenos de la canción.
T.M.: Soy un gran seguidor de ellos, Josh de Phantogram y yo ya habíamos trabajado juntos en una canción del disco anterior con Marcus Mumford, ‘Find Another Way’, y ello se pusieron en contacto, él y Sarah, y me preguntaron si me interesaba hacer otra canción. Y dije “tengo el día libre” (como todos esos días).
Esa canción sucedió de manera distinta a las demás. Ellos tenían el sketch, así que no empezó con mis riffs blacksabbatheros, empezó con ese beat etéreo, electrónico y con esa progresión de acordes. Y me gustó, lo tomé como un reto acoplarme e interactuar con esa música. Josh la produjo, y día tras día yo le compartía soundscapes, un feedback, un interludio que puede o no estar en la nota de la canción, aquí hay cinco ruidos distintos, y así le daba los instrumentos individuales de la orquesta para que él, como productor, creara la sinfonía. Le ofrecí la paleta sónica con la que pintó. Fue una manera muy distinta de asumir una canción.
SEMANA: ¿Puede describir lo que vemos en su estudio, esas fotografías e imágenes?
T.M.: Nadie había preguntado esto, es toda una primicia para todos. Hay una foto con Bruce Springsteen, en algún lugar del planeta, creo que Australia. Y estamos cantando The Ghost of Tom Joad, un momento increíble. La imagen allá atrás, fue uno de los diseños de set de The Lords of the Rings. Fue un regalo de Serj Tankian, de System of a Down, quien vive parte de su vida en Nueva Zelanda. Y es Mordor lo que se ve. Y si estás viendo Mordor cuando haces rock, estás en la ruta.
La otra foto es con Ozzy Osbourne, y se ve que en mi guitarra dice Ozzy Rules y él hace una mueca típica de él, un “Grr”. Randy Rhoads fue mi guitarrista favorito, mi principal inspiración para practicar ocho horas al día. Su afiche estaba en mi muro. Así que tocar ‘Mr. Crowley’ con Ozzy, pues... Otra foto es de mi chicos disfrazados de Kiss para un Halloween hace un par de años. Y otra foto es de mi hijo, en un parque en el pueblo en el que creció mi mamá. Y está sentado en una banca que dice: “No puede cruzar el océano sin el coraje de dejar la orilla”. Y pienso mucho en esos términos en la vida, en la política, en la música.
SEMANA: ¿Algo que quiera añadir?
T.M.: Nunca he estado en Colombia, espero estar allá y rockear. Muchas gracias por su apoyo, a los colombianos que nos han esperado pacientemente por treinta años. Lo lamento. Y bueno, el apoyo que he recibido en el resto de Latinoamérica ha sido increíble. Los conciertos que viví en México y Chile han sido de las mejores experiencias en vivo de mi vida. Se dio esa conexión cuando la audiencia cree en la banda y la banda cree en la audiencia. Hemingway lo llamó “Living all the way up”, y eso aplica a las experiencias que he vivido en Latinoamérica. Quiero agradecerles por eso, por ese apoyo sostenido.
Capítulo III: rabia sensorial, política y paradojas
Pocas bandas parten la historia en dos por su naturaleza irrepetible. Rage Against the Machine es una, tiene liga propia, nada se le acerca.
Digna y rabiosa hija del momento y del cemento en el que estalló, —Los Ángeles, California, en los noventa de los ‘riots’, una tensión racial ardiente y brutalidad policial desenfrenada—, la banda forjó un sonido propio desde riffs de guitarra supersónicos, solos que desafían la lógica del instrumento, vocales de alma rapera llenos de comentario político y una base rítmica contundente de acentos pesados y alma de calle.
¿Cómo se volvió esta banda un absoluto fenómeno? Sucedió, en parte, por su fuerte mensaje contestatario. Su denuncia al régimen capitalista (que tanto bien le ha hecho a la igualdad y preservación de este planeta) es frontal así como su grito ante las brutalidades de la autoridad (que pasaban de agache más fácil antes de las redes sociales pero aún se cometen a diario, a nivel alarmante, a nivel global).
Este no es un tema de Los Ángeles o Estados Unidos. En las calles de Bogotá los manifestantes deben cuidar sus ojos o correr para evitar ser capturados y desaparecidos, y esos gritos de un gringo de sangre latina emputado también resuenan aquí, así como sus mensajes visuales. Los videos cargaban referencias a presos políticos y la portada de su primer disco desplegó la poderosa y fuerte fotografía del monje budista que, en 1963, se prendió fuego en señal de protesta ante la persecución del Gobierno vietnamita.
