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Cuadrilla, el nuevo emprendimiento para artistas y diseñadores
Mientras otras empresas cierran, un coworking acaba de abrir sus puertas para potenciar el talento de artistas plásticos, diseñadores industriales, artesanos, ceramistas y carpinteros que buscan espacios para crear.
No solo la necesidad potencia la creatividad. También lo hacen la dificultad y el aburrimiento, que en medio de la pandemia y los largos meses de confinamiento están impulsando a muchos colombianos a buscar un pasatiempo, un hobby o una nueva actividad para estimular su creatividad. Y para algunos se ha convertido también en una buena oportunidad para emprender.
Por eso, mientras muchas empresas en el país evalúan cerrar sus puertas, una especializada en economía naranja acaba de abrirlas con un concepto innovador. En efecto, promete convertirse en la nueva sede del arte, la creatividad y la cultura en Bogotá.
Se trata de Cuadrilla Espacio, un coworking creado por 11 emprendedores colombianos. Diego Parra, uno de sus cofundadores, lo define como el sitio donde los creadores y artistas podrán encontrar lo necesario para ponerse manos a la obra.
La idea nació de su interés por la carpintería y de la dificultad que encontró para practicarla y ubicar en un solo lugar las herramientas y equipos que necesitaba. Tras analizar esta idea de negocio junto con Marcelo Arango, su antiguo jefe en la agencia de publicidad Sancho, comenzaron a comentarla con otros amigos que comparten su interés por el arte, el diseño y la creatividad.
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El proyecto se fortaleció incluso en medio de la pandemia, cuando muchas personas desde sus casas comenzaron a explorar alternativas a las largas jornadas de trabajo, en busca de aprender cosas nuevas o de identificar pasatiempos creativos.
Así, conformaron un grupo de 11 emprendedores que, más allá del capital inicial de 3.500 millones de pesos para echar a andar este proyecto, aportaron sus ideas para consolidarlo. En el grupo de socios de Cuadrilla Espacios están, además de Diego Parra, la directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, Claudia Hakim; Marcelo Arango, CEO en Proximity Colombia y Grupo Sancho; Luis Fernando Serna, de la constructora Arias, Serna y Saravia; Sebastián Serna Hosie, ganador de la XXIV Bienal Colombiana de Arquitectura, y Nicolás París, un artista colombiano con gran reconocimiento internacional e investigador de pedagogías alternativas.
También integran el grupo de fundadores Thor Borresen, vicepresidente de mercadeo de Bavaria; Adriana Mejía, vinculada con el negocio cafetero; Alina Vélez, reconocida relacionista pública; Eugenia Robledo, destacada diseñadora de Folies Artesanos, y Óscar Sanín, fundador de Pilates ProWorks.
Todos ellos se reunieron el primero de octubre para inaugurar este espacio “de 1.300 metros cuadrados de inspiración”, como lo define Parra, ubicado sobre la calle 53 abajo de la avenida Caracas. Allí, en un mismo lugar, tienen desde cubículos para practicar actividades como carpintería, cerámica, serigrafía o diseño industrial, hasta aulas para aprender de estas artes, así como de joyería o textiles. Incluso cuentan con una tienda para que los creadores obtengan las herramientas, equipos y productos que necesitan, así como una vitrina que se proyecta hacia el mercado.
Este emprendimiento es novedoso desde su concepción. Diego Parra explica que el enfoque primario es el diseño. Por eso, además de los sitios para crear o aprender sobre nuevas técnicas, también buscan inspirar a otros a partir de exhibiciones de arte y lanzamientos de productos.
Como se trata de una infraestructura con espacios generosos, el distanciamiento físico no les impone dificultades, pues tendrán capacidad de albergar hasta 300 personas. Pero durante esta etapa de autocuidado tendrán un tope de 130. Como se trata de un sitio de trabajo colaborativo, se enfoca principalmente en los emprendedores que requieren de un estudio de creación, un taller liviano o completo o incluso un taller privado.
Cómo empezó todo
Después de trabajar por más de una década en el mundo de la publicidad, Diego Parra comenzó a explorar en emprendimientos sociales. Primero trabajó en construir marcas territoriales con comunidades apartadas, como un grupo de pesca artesanal en Nuquí y un grupo de ceramistas de la cárcel del Callao, en Perú. Cuando se le terminaron sus ahorros volvió a emplearse como director de la marca global de hoteles Selina y allí comenzó a aficionarse por la carpintería.
Se matriculó entonces para aprender este oficio, pero tenía dificultades para practicar porque debía pedirles ayuda a amigos carpinteros o alquilar instalaciones costosas. De ahí nació su idea de desarrollar un espacio donde otros creadores pudieran producir sus obras. Esta tuvo acogida en el grupo de inversionistas, que han aportado nuevas ideas.
En el mundo existen algunos emprendimientos con objetivos similares, aunque su ejecución difiere de la que tiene este emprendimiento. Aquí los coworking han existido desde hace varios años, pero el modelo de Cuadrilla Espacios es totalmente innovador en el país.
Parra señala algunas iniciativas en el mundo que tienen rasgos similares como Makerversity, que funciona en Londres y Ámsterdam, así como Artisan’s Asylum, en Boston. “Este modelo no tiene competencia en América Latina, creemos que puede darle un fuerte impulso a la creatividad del país y que podríamos marcar tendencia”, asegura Marcelo Arango, otro de los socios.
Desde su propia arquitectura se destaca el modelo desarrollado por este grupo de emprendedores. Lo diseñó Sebastián Serna, socio de Cuadrilla y ganador de una bienal de arquitectura.
La estructura interior tiene un jardín colgante, talleres para trabajar textiles, cerámica, carpintería, metales, fabricación digital –corte láser, 3D, estampación– y espacios para el proceso creativo. Además de los puestos de trabajo, cuentan con bodegas, sala de reuniones para recibir clientes y sitios de socialización.
El nuevo espacio permitirá que la enorme comunidad de artistas plásticos, diseñadores industriales y artesanos que no tenían un espacio para practicar, a menos que tuvieran mucha plata, ahora lo tengan, dice Parra. También apuestan por dinamizar la economía creativa de la ciudad. Esto incluye no solo apoyar a los creadores, sino también visibilizarlos y darles acompañamiento para que eleven su nivel. Este emprendimiento es uno de los primeros en acudir a los beneficios creados por la Ley de Economía Naranja.
En medio de los desafíos que ha generado la pandemia, muchos colombianos buscan utilizar mejor su tiempo libre al hacer cosas creativas. Hasta ahora una de las principales dificultades era la falta de una buena infraestructura para sacar adelante sus proyectos. Por eso, con la llegada de este emprendimiento, el problema se convierte en una oportunidad para que los artistas y creadores desarrollen allí sus obras, aprendan y se conecten.