Cine
‘Superman’ triunfa gracias a su resistencia punk contra la masculinidad tóxica y el odio contra los inmigrantes
La película de James Gunn sigue sumando millones en taquillas, impulsada por los justificados gritos de ‘wokismo’, que la ratifican una experiencia entretenida, sentida y reconfortante.

En efecto, este nuevo Superman de James Gunn, al que se culpa de wokismo extremo, como si en estos tiempos esa fuera una debilidad y no el superpoder, se sigue ratificando exitoso en taquillas, un hecho que desde este tribuna aplaudimos (rompiendo con la supuesta ‘maldición’ que cargaba el personaje, por el accidente que sufrió Christopher Reeve). Si algo, el primer paso del universo audiovisual de DC Cómics liderado por Gunn prueba que la gente no es ajena a un mensaje de esperanza en tiempos absolutamente devastadores.
Esta Superman no es una película perfecta pero sí logra suspender la realidad y a la vez reflejarla, desde una experiencia indudablemente entretenida, en la que vemos a un Superman vulnerable, atacado, pero también apoyado y triunfal en su causa de aprecio por la humanidad. Porque si bien es el centro de la película, se puede argumentar que el show se lo roban otros (de ti hablamos, Mr. Terrific). Es decir, Gunn, como muchos han anotado, aquí relanza más al universo DC que al superhéroe. Y si no es un problema es porque lo hace de manera genial.

Después de la versión más oscura del superhéroe, interpretada por Henry Cavill en varias películas bajo el comando de Zack Snyder, esta versión de David Corenswet ha sido aplaudida por su vulnerable sensibilidad. Y si bien enoja a muchos, varios expertos anotan que esta versión 2025 marca el regreso al espíritu del cómic original, que entrelaza la historia de un inmigrante con poderes excepcionales con algo de humor y mucho corazón... de esas páginas también sale Krypto, una supermascota que cuida y le salva el pellejo varias ocasiones, en este película (y también establece un lazo con una serie que viene, Supergirl).

Lo que sí sale de nuestros tiempos en esta película es la versión tech-bro arrogante y sabelotodo de Lex Luthor, interpretado con potencia por el británico Nicholas Hoult. Vemos sus planes, su megalomanía, apoyada en bodegas de odio en las redes, y claro, en planes militaristas. Y sería descabellado de no ser porque, estos días, Daniel Ek, creador y CEO de Spotify, paga miserablemente a los artistas mientras invierte cientos de millones en tecnologías armamentistas (hecho que ha motivado un justificado boicot a dicha plataforma de streaming).
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A un nivel tristemente actual, Luthor arma un mundo en el que las prisiones clandestinas para disidentes y personajes incómodos son regla. Y si bien se habla de que Gunn fue visionario en registrar todo esto, solo hizo caso al primer mandato del presidente estadounidense actual, que ya desde su primer término encerró a niños en rejas luego de separarlos de sus familias.
Gunn, quien se hizo a un nombre dirigiendo las películas más puramente entretenidas del MCU (Guardianes de la Galaxia, en las que la banda sonora siempre resultó crucial parte de la experiencia), abonó el terreno en su nueva casa, DC, con una serie maravillosamente desconcertante como Peacemaker (de HBO Max), protagonizada por John Cena.
Esta, que estrena su segunda temporada el 21 de agosto, es muy diciente del método Gunn. Al principio, la producción se descarta por lo ridícula que puede lucir desde su secuencia de presentación, pero poco después se vuelve irresistible. Y eso que en principio parece ridículo es lo que atrapa y no suelta, porque a todos nos pone en un mismo nivel en el que la pena no importa, sí la experiencia y la reflexión, en medio de secuencias de acción dementes, risa y una que otra lágrima.
En Superman, este método tiene lugar. Porque se le puede considerar una película ligera, inocentona, con ganas de descalificarla, pero es eso lo que la hace irresistible, emocionante y divertida. El personaje creado por Jerry Siegel y Joe Shuster está en buenas manos.

Y vale anotar también que en esos apoyos que recibe el superhéroe, entre los que están otros superhéroes corporativos muy entretenidos e importantes, también se cuenta el del periodismo. Esta producción aborda los límites del periodismo ético: después de todo, Clark Kent se entrevista a sí mismo, y eso no pasa desapercibido para su ‘novia y colega’, Lois Lane (interpretada por Rachel Brosnahan), quien lo confronta, sabiéndose y describiéndose ante él como una persona que duda de todo y de todos.
Luego, en lo que a la trama implica, el periódico y su web se hacen imprescindibles cuando hacen su trabajo desenmascarando las intenciones nefastas de quienes dividen para sacar réditos propios. Este mensaje, en tiempos en los que Trump está acallando a medios, es necesario.

Por último, siendo una producción de James Gunn (que dirige a partir de su propio guion), se sabe que la música juega en un plano mayor. En conversaciones entre Lane y Kent, se habla del punk. Y en un punto, Superman asegura que lo punk estos días es vivir con empatía por el otro. Razón no le falta, y el cierre acompañado por las notas punk rocker de un ícono como Iggy Pop, tan rudo como sensible, lo apuntala maravillosamente.