Los mejores momentos de La Vuelta 2020.
Primoz Roglic, Hugh Carthy y Richard Carapaz. | Foto: Montaje Semana

VUELTA A ESPAÑA

Los mejores momentos que dejó la Vuelta a España 2020

El regreso de Chris Froome a las carreras largas, emocionantes ataques en la montaña y otras escenas quedaron para la historia en la última ‘grande’ del año.

8 de noviembre de 2020

Hace un año, el primer triunfo de La Vuelta que consiguió Primož Roglič fue un hito en su carrera. Era la primera ‘grande’ de este deportista de 30 años que había comenzado como un saltador de esquí pero que luego dio el paso al ciclismo y una declaración para que su país, Eslovenia, dijera ‘presente’ en el ciclismo mundial. En esta ocasión, en cambio, las condiciones eran distintas y después de haber perdido el Tour de Francia con su compatriota Tadej Pogačar, ganar por segunda vez en Madrid era casi una obligación.

Por eso, cuando pedaleaba rodeado de su equipo por la Avenida de La Castellana frente a las inmensas Cuatro Torres que le daban al pelotón la bienvenida a la capital española, es probable que además de felicidad estuviera sintiendo mucha tranquilidad.

La Vuelta 2020 fue una carrera caracterizada por la intensidad: casi todas las etapas se corrieron a un ritmo frenético, en parte gracias al Jumbo-Visma, el equipo de Roglič, que se propuso desgastar a los rivales para proteger a su líder. Por eso, los ataques que hubo ocurrieron mano a mano entre los favoritos. Estos fueron los momentos inolvidables de La Vuelta 2020.

1. El mejor ataque: Hugh Carthy en el Angliru

En un recorrido como el de este año, donde había una cantidad alta de montaña, la imagen del inglés Hugh Carthy sacando la lengua faltando apenas dos kilómetros para la línea de meta en el Angliru, sin duda el puerto más difícil del recorrido, se convirtió en un ícono. No solo significaba el dolor de un pedalazo en una cuesta con casi 20 por ciento de pendiente, también la graduación de un ciclista inglés, de un pueblo a las afueras de Manchester, que creció pedaleando en las montañas españolas cuando decidió muy joven irse al equipo Caja Rural y que luego se fue a formar parte del EF, donde es compañero de Rigoberto y de Sergio Higuita.

Su ataque contra los mejores escaladores de La Vuelta –incluyendo a Roglič, Carapaz y Enric Mas– fue épico porque ocurrió en un lugar donde los mejores ciclistas apenas pueden intentar resistir (por eso al Angliru le dicen “el infierno”). Todos sus rivales simplemente lo vieron alejarse y se concentraron en no desfallecer, pero él llevó sus fuerzas al límite y consiguió su recompensa: su primera etapa en una grande y también sellar su primer podio en una carrera de tres semanas, pues fue finalmente tercero en la clasificación general.

2. Cuando Carapaz no perdió la esperanza en La Covatilla

Otro ataque en montaña que tiene mucho significado. Para el ecuatoriano Richard Carapaz, que el sábado estaba a 43 segundos del líder, Primož Roglič, la subida a La Covatilla, el último puerto de La Vuelta, era la última esperanza de ganar la competencia. Y fiel a su espíritu combativo, hizo un ataque demoledor que le sacó inmediatamente casi 15 segundos su rival. Luego, con cada pedalazo, fue estirando esa diferencia y es probable que si Roglič no hubiera recibido la inesperada ayuda del Movistar esos 43 segundos de diferencia se hubieran esfumado.

Finalmente, en la línea de meta, Carapaz le logró sacar 25 segundos a Roglič y dio una lección inmensa para los deportistas: que jamás hay que rendirse. El ecuatoriano se subió al podio en Madrid como segundo en la clasificación general.

3. La faceta escaladora de Primož Roglič

De Roglič se dice que es un ciclista completo: es un excelente contrarrelojista, tiene mucha potencia y no le va mal en la montaña. Y aunque sus momentos débiles en La Vuelta ocurrieron en las pendientes más complicadas, también hubo momentos en que pudo demostrar su dominio como escalador: un ejemplo fue el ascenso al alto de Moncalvillo, en la etapa 8, donde se cuidó de los ataques de Carapaz y finalmente lo liquidó para llevarse los segundos de bonificación.

4. Los pinchazos de Chaves

Para el colombiano Esteban Chaves no fue una buena Vuelta. Aunque empezó de una manera impecable y se ubicó rápidamente en el top 5 de la clasificación general en la primera etapa y rápidamente demostró que podía escalar con los favoritos, la mala suerte lo persiguió desde muy temprano: un pinchazo en el peor momento de la etapa 3, justo en un ascenso a 4,5 km de la meta, lo hizo perder casi un minuto con los favoritos y bajar al séptimo lugar en la general. Luego, en la etapa 11, tuvo otro pinchazo en un ascenso y el esfuerzo que hizo para alcanzar al pelotón le costó y se quedó sin energías al final de la etapa. “Ha sido un poco de mala suerte", dijo cuando le ocurrió el pinchazo en la etapa 3. “Las cosas que pensaba en ese momento no se pueden decir en vivo”. Finalmente, Chaves terminó por fuera del top 20 de La Vuelta.

5. La combatividad de Juan Felipe Osorio

Juan Felipe Osorio, de 25 años, un antioqueño de La Unión que este año firmó con el Burgos BH, sabía lo que era estar en una carrera de tres semanas. Ya lo había probado en 2017, cuando fue a La Vuelta de ese año con el Manzana Postobón. Pero ahora, como parte de uno de los equipos que jugaban de local, había que lucirse. Fue esencial en la creación de varias fugas, sobre todo en la última semana, pero su mejor presentación la hizo durante la etapa 9, que era plana, cuando se marchó junto con otro corredor –el español Aritz Bagües, del Caja Rural– en una fuga de 130 km. Fueron alcanzados faltando 25 km para la meta, pero el fuerte trabajo de Osorio lo hizo merecedor del premio a la combatividad.

6. Froome el gregario

“No le pediría a ningún compañero que hiciera por mí algo que yo no estuviera dispuesto a hacer por él”. Eso fue lo que escribió el inmenso Christopher Froome, campeón de cuatro Tour de Francia, sus dos Vueltas a España y su Giro de Italia, cuando un tuitero le pidió que dejara de hacer el papel de gregario y se centrara en la próxima temporada. El inglés, en la primera ‘gran vuelta’ que corre después de la caída que lo sacó de competencia el año pasado y en la que casi pierde una pierna, no logró el nivel esperado, pero llegó firme a Madrid trabajando para Richard Carapaz: en muchas ocasiones las cámaras lo enfocaron mientras ponía ritmo en el pelotón o mientras iba al carro de su equipo por comida e impermeables para sus compañeros. Y nunca perdió ni un ápice de orgullo, autoridad ni respeto. Porque el ciclismo, en el fondo, es un deporte de equipo.