Economía
¿Estamos en bonanza cafetera? El gerente de la Fedecafé responde. El grano, protagonista del crecimiento de la economía
El café alcanza una producción histórica en un escenario en el que el precio internacional le favorece. La gran preocupación: el deterioro de la seguridad y el aumento de la extorsión.

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) entregó hace unos días los resultados de la economía del tercer trimestre de este año. El 2 % de crecimiento, frente al mismo periodo del año anterior, estuvo por debajo de las expectativas del mercado, que esperaba una mayor dinámica, incluso estimando cifras cercanas al 3 %.
Aunque no fue el crecimiento esperado, algunos sectores sacaron la cara e impulsaron la economía. Allí sobresale el de Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, que el tercer trimestre creció 10,7 % frente a los mismos meses de 2023. Y en el año corrido su incremento ha sido de 8,9 %.

Y dentro de este sector, una actividad productiva está brillando con luz propia: el café, que creció 33,6 % en el tercer trimestre, y en los nueve primeros meses de este año, el aumento fue de casi 18 %.
A ello se suma que la producción puede superar la frontera de los 13 millones de sacos y el precio internacional de la libra de café ha estado por encima de los tres dólares.
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Con este protagonismo del café se recordaron épocas pasadas que se asocian con bonanzas cafeteras. ¿Se repite la historia? En este contexto, SEMANA conversó con Germán Bahamón, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, para determinar si el país está frente a este escenario.
“Cuando nos hablan de bonanza, no lo vemos así. Una bonanza se da cuando los precios son altos en un ciclo completo de producción, pero el precio puntual de hoy no se sintió el año pasado, cuando el cafetero perdió o dejó de ganar muchísimo. El 2023 fue uno de los peores años en términos de rentabilidad. Y este año lo que estamos viendo es un balance entre las pérdidas de 2023 y las ganancias de 2024″, advierte Bahamón.

Aclaró las razones que explican los buenos precios internacionales. Según él, son el resultado de la reducción de inventarios, que, dijo, es un concepto que viene desde antes de la caída del Muro de Berlín. “En ese momento había un pacto de cuotas para que los caficultores guardaran grano y siempre manteníamos inventario en origen. Ahora, como la demanda de café en el mundo ha venido creciendo a un ritmo de 2 % anual, se han consumido más rápido los inventarios”, señala.
Además, los países ubicados en zonas tropicales han enfrentado problemas por los cambios climáticos, afectando la producción. Brasil y Vietnam, que son grandes productores, están más impactados y eso ha generado incertidumbre acerca del futuro de la oferta. Pero, en sentido contrario, Colombia crece, dice Bahamón, y frente a los mercados internacionales se promociona como un origen confiable y de calidad.
Bahamón insiste en que lo más importante con un precio alto es que haya producción. En 2011, por ejemplo, la cotización de la libra de café en la Bolsa de Nueva York superó los tres dólares (hoy está en 3,23) y exportamos 7,8 millones de sacos. Hoy, con mayor producción, lo podemos aprovechar más. Hemos aumentado la producción en 19 % este año, rompiendo la barrera de los 13 millones de sacos. Como consecuencia, el café hoy protagoniza la reactivación de la economía.
El dirigente de la federación destaca que el año pasado se llegó al punto más bajo de producción, porque se venía de tres años del fenómeno de La Niña y la lluvia en exceso afecta la productividad del campo. “Lo bueno es que las plantas resistieron tanta agua y la roya, porque nuestras variedades son creadas por Cenicafé y son resistentes, no inmunes”, afirma.
Con este panorama, las perspectivas de Bahamón para el próximo año es que sea similar a este, pero trae un desafío importante: es necesario fertilizar. “Cuando el árbol de café se ha expuesto a una producción copiosa como la actual, pues se estresa y necesita alimentación. Por eso, hemos venido trabajando con la ministra de Agricultura para poder brindarles apoyo a los caficultores. Necesitamos apoyo desde el punto de vista gubernamental para programas como el Faia (Fondo de Acceso a Insumos Agropecuarios), que queremos que sea implementado en nuestro sector, y también al ICR (Incentivo de la Capitalización Rural). No hay que olvidar que el café es la actividad productiva más democrática de Colombia, pues cuando usted saca una cosecha de casi 13 billones de pesos, eso se queda en las veredas, llega a las familias y se activan las plazas de mercado”, advierte.
Frente a la relación con el Gobierno, que en principio estuvo enmarcada por tensiones con el presidente Gustavo Petro, al parecer, tiene un nuevo tono. “La relación con el Gobierno nacional, gracias al concurso de la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino, está renovada y tiene oportunidades para buscar consensos en medio de la diferencia. Eso nos ha permitido trabajar en beneficio de los intereses superiores de la nación y no enfrascarnos en temas ideológicos”, agrega.
Sin embargo, hay una gran preocupación: el deterioro de la seguridad, que calificó como un punto crítico.

“Si bien tenemos que pensar positivo por la reactivación económica que trae el café, hoy estamos sintiendo un abandono por parte del Estado en el frente de la seguridad. Los departamentos de Huila, Tolima, Cauca, Nariño, Magdalena, Cesar, Norte de Santander y Santander están siendo afectados por grupos facinerosos que están extorsionando, sobre todo, ahora que tenemos un precio bueno”, señala Bahamón.
Y añade que cuando los caficultores van a vender la cosecha tienen que “cuidarse mucho”, no solo por el dinero que les pagan, sino por el grano que transportan, “que también se los roban. A eso se suma que las aseguradoras no quieren proteger la carga, pues transportar una mula de café es casi como transportar un banco y ahí tenemos enormes complejidades”, concluye.