Soulfire, el festival que fusiona música electrónica de élite con experiencias de turismo preémium y bienestar, anuncia su edición 2026 en Río de Janeiro.
Detrás de este proyecto está la dupla de emprendedores colombianos Sebastián Guarín y Jason Sánchez, dos egresados de la Universidad EAFIT que han transformado su pasión en un fenómeno global, llevando el sello antioqueño a destinos exclusivos como playas tailandesas e islas griegas.


Sebastián Guarín, mercadólogo con bagaje internacional tras años en Australia, es un nombre conocido en la escena medellinense por organizar eventos de alto calibre con figuras como Carl Cox y Loco Dice. Desde 2019, ha dado rienda suelta a su faceta como DJ, canalizando esa energía en producciones que elevan el estándar local.
La dupla se completa con Jason Sánchez, administrador de negocios con énfasis en marketing, quien acumula más de 15 años en el mundo de la música. Lo que empezó como un hobby pinchando discos lo llevó a giras por Australia, Estados Unidos y Asia, forjando una visión que trasciende fronteras.
Juntos son socios en la discoteca Viuz, un bastión de la electrónica en Medellín que ha conectado talentos locales con la élite internacional, posicionando a la capital antioqueña como un hub suramericano del género.

La génesis de Soulfire se remonta a 2022, en una edición modesta en Sydney para apenas 40 personas, mayoritariamente colombianos expatriados. Lo que parecía un encuentro íntimo entre paisas en tierra ajena escaló rápidamente gracias a una estrategia centrada en la comunidad y una propuesta única: no solo música, sino inmersiones totales que incluyen gastronomía fina, wellness y paisajes de ensueño.
“Soulfire nace de la pasión por crear experiencias que trasciendan lo convencional. Como colombianos, llevamos en nuestra esencia la calidez, el ritmo y la capacidad de conectar personas”, afirman Guarín y Sánchez.
Hoy, su audiencia suma influencers, empresarios y ejecutivos de alto nivel, atraídos por esa mezcla de exclusividad y calidez paisa.


Este crecimiento no es casualidad. Soulfire ha sido avalado por el programa Co-Crea, impulsado por el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, la Cámara de Comercio de Bogotá y Comfama.
Este reconocimiento oficial valida su modelo como un emprendimiento cultural de impacto nacional y global, un testimonio de cómo la perseverancia antioqueña conquista mercados exigentes.
En un contexto donde la industria de festivales electrónicos enfrenta saturación, los creadores han apostado por la personalización: atención a medida para un público de alto poder adquisitivo que busca no solo bailar, sino reconectar.

La edición 2026 en Río de Janeiro marcará un hito en esta trayectoria. La programación, curada con precisión quirúrgica, aprovechará íconos de la ciudad maravilla. Con un set electrónico resonando en el Cristo Redentor, una de las nuevas siete maravillas, donde la música se fundirá con espiritualidad en la cima del Corcovado o rituales al atardecer en la cima del Pan de Azúcar, transformando el ocaso en un happening colectivo.
No faltarán tampoco navegaciones privadas por la Bahía de Guanabara en yates de lujo, un evento inédito en un helipuerto con vistas aéreas panorámicas y una agenda de bienestar que incorporará yoga, meditación y baños de hielo. Estas locaciones no serán una mera decoración, serán el alma de una experiencia que unirá beats globales con la exuberancia brasileña.


Para Guarín y Sánchez, este paso a Brasil no es solo expansión geográfica, sino una proyección del talento colombiano. Medellín, con su historia de reinvención, se refleja en ellos: de la universidad EAFIT a clubes como Viuz, han tejido redes que elevan la electrónica paisa.
Su éxito cuestiona narrativas locales sobre límites emprendedores; en un país donde el talento cultural a menudo migra sin retorno, ellos construyen puentes. Soulfire atrae a una élite internacional, pero su núcleo es esa “sazón” colombiana que transforma eventos en comunidades duraderas.










