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Un paisaje que ha perdido el agua: este es el ‘Desierto Verde’ que Víctor Galeano documenta poéticamente
Desde el arte y la metáfora, el fotolibro documenta el duro impacto del reemplazo del bosque por monocultivos de eucalipto y pino. De lejos, todo es orden; de cerca, las plantaciones imponen el silencio, la tierra seca, y la ausencia de agua y de vida.

Es un desierto, si bien es verde, y en este trabajo se registra desprovisto de color.
Víctor Galeano presenta su nuevo fotolibro definiendo un detalle esencial. ¿Qué es un desierto? “No es solo un lugar sin agua. Es un territorio donde la vida ha sido expulsada, donde el silencio no es paz sino ausencia. Puede ser árido o verde, caluroso o templado. Lo que define a un desierto no es su apariencia, sino su incapacidad para sostener la vida”, explica.
Luego, el autor robustece este postulado con otro par de preguntas que guiaron la hechura del notable trabajo: ¿Cómo se ve un paisaje que ha perdido el agua? ¿Qué queda después del verde?
Galeano, artista documental, cofundador y director de Baudó Agencia Pública, un medio de cobertura e innovación periodística que trabaja temas de derechos humanos, trabaja la imagen como herramienta de comunicación personal y colectiva. En este trabajo, a esa mirada, suma una capa poética.
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Por eso, Desierto Verde documenta —desde el arte y la metáfora— el impacto del reemplazo del bosque por monocultivos de eucalipto y pino. Desde lejos, estas plantaciones parecen verdes, limpias, ordenadas. Pero al acercarse, lo que se impone es el silencio, la tierra seca, la ausencia de agua y de vida.
A través de imágenes en blanco y negro, impresas con tinta plata sobre papel bristol negro, el autor propone un recorrido visual por territorios donde la simetría industrial esconde una profunda esterilidad ecológica.
El autor propone un recorrido visual por territorios donde la simetría industrial esconde una profunda esterilidad ecológica.
Con fotografías y edición de Galeano, artista documental y fotoperiodista, este libro condensa años de trabajo en una pieza impresa que mezcla fotografía, poesía y reflexión crítica. Incluye un texto final que aborda el trasfondo ambiental y político del paisaje, con un tono íntimo y directo.
En sus páginas aparecen haikus que acompañan las imágenes con silencios, símbolos y una figura que resiste: el yarumo blanco, árbol nativo que aún sobrevive y se convierte en emblema de esperanza.

Desierto Verde propone otra manera de mirar. Una forma de cuestionar lo que llamamos desarrollo. Y de entender que la belleza, a veces, también puede ser una trampa.
En la línea con los libros que suele crear Matiz Taller Editorial, un taller que hemos ya tenido en el radar por colaboraciones hermosas con Raya Editorial, se trata de un libro de hechura artesanal con cuadernillos cocidos a mano y un tiraje de 300 copias.
Ficha técnica
Título: Desierto Verde / Autor: Víctor Galeano / Editorial: Baudó AP / Edición: Autoeditado / Impresión: Matiz Taller Editorial / Tiraje: 300 copias / Páginas: 20 / Formato: 23,5 × 30 cm / Encuadernación: Cuadernillo cocido a mano / Papel: Bristol negro 180 g / Tinta: Pantone Cool Grey (plata) / ISBN: 978-958-52304-6-0
Galeano nos habló de cómo nació el proyecto, cuánto duró registrando este fenómeno, cuándo vio la posibilidad del fotolibro y lo que implicó la curaduría fotográfica y de textos para el mismo.
“Desierto Verde nació como parte de un trabajo documental que desarrollé durante más de diez años. Al comienzo el enfoque fue más periodístico: buscaba entender el impacto ambiental del avance de monocultivos de eucalipto y pino en zonas donde antes había bosque nativo. Pero muy pronto, el paisaje mismo me exigió otra forma de aproximación.
Recuerdo una visita clave con el periodista Camilo Alzate, colega y amigo, en la que me mostró cómo un solo árbol de bosque nativo era en sí mismo un ecosistema completo: albergaba líquenes, insectos, aves, hongos, sombras, sonidos. En contraste, un pino —por alto y verde que parezca— era una estructura vacía, inerte de otras vidas. Esa comparación fue el origen de la idea de desierto: no un lugar sin árboles, sino sin vida.
Durante años reuní imágenes, recorrí los cultivos del eje cafetero y documenté lo que ocurría. Pero solo el año pasado encontré la forma adecuada de cerrar el proceso: entendí que no sería un reportaje ni una exposición, sino un fotolibro. Fue al trabajar desde el paisajismo visual y la materialidad del objeto que el proyecto tomó cuerpo. Así aparecieron los haikus, el diseño narrativo, y un texto final más íntimo que cierra el libro.

Una vez tomada esa decisión, vino uno de los mayores retos: la impresión. Quise que la estética del libro encarnara la metáfora del contenido. Por eso imprimimos en papel negro con tinta plata, un proceso poco común y complejo. Eso nos planteó dos desafíos principales.
Para poder imprimir sobre papel negro, tuvimos que invertir digitalmente todas las imágenes. El negativo se volvió positivo.

La tinta plata no alcanza el blanco total, lo que hace que las imágenes tiendan a verse planas, sin luces altas. Mantener el contraste visual fue un reto técnico importante. Rehicimos ajustes uno por uno, buscando conservar la fuerza expresiva de cada fotografía a pesar de esa limitación.
La curaduría también fue un proceso largo. Revisé más de 10 mil imágenes tomadas a lo largo de los años, buscando no una cronología ni un discurso cerrado, sino una narrativa que permitiera el silencio, la pausa, la sugerencia. No quería explicar el fenómeno, sino provocar preguntas. Mostrar que la belleza puede ser también una trampa".