Ahora, confieso que, incluso antes de que esa carga simbólica explícita me impactara, Rage me atacó y me venció sensorialmente. El sonido de esta banda se mete por las entrañas, en el cuerpo y, a la vez, se apropia del espacio. Y una vez ocupado ese espacio, no se va nunca más. En 1994 o 1995, por medio de un cassette prestado escuché entero ese primer disco que publicaron en 1992. La banda subió a mi pedestal en treinta segundos (y ahí sigue). La promesa nunca decayó. Sus tres álbumes (Rage Against the Machine, 1992; Evil Empire, 1996; The Battle of Los Angeles, 1999) son trabajos excepcionales, cada uno con su personalidad y exploraciones, y Renegades (2000), el disco que publicaron de covers, es nada menos que asombroso.
En 2010, un día de suerte, los vi en Buenos Aires. Estaba lejos, en la boleta ‘barata’, pero la guitarra de Tom Morello físicamente llenó mis entrañas y poseyó mi espinal dorsal, y nada lo ha replicado desde entonces (¿qué mejor regreso a los conciertos históricos en Colombia que con un nivel así?).
No existe RATM sin los bajos ‘enfermos’ de Tim Commeford, poseído por Black Sabbath y el Gangsta rap; sin el escudero Brad Wilk que en la batería todo lo acentúa como tiene que ser acentuado; y mucho menos sin la voz de Zack de la Rocha, que se reconoce en milisegundos como la rabia indignada e inspirada del león. Le pasan los años, quizás en vivo no logrará mantener el nivel de juventud, pero su arte es impetuoso y asombroso. Las letras y la entrega de las letras, la violenta perfecta en sus versos. Y claro, no hay Rage sin el ya mencionado científico loco de la guitarra, Tom Morello.
El plano musical que abrieron estos cuatro señores trascendió la mezcla de géneros en la época. Rage nunca fue la banda insignia “de rock y rap”, Rage fue Rage desde el día uno, quebró ese molde más bien rápido. Y sigue siendo Rage, con millones de dólares en la cuentas bancarias, un hecho que a muchos incomoda. El pecado sería, a mi manera de ver, ser exitoso y callarse la boca.
¿Se les puede cobrar que no hayan venido a Colombia? Sí, pero la historia parece darles la razón. Cuando se anunció que venía Prophets of Rage, los organizadores, que hicieron un trabajo cuestionable en promocionar un espectáculo que a todas luces ha debido venderse mejor, cancelaron aduciendo (muy) baja venta de boletería. Devolvieron la plata, eso sí.
¿Se le puede cobrar a Morello haber puesto en uno collages/muros que hace de sus guitarras, en algún punto, ‘Sendero Luminoso’? Fácilmente hubiera podido poner ahí a las Farc en los años noventa, donde la narrativa no era de potencial paz y sí de atentados, secuestros y combates. No lo hizo, y parte de Perú se quedó con la indignación atragantada. Morello explicó luego que se refería a los orígenes del movimiento, una salida fácil que le funciona porque nadie sensato puede estar de acuerdo con el sistema de desigualdades agudas que se ha perpetuado por siglos en este continente. El letrero ya no se ve en sus guitarras.
La banda es una paradoja viva. Los boletos para su próxima gira no son baratos, por decirlo sutilmente, pero han establecido un sistema de donaciones, es decir, no se quedan con todo el dinero. Sin embargo, mucha gente no parece soportar que una agrupación que puede generar tanto dinero como RATM lo haga porque, en el papel, hace música de protesta. RATM denuncia al capitalismo pero opera en un sistema capitalista, eso no tiene revés.
¿Sería mejor que no fueran conocidos y tocaran en lugares pequeños de Los Ángeles? ¿Significa algo el cuerpo de arte que han entregado al mundo? ¿Deberían lucrarse menos por ello? Cada uno tiene sus respuestas. Lejos de estos debates, afortunadamente, queda el arte y la apreciación por el arte.
Nadie nos quita lo que con Morello hemos rockeado y nadie nos quitará lo que con él nos queda por rockear. El genio está activo, saca música, vuelve con su banda original y, vaya uno a saber, quizás sorprenden al mundo con nuevo material y a Colombia con un concierto.