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El sector financiero vive en 2024 un año de transición y estas son las razones
La política monetaria y la inflación siguen golpeando a la actividad crediticia, que, sin embargo, continúa apostándole a su vocación de largo plazo.
Tras un 2023 complicado en materia de utilidades, los 13 conglomerados financieros del país entraron en un nuevo año en el que los desafíos para el sector se han amplificado, pero con la expectativa de registrar mejores indicadores.
Julián Mora, vicepresidente corporativo de Bancolombia, señala que el ciclo de crédito vive un momento complejo, con baja demanda e índices de morosidad elevados, producto de tasas de política monetaria aún en doble dígito, inflación descendente, pero en niveles altos, una actividad económica débil y baja confianza de los agentes económicos.
Sin embargo, indica que “el compromiso del sector financiero es continuar acompañando a los hogares y a la actividad productiva del país en sus necesidades financieras para impulsar la reactivación económica y preservar el bienestar financiero de todos”.
Igualmente, Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research, considera que el presente es un año de transición para el sector a medida que se van moderando las tasas de interés y repunta la actividad económica, mientras que para Tatiana Valencia, gerente de relación con inversionistas y capital económico de Itaú, este año tienen un “optimismo cauteloso” con expectativas en la materialización de la reducción de las tasas de interés.
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Además de los indicadores económicos, en las empresas financieras, así como en las del resto de sectores, también pesa la incertidumbre política que vive el país. “Atravesamos un momento con alto movimiento político y sensibilidad social que debemos entender y navegar, pero lo importante es conservar la visión de largo plazo”, dice Mora. Agrega que Bancolombia es una organización que cumplirá 150 años y en su historia ha tenido que atravesar por distintos ciclos de la economía, la política y la sociedad, y la premisa ha sido siempre respetar las instituciones y apoyar la democracia, pensando más allá de una coyuntura puntual.
“Colombia es un país con una democracia fuerte que goza de una alta madurez institucional y seguridad jurídica. Esto le permite ser un referente regional en materia de estabilidad económica, social y política, que es lo que precisamente hace posible el desarrollo integral de un país. Por lo anterior, tenemos una visión de largo plazo en Colombia y creemos que hay grandes oportunidades de crecimiento. Los bancos tenemos que pensar y gestionar el riesgo a largo plazo”, agrega Valencia, de Itaú.
Por su parte, Reyes, del BBVA, opina que, más allá de la incertidumbre política, el país se encuentra en un estado de incertidumbre económica que lleva al postergamiento de decisiones de alta relevancia para la actividad. Esta última se desprende de múltiples factores: el grado de duración del ciclo de bajo crecimiento, la profundidad de la desaceleración, temas de seguridad tanto urbana como rural, pesimismo por la persistencia de la inflación, incertidumbre sobre la efectividad de la ejecución del gasto público y hasta temas climáticos.
En este orden de ideas, el sector financiero nacional se concentrará en consolidar mejoras en los indicadores de mora, al tiempo que desplegará estrategias que impulsen el crédito, mientras sigue mejorando la inclusión financiera y la digitalización de la industria.